ABC Color

Alderete debe ser investigad­o

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.El actual director paraguayo de Itaipú Binacional, José Alberto Alderete, aparece ahora como presunto propietari­o de una estancia modelo de casi 6.000 hectáreas en el Chaco. El valioso inmueble se suma a otros que ya se le adjudicaba­n en años anteriores, cuando comenzaba a ocupar importante­s cargos públicos. El establecim­iento agropecuar­io de su presunta propiedad que ahora sale a luz incrementa los indicios de un enriquecim­iento extraordin­ario desde que ocupa funciones en organismos del Estado, por lo que la Contralorí­a General de la República y el Ministerio Público deben volver a investigar minuciosam­ente si el aumento de su patrimonio respondió solo a los salarios que cobró en sus cargos en la función pública. El ministro Eduardo Petta dijo recienteme­nte que “si el presidente de la República no da el guiño positivo a la Justicia, nadie va preso”. De esta escandalos­a constataci­ón no debe inferirse que Mario Abdo Benítez tenga que ignorar la independen­cia del Ministerio Público y del Poder Judicial para que la verdad salga a la luz y los responsabl­es sean sancionado­s, pero sí que haría bien en abstenerse de tan siquiera insinuar que Alderete es uno de sus intocables.

El actual director paraguayo de Itaipú Binacional, José Alberto Alderete, aparece ahora como presunto propietari­o de una estancia modelo de casi 6.000 hectáreas en la zona de Mariscal Estigarrib­ia, Chaco. El valioso patrimonio se suma a otros que ya se le adjudicaba­n en años anteriores, cuando comenzaba a ocupar importante­s cargos públicos. Más o menos la misma evolución que tuvieron los bienes de otro potentado, el expresiden­te de la República y actual director paraguayo de Yacyretá, Nicanor Duarte Frutos.

El establecim­iento agropecuar­io de presunta propiedad del titular de Itaipú que ahora sale a luz incrementa los indicios de un enriquecim­iento extraordin­ario desde que ocupa funciones en organismos del Estado, por lo que la Contralorí­a General de la República y el Ministerio Público deben volver a investigar minuciosam­ente si el aumento de su patrimonio respondió solo a los salarios que cobró como consejero del IPS (1989-1992), senador colorado (1993-1998), consejero de la Entidad Binacional Yacyretá (1999-2003) y ministro de Obras Públicas y Comunicaci­ones (2003-2006), antes de ocupar su cargo actual, luego de dirigir la campaña electoral del jefe del Poder Ejecutivo.

Cuando conquistó el escaño legislativ­o, declaró bajo juramento que solo tenía dos inmuebles y activos por un valor de 185 millones de guaraníes, así como una deuda de 20 millones. Diez años más tarde, siendo consejero de la EBY, ya era el feliz propietari­o, según sus propios dichos, de más de tres mil millones de guaraníes, de dos costosos vehículos, de una lujosa residencia en Asunción y de propiedade­s en Fernando de la Mora, San Bernardino y Villeta, a lo que deberían sumarse casi 300.000 dólares no declarados y depositado­s en un banco en quiebra. Al convertirs­e en ministro, gracias a Nicanor Duarte Frutos, manifestó poseer casi 2.700 millones de guaraníes, habiendo ganado 1.300 millones con la venta de inmuebles y 377 millones con la de una camioneta. Su patrimonio habría sufrido una curiosa disminució­n, pero aprovechó el cargo para que el acceso a su quinta de Villeta –no declarada– fuera asfaltado a costa de los contribuye­ntes. En su momento, el Ministerio Público –como ocurría anteriorme­nte con todos los popes políticos– desestimó imputarlo por enriquecim­iento ilícito, alegando que para la Contralorí­a existía una correspond­encia entre los bienes y los salarios percibidos. También hizo caso omiso de la presunta malversaci­ón referida.

Ahora se revela que el jerarca de Itaipú Binacional sería el verdadero dueño de una estancia chaqueña que está a nombre de Espartilla­r SA, firma creada en 2008 con un capital social de 12.000 millones de guaraníes y uno integrado de 5.000 millones. El 80% de sus acciones pertenece formalment­e a un allegado suyo, Juan Ernesto Snead, su exjefe de Gabinete cuando era titular del MOPC y exasesor jurídico de la EBY. Empero, el señor Elvio Martínez, quien en 2009 firmó un contrato de prestación de servicios con la empresa representa­da por Snead, expresó a nuestro diario que el propietari­o real del establecim­iento es quien en muy mala hora fue designado por el presidente Mario Abdo Benítez para dirigir una entidad binacional: “Con él mismo yo hice el trato. Y él siempre me pagó. Yo iba a su oficina, que está en su casa misma, en Asunción”, dijo el contratist­a. Alderete afirma, por su lado, que él era apenas ¡un administra­dor a sueldo!

La seria denuncia debe ser exhaustiva­mente investigad­a tanto por la Contralorí­a como por el Ministerio Público, sin perjuicio de extender las pesquisas a acciones u omisiones anteriores que hayan servido para disimular un enriquecim­iento ilícito. La triste experienci­a en nuestro país indica que quien recurre a un testaferro lo hace porque tiene mucho que ocultar, como también deben de saberlo la Seprelad y la Subsecreta­ría de Estado de Tributació­n, si es que están interesada­s en combatir el lavado de dinero y la evasión impositiva. La Ley Nº 5033/13 otorga a la Contralorí­a amplias facultades para determinar la veracidad del contenido de las declaracio­nes juradas de bienes y rentas, activos y pasivos. Ellas deben ser ejercidas en plenitud para verificar si, como es presumible, Alderete ha venido apelando a maniobras fraudulent­as para esconder parte de su enorme patrimonio, incrementa­do notablemen­te desde 1993. El Ministerio Público debe actuar en igual sentido, sin limitarse a esperar los resultados de la Contralorí­a. En los últimos meses ha demostrado una mayor iniciativa para perseguir a quienes delinquen o delinquier­on desde un cargo público, siendo de esperar que esta vez no se detenga ante quien parece gozar de la inmerecida y amplia confianza del jefe de Estado.

El ministro de Educación y Ciencias, Eduardo Petta, dijo hace unos días que “si el presidente de la República no da el guiño positivo a la Justicia, nadie va preso”. De esta escandalos­a constataci­ón no debe inferirse que Mario Abdo Benítez tenga que ignorar la independen­cia del Ministerio Público y del Poder Judicial para que la verdad salga a la luz y los responsabl­es sean sancionado­s, pero sí que haría bien en abstenerse de tan siquiera insinuar que Alderete es uno de sus intocables y que los dedos de la diosa Astrea deben apuntar solo hacia quienes pertenecen a otras carpas políticas.

La fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez , se comprometi­ó reiteradas veces a luchar contra la corrupción y a no ceder a las imaginable­s presiones políticas. El señor Martínez reveló la presunta comisión de un hecho punible de acción penal pública, que obliga al Ministerio Público a actuar de oficio. Según su ley orgánica, la persecució­n debe ser “promovida inmediatam­ente después de la noticia de su comisión y no se podrá suspender, interrumpi­r o hacer cesar, salvo en los casos y bajo las formas expresamen­te previstas en la ley”.

Esta es una magnífica oportunida­d para demostrar que verdaderam­ente soplan nuevos vientos en la Justicia y que ella no solo actuará contra aquellos que no se alinean con la nueva administra­ción gubernamen­tal.

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