Ley 5777 y periodismo
El pasado jueves se realizó en Asunción el seminario internacional “Periodismo y violencia contra las mujeres. Aplicación de la Ley 5777”. Se trata de una normativa de protección integral a las mujeres, contra toda forma de violencia, y en la ocasión el tema fue abordado desde diversas perspectivas y realidades nacionales e internacionales. Hablar de periodismo paraguayo y perspectiva de género obliga necesariamente a remontarnos a los años 90, en los que las publicaciones se centraban en hacer énfasis en la igualdad de oportunidades y en el uso de terminología considerada en ese tiempo como un “neologismo” de “los y las” para desmarcarse del lenguaje no inclusivo y machista.
Hoy la discusión pasa, con tintes de polémica, de si nos suena bien o correcto apelar al “eologismo” como forma de incluir a “todes” y desmarcarnos del lenguaje binario. En ese sentido, la RAE vino a echar un poco de luz o de paños fríos (dependiendo de qué lado del “eologismo” esté uno –o una–), rechazando el uso del “todes”, “todxs” o “tod@s.
Dicen los cables internacionales que el director honorario de la RAE, Víctor García de la Concha, explicó que “en español, el género masculino, por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos. No hay razón para pensar que este género gramatical excluye a las mujeres en tales situaciones”. Esto encendió el debate y las posturas de uno y otro lado parecieran ser atendibles. Es una parte de la lucha de paridad e igualdad de oportunidades y es válida. Sin embargo, convertirla en agenda diciendo que es parte de la construcción y centrarse solamente en eso nos desvía de lo que verdaderamente es relevante en términos de urgencia: la protección a las mujeres de toda forma de violencia. En lo que respecta a las redacciones, no todas, solo algunas que conozco, las periodistas de calle y de redacción se enfrentan a otro tipo de desafíos que tienen que ver con la artesanía de la información cuando se trata de escribir sobre temas que tengan que ver con el abordaje de género y que también forman parte de la construcción.
Se trata en sentarnos y detenernos a aprender y entender los desafíos de estas nuevas construcciones. De saber y comprender por qué cuando una mujer es víctima de un asesinato es feminicidio y por qué no lo es en otros casos. Entender por qué es una aberración decir que una mujer que se dedica a la prostitución no es una mujer “de vida fácil” ni que por eso “ella se buscó” ser agredida o asesinada o que un abuso dentro del matrimonio no fue tal “porque era luego su marido”.
Son acciones subyacentes, anónimas, de las que el público no se entera pero que de alguna manera garantizan la vigencia de la Ley 5777 desde otra perspectiva y que no tiene tiempo de detenerse solamente en el “eologismo”.