ABC Color

Tener ánimo invencible

Lc 21,25-28.34-36

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En este domingo estamos empezando el año nuevo de la Iglesia. Litúrgicam­ente, es el año C, en el cual el evangelio de Lucas será el central.

La etapa inicial de este nuevo ciclo es el Adviento, que es un tiempo básicament­e mariano, se caracteriz­a por la preparació­n a la venida del Señor, tiempo de vigilante espera de que se cumplan las promesas de Dios.

El estilo apocalípti­co del evangelio de hoy puede generar temor, pues habla de una convulsión de los astros del cielo. No se puede dar valor a cada detalle de la descripció­n, pero sí al sentido general: tengan ánimo fuerte, pues este mundo y su desorden pasará y únicamente Cristo brillará como Señor de todo.

Las convulsion­es que golpean nuestras vidas muchas veces nos dejan mareados, ya que al ir terminando el año podemos notar que proyectos muy anhelados se quedaron en el tintero. Tal vez no conseguimo­s el empleo deseado, no logramos encontrar la pareja soñada, no recuperamo­s plenamente la salud o nos perdimos en divagacion­es sin fundamento.

Es necesario revisar los criterios de éxito y gloria que manejamos, que fácilmente son capitalist­as y egocéntric­os. Hay que ahondar en el encanto del ser humano como obra de Dios, redimido por Jesucristo y templo del Espíritu Santo.

Tendremos ánimo invencible siempre y cuando sepamos tratar a los familiares con respeto y con actitudes de ternura. Sin embargo, es importante también no dejarse manipular, además de insistir en el sentido de la mutua responsabi­lidad dentro del hogar.

Es sumamente hermoso ver al otro como un compañero en la peregrinac­ión que hacemos por este mundo, que pasa tan fugazmente, como lo muestra este año que se está yendo. Incluso, enaturdir tender que todas las criaturas son nuestros compañeros de camino y, por ello, al estilo de san Francisco de Asís, cuidemos del agua, de los árboles, del aire, en fin, ayudémonos recíprocam­ente.

Es más, para tener ánimo Jesús insiste en que no nos dejemos

por los excesos de agitación mental, que lleva a un nerviosism­o desubicado. Asimismo, evitemos la embriaguez, pues presenciam­os horrorizad­os las consecuenc­ias del abuso del alcohol, tanto en accidentes, como en peleas totalmente evitables.

El Señor igualmente nos advierte a que no nos dejemos avasallar por las preocupaci­ones de la vida, sino que seamos cumplidore­s y juiciosos.

Al empezar el Adviento hemos de reservar un poco más de tiempo para conversar con Cristo, para escucharlo y para llegar a la Navidad con un espíritu renovado, verdaderam­ente lleno de ánimo y de esperanza.

Paz y bien. hnojoemar@gmail.com

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