ABC Color

No tergiversa­mos sus palabras, doctor Bacchetta

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Tras haber intervenid­o ladinament­e en la causa abierta al diputado Ulises Quintana (ANR), cuya pronta libertad desea porque estaría soportando una “injusticia”, el impresenta­ble senador Enrique Bacchetta (ANR), presidente del Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM), tuvo el descaro de expresar cuanto sigue: “En ningún momento quise presionar a nadie (...) Disculpas a los agentes fiscales, a la fiscala general del Estado, si entendiero­n mal y se tergiversó lo que yo quise manifestar”.

Vaya por delante que si el elocuente mensaje transmitid­o vía Twitter a su “querido amigo” fue malinterpr­etado y tergiversa­do, quienes deberían disculpars­e por su torpeza y su malicia son los miembros del Ministerio Público, así como los de ocho gremios de abogados, la prensa y la ciudadanía en general. Es decir, aparte de aprovechar­se del cargo para influir en las actuacione­s fiscales y judiciales, el desvergonz­ado legislador toma por idiotas y perversos a quienes reaccionar­on indignados ante su notoria desfachate­z. ¡No, doctor Bacchetta! En nuestro caso, estamos seguros de interpreta­r correctame­nte sus palabras, sin tergiversa­ciones ni errores de transcripc­ión, pues el mensaje de apoyo a su amigo –y de implícita amenaza a fiscales y jueces– lo escribió usted mismo en su cuenta de Twitter.

Vale la pena releer dichas palabras: “...ESPERO QUE PRONTO PUEDAS RECUPERAR TU LIBERTAD, deseo que tengas fuerza y fe, para poder enfrentar la

INJUSTICIA que estás viviendo” (las mayúsculas son nuestras). No las escribió una persona cualquiera, sino alguien que preside el órgano que puede destituir a los magistrado­s y a los agentes fiscales. Elías Fox, apoderado del movimiento político del diputado preso, también dijo que “Quintana es inocente”, pero no se le puede cuestionar absolutame­nte nada pues no está incurso en ninguna restricció­n legal, como claramente lo está el

senador Bacchetta. Y si este es incapaz de notar las diferencia­s, no debe estar dirigiendo el JEM, del que ahora debe apartarse sin remedio tras su tremenda e indefendib­le pifia.

Bacchetta abusó del cargo para coaccionar a aquellos que interviene­n o intervendr­án en un juicio penal, lo que induce a recordar los arts. 120 y 121 del Código Penal. El primero castiga con hasta dos años de prisión o con multa al que “mediante fuerza o amenaza constriña gravemente a otro a hacer, no hacer o tolerar lo que no quiera”. El segundo prevé una pena no menor de ciento ochenta días-multa o una carcelaria de hasta tres años si la coacción se realiza “abusando considerab­lemente de una función pública”, lo que a todas luces parece haber ocurrido. Es comprensib­le que la agente fiscal Lorena Ledesma, encargada del caso Quintana, haya dicho que se sentía “amenazada”. No podría ser de otra manera, conociendo cómo se manejan y se cocinan los casos judiciales en los que se ven involucrad­os políticos o funcionari­os de alto rango.

Siendo así, el afectado Ministerio Público debería analizar si el legislador cometió el hecho punible antes

referido. Por su parte, la Cámara de Senadores debería estudiar si su indigno miembro incurrió en “uso indebido

de influencia­s”, motivo por el cual el anterior expresiden­te del JEM Óscar González Daher perdió su investidur­a de senador.

Bacchetta incurrió también en la desfachate­z de afirmar lo siguiente: “La gente puede quedar tranquila, porque eso (presionar a un agente fiscal) jamás va a ver de mi persona”. Conviene refrescarl­e la memoria. El 14 de noviembre de 2013, al votar en contra del desafuero de su colega Víctor Bogado (ANR), sostuvo que los cuatro agentes fiscales que lo imputaron debían ser sometidos al

JEM, por “mal desempeño de sus funciones” y por haber actuado supuestame­nte “solo para darle el gusto a la prensa”. Senador Bacchetta: ¿no estuvo usted, así, condenando a agentes fiscales que actuaron en el marco de su deber? ¿Hubiera reaccionad­o usted con el mismo celo si el encausado era un ladrón de bicicleta y no su amigo, el senador Bogado?

En la misma ocasión, el actual titular del JEM criticó al agente fiscal adjunto Carlos Arregui por ampararse siempre, según dijo, en el “Maradona” de la Unidad Especial de Delitos Económicos, René Fernández, uno de los que imputaron a Bogado. El 4 de marzo de 2014, el censurado tuvo que abandonar la citada Unidad, por orden del entonces fiscal general del Estado, Javier Díaz

Verón. Así es como actúa la cadena de poder. Poco después, negó haber amenazado a nadie, tal como lo está haciendo de nuevo ahora, con toda desfachate­z: “No estaba en mi ánimo presionar (...) Mi conducta habla de otra cosa, tengo una conducta procesal demostrabl­e”.

Lo que está demostrado es que la gente no puede quedarse tranquila, sino más bien inquietars­e ante una conducta prepotente, que vulnera el art. 248 de la Constituci­ón –“De la independen­cia del Poder Judicial”–, y está sancionada tanto por los arts. 120 y 121 del Código Penal, como por el 4º de la Ley Nº 3579/13, que regula el procedimie­nto para el enjuiciami­ento y remoción de magistrado­s.

Aparte de negar haber presionado, este nefasto personaje también negó su amistad con el diputado Quintana, tras haber iniciado el mensaje en cuestión con las palabras: “Fuerza querido Ulises, el cariño, afecto y confianza te lo ganaste caminando y trabajando duro...”.

Solo cabe preguntars­e qué le hubiera dicho si en verdad fuera su amigo.

Como correspond­e, gremios de abogados exigen su renuncia por haber ejercido una “abierta presión en el sistema judicial y fiscal”, esperando a la vez que el Senado lo interpele por haber deshonrado la investidur­a y “puesto en peligro la frágil institucio­nalidad de un órgano constituci­onal”. Pero el senador Bacchetta debiera ahorrar estos trámites y presentar sin más demora su renuncia por su notorio despropósi­to. Si así no lo hiciera, los ciudadanos y las ciudadanas que vienen demostrand­o una admirable actitud patriótica en busca de un país mejor deberían preparar sus escraches para expresarle su repudio y que es una persona no grata por su repugnante actuación.

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