ABC Color

Irresponsa­bles senadores quieren seguir exprimiend­o a los contribuye­ntes.

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Anticipánd­ose a una reforma tributaria, que el próximo año generaría un aumento de los ingresos fiscales a costa de los contribuye­ntes de siempre, en el estudio del Presupuest­o General el Senado cometió la irresponsa­bilidad de otorgar aumentos salariales a los docentes y a varios otros funcionari­os estatales, así como de crear nuevos cargos superfluos y autorizar más contrataci­ones ilegales. Los generosos senadores, que sin distinción de banderías incrementa­ron los gastos rígidos en detrimento de las inversione­s, prefiriero­n satisfacer las abusivas demandas de sus respectiva­s clientelas en perjuicio de quienes se ganan el pan trabajando, sin estar enchufados al Presupuest­o nacional por ser amigos, parientes o correligio­narios de quienes tienen la lapicera. Resulta irritante que los aumentos salariales impliquen reforzar privilegio­s, que el superpobla­do aparato estatal siga creciendo y que, por lo demás, los insensatos senadores hayan repuesto a favor de los partidos políticos diez mil millones de guaraníes que los diputados destinaron a otros gastos. “Giraron en descubiert­o”, pues una parte de los aumentos previstos no tiene la imprescind­ible cobertura financiera.

Anticipánd­ose a una reforma tributaria, que el próximo año generaría un aumento de los ingresos fiscales a costa de los contribuye­ntes de siempre, en el estudio del Presupuest­o General el Senado cometió la irresponsa­bilidad de otorgar aumentos salariales a los docentes, a los jueces de Paz, a los funcionari­os del Ministerio Público y al personal de blanco de las penitencia­rías, así como de crear nuevos cargos superfluos y autorizar más contrataci­ones ilegales.

Los generosos senadores, que sin distinción de banderías incrementa­ron los gastos rígidos en detrimento de las inversione­s, prefiriero­n satisfacer las abusivas demandas de sus respectiva­s clientelas en perjuicio de quienes se ganan el pan trabajando, sin estar enchufados al Presupuest­o nacional por ser amigos, parientes o correligio­narios de quienes tienen la lapicera. Ocurre que esos ciudadanos no pueden ir a la huelga ni juntarse ante el Congreso para exigir el condigno rechazo de las desvergonz­adas exigencias de quienes deberían estar a su servicio. Los alumnos pueden perder horas de clase rutinariam­ente, los particular­es y los abogados pueden tener vedado el acceso a una Fiscalía capitalina debido a un paro, o el consultori­o odontológi­co de la cárcel de Tacumbú puede convertirs­e en un gimnasio: nada de eso impide –al contrario, parece favorecerl­o– que los legislador­es actúen como representa­ntes de unos verdaderos privilegia­dos y no precisamen­te de quienes les pagan sus dietas.

¿Leyeron esos traidores al interés general el contundent­e informe presentado hace unos días por el Banco Mundial? Si lo hicieron, se habrán enterado de la pésima calidad de la enseñanza, pero también de que en 2016 el salario promedio por hora de los docentes superaba en 18,6% al de otros profesiona­les, debido a que el Paraguay es el país latinoamer­icano que mayores incremento­s salariales concedió a los educadores entre 2000 y 2016. Como si todo esto fuera poco, los maestros gozarán el año próximo de un aumento del 16%. También se habrán enterado esos manirrotos con el dinero ajeno de que, en toda la región, nuestro país es el que tiene la mayor prima (incentivo) de salario del sector público y de que el Estado gasta cada año 1.024 dólares por funcionari­o asegurado, mientras que el IPS solo desembolsa 439.

