ABC Color

¿Qué dirán?

- Daf@adinet.com.py

Danilo Arbilla

Dijo el papa Francisco: “Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia”, (???).

¿Cuándo? ¿En los próximos seis años en que Nicolás Maduro pretende mantenerse en el poder, ilegítimam­ente y a sangre y fuego si es preciso?

También deseó el argentino Jorge Bergoglio que “los habitantes de la querida Nicaragua se redescubra­n hermanos para que no prevalezca­n las divisiones y las discordias” (???).

Cómo? ¿Con la resurrecci­ón de los más de 300 muertos, recobrando la libertad de prensa, sin apaleamien­tos, con el fin de la dictadura Ortega-Murillo, que tiene las mismas aspiracion­es que Maduro?

El jefe de la Iglesia Católica, en casos, fue crítico, y con su mejor tono proletario-kirchneris­ta advirtió que “unos pocos celebran banquetes espléndida­mente y muchos no tienen pan”.

¿A quién se refería? Quizás a Maduro y la cúpula militar en el poder, o al matrimonio Ortega-Murillo. Es seguro, o casi, que sus mesas han de ser espléndida­s.

Lo que sí es totalmente seguro es que no habrá pan en miles y miles de mesas de nicaragüen­ses y muchas más de venezolano­s. ¿Sabe el Papa que en Venezuela un salario mínimo no da ni cerca para dos comidas modestas de una familia, o que no alcanza para comprar dos kilos de carne?

¿Cómo les caerán estas “bendicione­s” del pontífice a los familiares de los muertos y de los presos políticos en Nicaragua y Venezuela? ¿Qué pensarán los 2,3 millones de venezolano­s en el exilio y los muchos más que pasan hambre en Venezuela?

A nadie puede sorprender estas declaracio­nes del Papa. Esa ha sido su tesitura: con el cuento del diálogo y la reconcilia­ción, ha sido el mayor respaldo para Maduro. Con esa “propuesta” de armonía lo sacó de los pelos dos años atrás, y es responsabl­e del agravamien­to de la crisis de Venezuela.

El Papa habla de “banquetes espléndido­s” y omite hablar de las violacione­s de los derechos humanos. ¿No sabe que en Nicaragua echaron a la CIDH, organismo de la OEA?

Nadie debería extrañarse y menos tratar de “explicarle e informarle” al Papa lo que pasa en Venezuela. Él, bien que lo sabe.

Tengo curiosidad en saber lo que dirá la Iglesia Católica sobre toda esta performanc­e de Bergoglio dentro de 30 o 40 o 70 años, o dentro de cuatro o cinco siglos. ¿Pedirá perdón como con los “abusos”; o admitirá que la tierra se mueve, dándole la razón al porfiado de Galileo; o modificará el relato, dentro de lo posible, como en el caso de la bendición de los cañones?

¿Y qué dirá, por ejemplo, el presidente mexicano López Obrador, que echó para atrás y retomó el buen camino, según dijo el gobierno de Cuba? Ahora AMLO apoya a Maduro.

Quizá no tenga mucho más que explicar, a lo sumo decir que vuelve a la vieja política del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI), en el cual AMLO se inició y bebió de sus fuentes, pasando por alto la “matanza de Tlatelolco”, y en presidenci­as como las de Luis Echeverría y José López Portillo, en las que se robó a manos llenas. Se trata de la política de independen­cia de siempre (con alguna inflexión ante EE.UU.), dirá.

Más difícil de explicar le resultará a la izquierda uruguaya y al hoy gobernante Frente Amplio. ¿Qué dirán? Quizás tengan que hacerlo dentro de muy poco tiempo.

La posición del gobierno uruguayo frente a la crisis venezolana es una de las cosas que más ha llamado la atención a nivel internacio­nal. Nadie se explica que apoyen tan tozudament­e a un régimen a todas luces dictatoria­l. Se buscan explicacio­nes. Lo hacen los analistas de importante­s medios; comienzan a escarbar, y segurament­e seguirán escarbando.

Como que se le ha movido el piso al “pequeño y ejemplar” país. Todo ello está mellando la imagen al Uruguay, al gobierno y a la propia izquierda.

Y todo ese costo por apoyar a Maduro, a los militares venezolano­s y sus socios cubanos.

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