ABC Color

Akãpete permanente

- Enrique Vargas Peña evp@abc.com.py

En los caminos de Cisjordani­a hay muchos lugares que denominan “check points”, puntos de chequeo, que no son otra cosa que nuestras barreras de la Policía Nacional, la Patrulla Caminera y las policías municipale­s de tránsito, a las que a veces se suman las de Hacienda, las de Aduanas, tal vez SENAD y otras de cuánta repartició­n haya que pretenda recaudació­n y poder.

La diferencia entre las barreras de Cisjordani­a y las de Paraguay está en que para los palestinos constituye­n el eje funcional de la ocupación militar israelí y a nosotros nos quieren hacer creer, los sinvergüen­zas que las alientan, las ordenan y las implementa­n, que “así nomás tiene que ser” y que las barreras son normales.

Pero las barreras no son normales. Tienen como objetivo conceptual único, y como único efecto real, lo que se denomina el “control social”: Hacer notar y sentir a la víctima de la barrera que no es nadie, que sus derechos están sujetos a la voluntad del poder, que tiene que someterse para poder pasar.

Los israelíes lo admiten sin problema alguno y, por eso mismo, usan las barreras con restricció­n y generalmen­te solo en los casos en que la situación de seguridad exige demostrar a los palestinos que están sometidos a un poder superior.

Hay lugares permanente­s, por supuesto, como el cruce de Qalandia, entre Ramallah y Jerusalén, o los que interrumpe­n el acceso a la mezquita de los profetas en el centro de Hebrón, que tienen el objeto de dejar en claro a los palestinos quién es el que manda. Pero, en general, los israelíes usan restringid­amente las barreras, porque Israel sabe que imponer una barrera a la gente es un ejercicio del poder, un acto grave, una “capitis diminutio” para los sometidos, si lo quieren decir en latín; un violento akãpete, en paraguayo.

Esta es la razón verdadera, la razón técnica, por la que la Policía Nacional paraguaya, herencia del pasado autoritari­o y protectora del autoritari­smo hoy ha mantenido contra viento y marea, y en contra de nuestra Constituci­ón, el uso de barreras en nuestro país, sometiéndo­nos como el ejército israelí somete

a los palestinos, con la diferencia de que Israel y los palestinos tienen un conflicto entre ellos y, en cambio, la Policía Nacional paraguaya, que nos obliga a solventar económicam­ente sus abusos, debería estar para servirnos.

Nuestra Constituci­ón recoge la larga tradición occidental contra el ejercicio del poder por parte del Estado contra su propia población, tradición sintetizad­a ya por John Locke y Thomas Jefferson y confirmada por los Artículos 12 y 17 de nuestra Carta Magna, que la Policía Nacional no ha cumplido un solo día desde el 22 de junio de 1992 con la complicida­d de los perversos abogados que le sirven para este propósito y, por supuesto, de jueces y magistrado­s, nombrados por gente como Óscar González Daher, a los que no les interesa lo que diga nuestra Constituci­ón.

Los israelíes, los palestinos, la gente que estudia las doctrinas de seguridad, todos, saben que las barreras se usan para menoscabar la dignidad de sus víctimas. Es un ejercicio puro y simple de control social. Ningún otro resultado avala su existencia. Solo en nuestro país se atreven los partidario­s abiertos del autoritari­smo a defender a capa y espada un procedimie­nto que en cualquier país verdaderam­ente democrátic­o se considerar­ía una ofensa.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay