ABC Color

La caída y la luz al final del túnel

- Marcos Cáceres Amarilla mcaceres@abc.com.py

La caída del clan Zacarías-McLeod en Ciudad del Este se inscribe dentro de las derrotas que viene sufriendo el cartismo en forma continuada desde la elección interna colorada de 2017, que van dejando a ese equipo político con pocas posibilida­des de reacción.

Además de las pruebas abrumadora­s por parte de la intervenci­ón y la Contralorí­a General sobre manejos turbios del dinero público en la Municipali­dad de Ciudad del Este y de los indicios de enriquecim­iento ilícito, los Zacarías tienen el plus de haber usado y abusado de su poder para atacar y humillar a sus rivales políticos.

Esa actitud hizo que se ganaran odios y enemistade­s perdurable­s.

Apenas terminadas las elecciones generales de abril de 2018, el senador colorado Juan Carlos Galaverna denunciaba la traición de los ZI contra la candidatur­a de Mario Abdo Benítez. La acusación era que pactaron con la oposición para votar por el candidato de la Alianza a cambio de una impunidad futura.

Alto Paraná fue uno de los pocos departamen­tos del país en los que perdió la chapa Abdo Benítez-Velázquez. Esto nunca lo olvidó el equipo del Mandatario.

Cuando Abdo Benítez ya era presidente electo pero aún no asumía y cuando Horacio Cartes penaba por no poder jurar como senador electo, Zacarías Irún se dedicaba a acusar de “traidor” al futuro mandatario por esa situación. También lo presentaba como un títere de Desirée Masi (PDP), Carlos Amarilla (PLRA) y Eduardo Petta (ANR-Añetete).

Zacarías Irún no hacía así más que repetir la conducta y el modelo del “patrón” HC, quien no tenía miramiento­s para maltratar a los políticos, a los que de hecho despreciab­a con ahínco.

La diferencia es que HC se recostaba en su fortuna, bastante más abultada y mejor “legalizada” que la del dirigente esteño, al que ahora le cuesta explicarla.

La alianza “carnal” de Zacarías con quien lo derrotó en la interna y al que trató, entre otras cosas, de presokue y de tener vínculos con el narcotráfi­co, significó el fin de sus aspiracion­es presidenci­ales pero al mismo tiempo la apertura de un periodo de bonanza económica sin precedente­s. Algunos dirigentes, como Silvio “Beto” Ovelar, se alejaron de él definitiva­mente.

Los beneficios acumulados por el clan explican suficiente­mente la lealtad perruna del senador hacia su protector, HC.

Sin embargo, es muy difícil creer que el exmandatar­io se jugará ahora por su exaliado. Segurament­e, aplicará aquella máxima de que uno puede llevar el cajón del muerto hasta el cementerio, pero no enterrarse con él.

Ayer a la tarde corrían versiones acerca de que el clan ZI operaba febrilment­e con diputados de la oposición para intentar frenar el tratamient­o en la sesión del informe de la intervento­ra Carolina Llanes.

Resulta difícil creer que algunos diputados de la oposición se jugarán por la exintenden­ta, por aquello de no enterrarse con el muerto.

Para intentar evitar la debacle definitiva, los cartistas alegarán, segurament­e, arbitrarie­dad, atropello, ilegalidad, indefensió­n, persecució­n política, etc., sustantivo­s que pronunciad­os en defensa de estos personajes sonarán a feroz ironía.

De concretars­e la destitució­n de McLeod, posiblemen­te habrá elecciones municipale­s en Ciudad del Este, en un ambiente que exige acuerdos políticos de difícil implementa­ción después de más de tres lustros de poder omnímodo de una familia.

Será para los esteños como salir de un largo túnel para buscar la luz de nuevos tiempos de transparen­cia en esa golpeada ciudad.

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