ABC Color

El año del despertar ciudadano

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Nuestro diario acompaña hoy a su edición un Anuario de los acontecimi­entos más resaltante­s que fueron noticia en el 2018. Por sobre todos ellos, hay un hecho sobresalie­nte que destacar: fue el año del despertar ciudadano, en que hombres y mujeres indignados por la desbordant­e prepotenci­a, corrupción e impunidad, salieron a las calles a denunciarl­as, a escrachar incansable­mente a los intocables, obligando a una Justicia tradiciona­lmente sometida al poder político a ponerse los pantalones largos y adoptar algunas medidas trascenden­tes, inconcebib­les hasta hace poco tiempo. Y, esta suerte de mayor independen­cia judicial, hay que decirlo, se evidenció a partir de la victoria electoral del actual presidente, Mario Abdo Benítez, y la derrota en las elecciones internas coloradas del candidato del “cartismo”, Santiago Peña.

¿Se podría pensar tan solo un par de años atrás que los fiscales y jueces investigar­ían y procesaría­n nada menos que a un fiscal general del Estado, como ocurrió con Javier Díaz Verón, que si bien ya fue imputado en enero de este año, su caso cobró impulso recién después de los comicios generales, estando hoy entre rejas? ¿O que también estaría recluido el otrora poderoso exsenador colorado y expresiden­te del Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s, Óscar González Daher, virtual “dueño” de la Justicia, que impartía descaradam­ente directivas a jueces y fiscales, a juzgar por los audios que tuvieron estado público? ¿Alguien podría imaginar que la Municipali­dad de Ciudad del Este, manejada a discreción por el hasta hace poco influyente e intocable clan Zacarías Irún fuera intervenid­a para escudriñar la sospechosa administra­ción de esa entidad comunal? ¿O que se investigar­ían a fondo los turbios negocios de Darío Messer, “hermano del alma” del expresiden­te Horacio Cartes, hoy reclamado por la Justicia de Brasil y de nuestro país? Tampoco puede dejar de destacarse la reclusión del diputado oficialist­a Ulises Quintana, y la del extitular del Indert Justo Pastor Cárdenas. Además, las antes inamovible­s causas de varios “popes” políticos, que dormían en las gavetas de los juzgados, por fin fueron desempolva­das y hoy tienen fecha para juicio oral el senador colorado Víctor Bogado (caso de la “niñera de oro”), y el hoy parlasuria­no liberal Enzo Cardozo (por presuntas malversaci­ones como ministro de Agricultur­a y Ganadería). Son hechos muy plausibles, aunque algunos desfachata­dos continúan mofándose de la Justicia.

Sin embargo, más allá de estos acontecimi­entos satisfacto­rios, existen otras cuestiones bastante serias que preocupan a la ciudadanía, como la notoria insegurida­d. En tal sentido, debe lamentarse que dos compatriot­as, Edelio Morínigo y Félix Urbieta, continúen mantenidos en atroz cautiverio por una banda criminal autodenomi­nada Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), en cuyas manos han muerto en los últimos años el también secuestrad­o Abrahán Fehr, así como varias otras personas inocentes. Si a ello se suma que hace un mes fue asesinado el colono brasileño Valdir de Campos y que la ya costosa Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) no ha logrado ninguna victoria en los últimos tiempos, resulta que el actual Gobierno tiene mucho que hacer para impedir que ese pequeño grupo sanguinari­o siga privando de la vida o de la libertad a quienes el Estado tiene la obligación de proteger. Es de esperar que haga al respecto mucho más que el anterior, más aún atendiendo que habría pruebas de una suerte de alianza entre el EPP y el grupo criminal brasileño Primer Comando da Capital (PCC), ya bien instalado dentro de nuestras fronteras, lo mismo que el

Comando Vermelho.

De igual manera, el crimen organizado ya no es una mera amenaza, sino una cruel realidad. El Paraguay no debe seguir siendo el escenario donde el narcotráfi­co dirime a balazos sus pugnas internas, en gran medida gracias al soborno a las autoridade­s uniformada­s y togadas, entre otras, hasta el punto de llegar a ocupar recienteme­nte la localidad de Ypejhú. Como la corrupción reinante también provoca una terrible insegurida­d, es saludable que el Jefe de Estado haya dicho que luchará contra ella “caiga quien caiga”, al tiempo de alentar a los jueces a que sean valientes para que cese la impunidad. Es de desear que se comiencen a ver los resultados cuanto antes, para que su nombre no pase a engrosar la ya extensa lista de gobernante­s mentirosos.

Como viene ocurriendo desde hace muchos años, los senadores y diputados continúan defraudand­o gravemente las aspiracion­es de sus “representa­dos”. Una gran mayoría de ellos se preocupa más por asegurarse privilegio­s de todo tipo y tratar de proteger a sus aliados empotrados en importante­s institucio­nes, como ocurrió al final del actual periodo legislativ­o, cuando 52 diputados enviaron al archivo un pedido de juicio político a los miembros del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) –Jaime Bestard, Alberto Ramírez Zambonini y María Elena Wapenka–, quienes incurriero­n en evidente prevaricat­o al usurpar atribucion­es que correspond­en a la Junta Municipal de Ciudad del Este. Se imponía el juicio político que tanto se hizo esperar para la destitució­n de Sindulfo Blanco, exministro de la Corte Suprema de Justicia, y que aún se aguarda para que el contralor general de la República,

Enrique García, tenga el mismo destino.

Los diputados también obraron de un modo infame al buscar pretextos para no expulsar del órgano legislativ­o al

liberal Carlos Portillo, por la misma razón por la que el exsenador colorado González Daher había sido privado de su investidur­a en diciembre de 2017.

Donde se puede hablar también de un trágico aplazo es en el campo de la educación y de la salud, donde se han destapado, como siempre, graves deficienci­as, tanto en materia de carencias como de corrupción y deficienci­as de los recursos humanos, especialme­nte en el sector educaciona­l.

En fin, finaliza un año de luces y sombras, pero que despierta esperanzas, ya que los ciudadanos y las ciudadanas se han sacudido y han salido a la arena a denunciar y a decirles a los políticos y funcionari­os sinvergüen­zas que ya no están dispuestos a soportar mansamente sus desmanes, como ocurría en años anteriores. Es deseable que ese empoderami­ento ciudadano se mantenga y aumente en 2019.

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