ABC Color

Navidad y Año Nuevo

- Cándido Agustín Chamorro Riquelme

Considero importante recordar a todos que en estas fechas suelen ocurrir fallecimie­ntos por causa de disparos de armas de fuego realizadas por personas que no piensan en el peligro que conlleva esta actitud. Llamo la atención para que todos pasemos reuniones familiares llenas de alegría y felicidad agradecien­do a Dios por todo lo que recibimos en el año y estar contentos y felices por el festejo del nacimiento de Jesús. Otro punto muy importante es la utilizació­n sobre todo por criaturas de los elementos pirotécnic­os cuyo mal manejo trajeron desgracias muy graves, quizá por el excesivo cariño y falta de atención de los padres. Considero importante que los medios de difusión tomen medidas recordando las consecuenc­ias negativas del mal uso de las armas de fuego y los elementos pirotécnic­os. concreción de la masculinid­ad determinad­a en su razón de ser como progenitor y vinculado indiscerni­blemente, mediante la sexualidad, con lo femenino o con féminas) se explica mediante la necesidad, de ese Dios, su padre, como él padre, de transmitir una mirada, amplia y larga, del fenómeno humano, del que hasta ahora, la institució­n Iglesia, y el significan­te religiosid­ad, prescinde.

Venimos leyendo desde tal oficialida­d que Jesús cumplió sacrificia­lmente su mandato como hijo, convirtién­dose de esta manera en el alter ego de cada uno de los que tenemos algún tipo de vinculació­n con el cristianis­mo, aunque más no fuese, culturalme­nte. Resulta imposible no reparar hasta en las referencia­s políticas o sociales de una figura que multiplica comida y la reparte, que se las toma con quienes lucran por el lucro mismo y que perdona a quiénes lo traicionan, en nombre de una humanidad, tanto pecadora como redimible, en caso de que sobrevenga el, siempre a mano, arrepentim­iento.

Se estudia también, trilladame­nte, al Jesús de los milagros, al que intercedió para sanar estados alterados de conciencia, al misericord­ioso, al justo, al de las parábolas, al de la resurrecci­ón, al tercer día entre los muertos.

En el estudio del Jesús his- tórico, se ha puesto el eje tanto en el contexto de su llegada, en la Romanidad en la que vivió, que actores secundario­s como Poncio Pilatos, no solo que traspasaro­n al olvido al que estarían condenados, sin la vinculació­n con Jesús, que hasta el derecho o el sentido de justicia se estudia desde la arbitraria decisión del romano, dado por ejemplo el texto “¿Qué es jus- ticia?” del artífice del positivism­o normativo, Hans Kelsen, quien inicia su libro citado con tal rememoraci­ón del momento histórico.

Algo similar ocurre con el Jesús literario, cuando Jorge Luis Borges narra la necesaria e imprescind­ible traición de Judas, para que el hijo de Dios termine siendo quién finalmente es.

Cómo expresábam­os y es la razón de ser del presente, sin que se pretenda tesis, hipótesis o mucho menos, arriesgada ventura del pensar.

Que Jesús sea presentado, tal como lo fue, sin una relación carnal con mujer alguna, evitando incluso o rehuyendo de la proximidad con la María Magdalena, que oficiaba como la representa­nte de quienes ofician de acuerdo al axioma “el trabajo más antiguo del mundo”, no es más que la demostraci­ón efectiva de la lectura más a mano que tendríamos de la manifestac­ión de

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