La caída y la luz al final del túnel
La caída del clan Zacarías-McLeod en Ciudad del Este se inscribe dentro de las derrotas que viene sufriendo el cartismo en forma continuada desde la elección interna colorada de 2017, que van dejando a ese equipo político con pocas posibilidades de reacción.
Además de las pruebas abrumadoras por parte de la intervención y la Contraloría General sobre manejos turbios del dinero público en la Municipalidad de Ciudad del Este y de los indicios de enriquecimiento ilícito, los Zacarías tienen el plus de haber usado y abusado de su poder para atacar y humillar a sus rivales políticos.
Esa actitud hizo que se ganaran odios y enemistades perdurables.
Apenas terminadas las elecciones generales de abril de 2018, el senador colorado Juan Carlos Galaverna denunciaba la traición de los ZI contra la candidatura de Mario Abdo Benítez. La acusación era que pactaron con la oposición para votar por el candidato de la Alianza a cambio de una impunidad futura.
Alto Paraná fue uno de los pocos departamentos del país en los que perdió la chapa Abdo Benítez-Velázquez. Esto nunca lo olvidó el equipo del Mandatario.
Cuando Abdo Benítez ya era presidente electo pero aún no asumía y cuando Horacio Cartes penaba por no poder jurar como senador electo, Zacarías Irún se dedicaba a acusar de “traidor” al futuro mandatario por esa situación. También lo presentaba como un títere de Desirée Masi (PDP), Carlos Amarilla (PLRA) y Eduardo Petta (ANR-Añetete).
Zacarías Irún no hacía así más que repetir la conducta y el modelo del “patrón” HC, quien no tenía miramientos para maltratar a los políticos, a los que de hecho despreciaba con ahínco.
La diferencia es que HC se recostaba en su fortuna, bastante más abultada y mejor “legalizada” que la del dirigente esteño, al que ahora le cuesta explicarla.
La alianza “carnal” de Zacarías con quien lo derrotó en la interna y al que trató, entre otras cosas, de presokue y de tener vínculos con el narcotráfico, significó el fin de sus aspiraciones presidenciales pero al mismo tiempo la apertura de un periodo de bonanza económica sin precedentes. Algunos dirigentes, como Silvio “Beto” Ovelar, se alejaron de él definitivamente.
Los beneficios acumulados por el clan explican suficientemente la lealtad perruna del senador hacia su protector, HC.
Sin embargo, es muy difícil creer que el exmandatario se jugará ahora por su exaliado. Seguramente, aplicará aquella máxima de que uno puede llevar el cajón del muerto hasta el cementerio, pero no enterrarse con él.
Ayer a la tarde corrían versiones acerca de que el clan ZI operaba febrilmente con diputados de la oposición para intentar frenar el tratamiento en la sesión del informe de la interventora Carolina Llanes.
Resulta difícil creer que algunos diputados de la oposición se jugarán por la exintendenta, por aquello de no enterrarse con el muerto.
Para intentar evitar la debacle definitiva, los cartistas alegarán, seguramente, arbitrariedad, atropello, ilegalidad, indefensión, persecución política, etc., sustantivos que pronunciados en defensa de estos personajes sonarán a feroz ironía.
De concretarse la destitución de McLeod, posiblemente habrá elecciones municipales en Ciudad del Este, en un ambiente que exige acuerdos políticos de difícil implementación después de más de tres lustros de poder omnímodo de una familia.
Será para los esteños como salir de un largo túnel para buscar la luz de nuevos tiempos de transparencia en esa golpeada ciudad.