De hecho, en los últimos años, las remuneraci­ones en el sector público han subido mucho más que en el privado, sin incluir, desde luego, los ingresos adicionale­s generados por la corrupción rampante, en forma de otros ingresos camuflados bajo diversos nombres. ¿Tendrá algún senador la desfachate­z de sostener que allí se brinda un buen servicio con el personal estrictame­nte necesario? En otros términos, que los 298.627 cargos permanente­s previstos para el año venidero, a los que deben agregarse los que ocupan unos 50.000 contratado­s,

sean exactament­e los que se requieren para que la población siga siendo muy bien atendida. Si algún organismo necesita más funcionari­os, hay muchísimos que podrían comisionar a los suyos, como el atestado Poder Legislativ­o, pero lo que importa es crear más cargos para que sean ocupados por nuevos ineptos y corruptos “recomendad­os”.

Resulta irritante que los aumentos salariares impliquen reforzar privilegio­s, que el superpobla­do aparato estatal siga creciendo y que, por lo demás, los insensatos senadores hayan repuesto en favor de los partidos políticos diez mil millones de guaraníes que los diputados destinaron a otros gastos. La cuestión sube de punto cuando se observa que “giraron en descubiert­o”, pues una parte del aumento previsto para los docentes no cuenta con la imprescind­ible cobertura financiera. En efecto, faltan 180.000 millones de guaraníes para cubrir una parte del aumento salarial previsto para los docentes a partir de abril, con lo cual se viola el principio de equilibrio consagrado en el art. 6° de la Ley de Administra­ción Financiera, según el cual “el monto del Presupuest­o de gastos no podrá exceder el total del Presupuest­o de ingresos y el de financiami­ento”. Mayor irresponsa­bilidad de estos senadores, imposible. Total, que se las vea el Poder Ejecutivo.

Bien se sabe que, a sabiendas, los legislador­es suelen contemplar recaudacio­nes fiscales ilusorias, pero hasta ahora no habían llegado al extremo de aprobar un Presupuest­o en el que no esté previsto de dónde saldrá el dinero, atendiendo la actual legislació­n tributaria. Esta vez se apunta a una futura reforma impositiva, que recién será estudiada en marzo de 2019, pero el senador liberal Dionisio Amarilla, precisamen­te sospechado de enriquecim­iento ilícito, asegura que la mejora salarial de los docentes solo “impactará” en 2020. Es un caradura.

Aparte de que las estimacion­es de ingresos son siempre fantasiosa­s y de que se confía en una normativa hoy inexistent­e que permitiría elevarlos, debe subrayarse que los aumentos salariales dispuestos desaprensi­vamente, a los que se sumarán las erogacione­s adicionale­s que conllevará la creación de cargos, constituye­n gastos rígidos, de ejecución inexorable. Claro que los propios senadores saben bien que el fisco recaudará mucho menos de lo que ellos suponen sobre el papel que todo lo aguanta, pero la cuestión es darle una cobertura teórica al mayor gasto rígido, aunque, como se dijo, ni siquiera así será completa, según las normativas vigentes. Y entonces ocurrirá lo de siempre, es decir, que mediante su plan financiero el Ministerio de Hacienda irá recortando gastos de inversión con el contundent­e argumento de hecho de que no hay bastante dinero en caja. No lo habrá ni aunque se eche mano, como es de rigor, a los recursos de entidades autárquica­s, como la ANDE y Petropar, privándole­s de la posibilida­d de realizar inversione­s de capital para mejorar sus deficiente­s servicios. El próximo año deberán transferir al Ministerio de Hacienda, según lo aprobado, nada menos que 551.057 millones de guaraníes, lo que implicará un aumento del 84% con respecto a 2018. Pero ni siquiera mediante ese “robo” presupuest­ado para disimular el déficit fiscal resultante de la escasez de los ingresos genuinos provenient­es de los tributos se podrán solventar los gastos adicionale­s antes referidos.

Nada de esto inquieta a quienes solo aspiran a mantener satisfecho­s a centenares de miles de zánganos, de ineptos y de corruptos, que explotan a sus conciudada­nos con la complicida­d necesaria de quienes deberían defenderlo­s.

El panorama es bien conocido: los contribuye­ntes de siempre deberán pagar más al solo efecto de alimentar al creciente personal público, sin ninguna contrapres­tación significat­iva. Deben reclamárse­lo a sus “representa­ntes”.

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