Una cruz para la polémica
El pasado 15 de diciembre nos refiere la crónica del diario ABC se erigió una gran cruz en Kurusu Pa’i, Itá Ybaté; en recuerdo o memoria de los fusilados en diciembre de 1868, durante la Guerra Grande. Lo primero que sentí, después de leer el artículo, es una cierta parcialidad del autor, que no lleva firma; pero enseguida reflexioné sobre la cruz y su significado.
La cruz es un antiguo instrumento de tortura seguida de muerte, en la cual se clavaba a los ladrones, asesinos o simplemente gente extranjera que desafiaba al poder romano, donde el condenado terminaba muriendo generalmente por asfixia; así, de esta manera, de la forma más baja, fue crucificado Nuestro Señor Jesucristo.
En los primeros siglos la cruz no fue el símbolo cristiano, eran gráficos que solo conocían ellos, ya que estaban perseguidos: dos pescados, una X sobre una P, que en griego sería una abreviatura de Cristo; y cuentan que fue el emperador Constantino (siglo IV d.C.) que hizo pintar en los escudos de los soldados el símbolo de la cruz que vio en un sueño, lo que le permitió ganar una batalla decisiva; aquí comienza el cambio: los cristianos salen a la luz, dejan de ser perseguidos (por un tiempo) y luego adoptan la Cruz como símbolo.
Y la Cruz, el antiguo instrumento de muerte, a partir de la crucifixión de Jesucristo, luego de tres siglos, pasó a ser un símbolo de vida y otros. Para el cristiano es conocida la expresión “que cada uno lleve su cruz“, tal como la portó Nuestro Señor todos tenemos una cruz que llevar en la vida, que más ligera es cuando se comprende el sentido verdadero que esta tiene; la cruz también simboliza esperanza, la espera de una vida nueva más allá de la muerte, por tanto le da sentido y trascendencia a la actual; es un símbolo de amor, porque en ella fue sacrificado un hombre inocente que se entregó mansamente para salvación de la humanidad; la cruz es un símbolo que al contemplarla invita a la reflexión, la oración y la meditación; también simboliza el perdón; y seguramente muchas otras cosas que en este momento no se me ocurren.
Pero algo es seguro, la cruz no simboliza el odio; así que cuando alguien pase por Kurusu Pa’i, el histórico lugar, sería bueno que se rece o se persigne por las almas de los desdichados que se supone están enterrados en el lugar, aunque no lo estén, no importa; pero no sentir frente al símbolo cristiano alguna hostilidad hacia los mismos o hacia el mariscal Francisco Solano López; y aunque se piense que en el fondo la intencionalidad de parte de los compatriotas que tuvieron la gran idea sea más política que cristiana; porque el drama de la Guerra Guasu fue muy complejo para limitarlo en una persona y el símbolo de la Cruz no debe ser utilizado para generar o reabrir viejos rencores, de una historia épica que fue a la vez trágica y heroica. La cruz debe ser un símbolo de unión y esperanza, tal como la soñó Constantino. y la destrucción masiva de los pocos barrios residenciales que quedaban en esta ciudad, súbitamente transformada en un continuo estruendo que martiriza a los vecinos.
La proliferación desordenada y caótica, de edificios de altura en barrios donde no existen espacios para circulación y estacionamiento ni capacidad de provisión de aguas y cloacas han transformado la antigua Madre de Ciudades en un conglomerado de eterno embotellamiento con su cacofonía de bocinazos e insultos.
En el antiguo señorial barrio de Villa Morra, extendido a Carmelitas, Mburucuyá, Ykua Satî y otros coexisten de manera promiscua y ofensiva, hoteles restaurantes con música, terrazas de eventos, juegos de azar, y otros. El único relegado sin el menor derecho a su descanso reparador es el ciudadano común que aparte de cumplir con sus obligaciones impositivas carece de todo recurso al cual apelar.
Por ejemplo las llamadas telefónicas a las Seccionales policiales reciben como respuesta de que las patrulleras hicieron su trabajo pero fueron informadas que la fiesta ruidosa cuenta con permiso Municipal, dando a entender que eso les autoriza a generar música ensordecedora hasta bien pasado el amanecer.
Llamar a la Municipalidad para colocación de cepos a los infractores resulta inútil, porque la respuesta puede ser “nuestros móviles carecen de combustible” o voy a mandar una patrulla que nunca llega.
Cuando en horarios laborales se logra un contacto telefónico las respuestas suelen ser anodinas y carentes de toda posibilidad de solución, como ser “los ruidos son responsabilidad de la unidad de Gestión Ambiental” posiblemente una de las mas débiles e intrascendente de todos los gobiernos municipales, y que solo funcionan en horarios laborales.
Y ya no hablemos del vergonzoso estado de constante suciedad de las calles.