HC y la pulga de la que hablaba Libertad
Marcos Cáceres Amarilla
Aun si alguien no conociera los vericuetos y detalles de la investigación judicial y legislativa del caso de lavado de dinero que involucra a Darío Messer y asociados, la reacción desordenada y desesperada del entorno de Horacio Cartes y la de sus medios de comunicación le haría deducir que están sumamente preocupados.
Los intentos del cartismo de minimizar o descalificar los datos que van surgiendo sobre este caso o el empeño en tratar de despegar como sea a su líder de su “hermano del alma”, no hace más que reforzar la impresión de que hay vínculos con el lavado de dinero de los negocios que emprendió en sus primeros tiempos como “empresario”. No se puede descartar que en algún momento esto lo lleve a sentarse en la silla de los acusados.
Después de todo, nadie obligó al expresidente de la República, cuando ejercía el máximo poder del país, a llevar con él a Messer a visitas oficiales al exterior, ni a ponderar a su familia y elogiarla públicamente.
Los datos del caso Messer que lo rozan son una mala noticia más de las varias que el cartismo recibe en estos días y que tienen a su líder nervioso e irascible, según comentan sus allegados.
El equipo político del expresidente ha ido mermando en sus fuerzas paulatinamente desde antes que dejara la presidencia, perdiendo posibilidades de tener influencia. Su mala imagen hace que los otros grupos políticos opten por tomar una distancia prudencial de su movimiento.
A esa situación se suman las denuncias judiciales contra varios integrantes de ese equipo y contra el mismo líder del movimiento, al que salpica el escándalo del lavado de dinero en Brasil, con ramificaciones en el Paraguay.
El pasado martes, por una especie de concesión graciosa de Colorado Añetete, movimiento que lidera Mario Abdo Benítez, la Junta de Gobierno del Partido Colorado, presidida por el diputado Pedro Alliana, pudo sesionar luego de casi un año de parálisis.
La presencia de dirigentes y legisladores de Colorado Añetete no fue, evidentemente, fruto de una decisión casual ni espontánea.
La vulnerabilidad de Honor Colorado hace que ahora los dirigentes abdistas se lancen a operar dentro del partido. Un motivo concreto de este acercamiento es evitar que el Ejecutivo colorado dé la apariencia de que el actual mandatario gobierna con un partido que no funciona y que está desinstitucionalizado. Justamente, eso es algo que le criticaron al cartismo.
En la medida que sigan cayendo cargas de cigarrillos de contrabando, que surjan noticias como la de que los Estados Unidos le denegó la visa al exmandatario o que aparezcan vínculos más contundentes con “negocios turbios” –por los cuales de hecho ya fue investigado en la potencia del Norte– verá restada su capacidad de maniobra para dedicarse a la política partidaria, como anunció que haría.
A esta altura, parece evidente que Horacio Cartes y su equipo hicieron un mal cálculo sobre la relación de fuerzas que resultó de las últimas elecciones generales y que subestimaron en demasía a su adversario.
El Cartes de los últimos actos públicos de este año se asemejaba a alguien que no bajó del pedestal y que creía en el escenario ficticio que le armaron sus leales, como lo habían venido haciendo desde las internas de 2017.
Pese a haber sido derrotado, cuando estaba en el poder y tenía todo a favor para ganar, siguió manejándose como si nada hubiera cambiado, sin advertir que ya nada era como antes.
Para Cartes, Mario Abdo Benítez, “Marito”, siguió siendo como una pulga en su camino. Esa pulga, como decía Libertad, la amiga de Mafalda, no podía picar a una locomotora, pero terminó llenando de ronchas al maquinista.