Negro panorama
El año 2019 no se ve nada bien en Salto del Guairá, departamento de Canindeyú. De por sí el comercio se viene a menos por la alta cotización del dólar en relación al real brasileño, por los vaivenes políticos y corrupción existentes en el país vecino.
Esto, hablando de comercio lícito. Pero Salto del Guairá, igual que toda la frontera con el Brasil, vive también del contrabando. Un contrabando atípico, por cierto, porque mientras todos traen mercancías del exterior para venderlos aquí, por Salto se envía contrabando al Brasil, encabezado por el cigarrillo.
Desde que asumió el nuevo gobierno se desató una fulminante persecución a dicho negocio ilícito, que por aquí ya casi se producía como algo “normal”.
Por fin un gobierno que parece luchar con firmeza contra las ilicitudes de la frontera.
¿Pero, si el gobierno está haciendo lo correcto, por qué el panorama debe ponerse negro? Sencillo, porque está combatiendo el modus vivendi de la gente que el propio Estado propició durante décadas, y hoy por los vientos de cambios en la conducción del país se persigue, dejando a gran parte de la población fronteriza sin ingresos, ilícitos, pero ingresos al fin que permitían su supervivencia.
Lo que el gobierno actual se olvidó de hacer es proponer a la población atrapada en los negocios ilegales, alternativas válidas para no depender más de lo ilícito, como enviar cigarrillos “made in Cartes” en lancha a otros países, sin pasar por las aduanas.
O quizás dejar de comprar droga de Colombia, Bolivia y Perú para revender a los brasileños.
Los paraguayos, en especial los fronterizos, tienen suficiente dignidad como para preferir la legalidad, lo lícito y lo comercialmente correcto, pero cuando quedan en medio del tiro cruzado de los protagonistas de la sucia política del más alto escalón, quedan desconcertados.
El gobierno de Mario Abdo Benítez debe seguir firme en su lucha contra el país de narcos, piratas y contrabandistas que heredó, pero no puede limitarse solo a eso. Debe tener la inteligencia y la valentía de generar opciones verdaderamente válidas para que ningún paraguayo reniegue de haber votado por el cambio, así como ocurre con los nostálgicos de la dictadura.
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