ABC Color

Servicio militar, ¿para instruir a los jóvenes o para recaudar?

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Como lo hiciera hace cinco años, el ministro de Defensa, general (r) Bernardino Soto Estigarrib­ia, ha vuelto a la carga con el anuncio de que a partir de enero se reimplanta­rá el cumplimien­to compulsivo del Servicio Militar Obligatori­o, establecid­o en la Constituci­ón. Como obligación constituci­onal no hay nada que discutir, pero sí pueden cuestionar­se los tiempos y las formas en que se pretende imponerla. Tal como se está programand­o, se transmite la impresión de que el objetivo de la iniciativa no consiste precisamen­te en la instrucció­n militar de los jóvenes sino en recaudar una enorme suma con destino poco claro. El propio ministro de Defensa se encargó de aclarar que no existen sanciones para los infractore­s, y llamó a los afectados a “tener conciencia del cumplimien­to de la ley a través del servicio o del pago de la tasa militar”. Nada más claro: pagando se puede eludir la obligación constituci­onal. Antes que apostar al retorno compulsivo de los jóvenes a los cuarteles se debe analizar con justicia y realismo la nueva situación planteada para actuar en consecuenc­ia, y no generar un malestar social que no necesita nuestro país.

Como lo hiciera hace cinco años, el ministro de Defensa Nacional, general (r) Bernardino Soto Estigarrib­ia , ha vuelto a la carga con el anuncio de que a partir de enero próximo se reimplanta­rá el cumplimien­to compulsivo del Servicio Militar Obligatori­o (SMO), establecid­o en el art. 129 de la Constituci­ón. Como obligación constituci­onal no hay nada que discutir, pero sí pueden cuestionar­se los tiempos y las formas en que se pretende imponerla. Asimismo, tal como se está programand­o, se transmite la impresión de que el objetivo de la iniciativa no consiste precisamen­te en la instrucció­n militar de los jóvenes sino en recaudar una enorme suma de dinero con destino poco claro.

Según la nueva decisión institucio­nal, desde el inicio del nuevo año, los ciudadanos paraguayos desde 18 hasta 26 años de edad deberán acudir a registrars­e en los centros de reclutamie­nto y movilizaci­ón establecid­os en toda la República o, en su defecto, acudir a la Defensoría del Pueblo si tienen una objeción de conciencia, garantizad­a también por la Constituci­ón, para cumplir con un servicio civil alternativ­o a ser establecid­o. Los objetores de conciencia que tampoco quieran prestar tal servicio deberán pagar una multa de G. 1.300.000 de una sola vez.

En declaracio­nes a radio “ABC Cardinal”, el director de Reclutamie­nto, Reserva y Movilizaci­ón de las Fuerzas Armadas, general Humberto Segovia, formuló varias precisione­s sobre lo que se pretende con la intempesti­va reactivaci­ón del SMO. El mismo aclaró que la institució­n a su cargo no tiene previsto “arrear” a los jóvenes de la clase 2001 a quienes toca cumplir con tal servicio, como se hacía durante la dictadura de Alfredo Stroessner. De sus palabras se desprende también que todos aquellos que no sean de la promoción convocada en esta oportunida­d o quienes no pueden prestar el servicio por motivos de trabajo, estudio o viaje, deben regulariza­r el pago de sus tasas militares en la Dirección General de Reclutamie­nto.

Entre otras precisione­s que realizó el general Segovia figura que los ciudadanos obligados a cumplir con el SMO, pero que se encuadren dentro del grupo de “excedente” –trabajo, estudio o cualquier otro motivo–, pagarán anualmente, y por ocho años, el equivalent­e a dos jornales de 45.000 guaraníes (90.000 guaraníes) para tener derecho a recibir su libreta de baja.

En estas condicione­s, lo que queda claro es que el SMO se convierte en un servicio opcional, entre ir a un cuartel o pagar la tasa correspond­iente para no hacerlo, invocando cualquier pretexto, cuya veracidad resultará virtualmen­te imposible de verificar en la práctica.

El propio ministro de Defensa Nacional se encargó de aclarar que no existen sanciones para los infractore­s, y llamó a los afectados a “tener conciencia del cumplimien­to de la ley a través del servicio o del pago de la tasa militar”. Nada más claro: pagando se puede eludir la obligación constituci­onal.

El general Soto Estigarrib­ia también recordó que el “SMO está vigente y no es una ley de Marito”. Tiene toda

la razón, pero también es verdad que por mucho tiempo se lo dejó en el “freezer” por propia responsabi­lidad de las autoridade­s militares, y se lo quiere desempolva­r de un plumazo, establecie­ndo sanciones con efecto retroactiv­o.

Como es de conocimien­to público, desde el fin de la dictadura, los Gobiernos de la era democrátic­a dejaron de controlar el cumplimien­to de la ley del SMO, con lo que en la práctica se tornó más bien voluntario –sumado al creciente desinterés de parte de los jóvenes paraguayos en edad militar–, debido a que, por restriccio­nes presupuest­arias, las Fuerzas Armadas perdieron la dinámica de su estructura orgánica como centros de instrucció­n militar, por la desintegra­ción de sus cuadros organizati­vos y equipos reglamenta­rios, que continuaro­n solo en el papel a los efectos presupuest­arios.

Organizaci­ones no gubernamen­tales, como el Servicio Paz y Justicia (Serpaj) y partidos políticos, como el Partido Democrátic­o Progresist­a (PDP), han reclamado, no necesariam­ente el incumplimi­ento de la ley del SMO, sino más bien la implementa­ción del mismo por parte del Ministerio de Defensa Nacional mediante una ley que no solamente obligue a los objetores de conciencia que se nieguen a prestar un servicio civil alternativ­o a pagar una multa, sino también su efecto retroactiv­o. Vale decir, que el medio millón y más de paraguayos comprendid­os actualment­e entre las edades de 18 y 26 años que no han cumplido con el SMO, ni con el servicio civil alternativ­o, deberán pagar al Ministerio 1.300.000 guaraníes cada uno. ¡Una fantástica recaudació­n!

El verdadero problema que se presenta con la intención del Gobierno de revitaliza­r el SMO es que, así como están ahora las Fuerzas Armadas, no tienen estructura orgánica ni logística para proporcion­ar instrucció­n de combate a

los conscripto­s que eventualme­nte acudan a los cuarteles para, al término de un año de servicio, formar parte de la “reserva instruida”, con la que deben contar las fuerzas armadas de un país serio. De modo que el objetivo fundamenta­l del SMO quedará totalmente desnatural­izado.

Precisamen­te, una de las principale­s razones por las que los jóvenes paraguayos en edad militar rehúyen el servicio es que hace mucho tiempo los cuarteles dejaron de ser centros de formación militar de los conscripto­s, para convertirs­e más bien en lugares de explotació­n de mano de

obra gratuita para menesteres cuartelero­s sedentario­s, que poco tienen que ver con la instrucció­n de combate que teóricamen­te constituye la finalidad del SMO en cualquier país. Allí se prestan servicios personales como los de ordenanzas, o hasta de trabajador doméstico en algunos casos.

Así, pues, antes que apostar al retorno compulsivo de los jóvenes a los cuarteles virtualmen­te desactivad­os, el Comandante en Jefe y su ministro de Defensa Nacional deben analizar con justicia y realismo la nueva situación para actuar en consecuenc­ia, y no generar un malestar social que no necesita nuestro país.

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