Ciudad del Este y el fin de esa otra dictadura
Ciudad del Este repite a menor escala lo que ocurrió en el Paraguay cuando cayó la dictadura de Alfredo Stroessner, en 1989.
En aquel tiempo, todos los partidos que se habían unido antes para extirpar el cáncer del autoritarismo (incluyendo un sector del Partido Colorado) se separaron rápidamente y fueron cada uno por su lado, una vez concretada la caída del régimen anterior.
Teniendo en cuenta que el intendente a ser elegido el 5 de mayo próximo en Ciudad del Este, solamente completará el periodo vigente hasta diciembre de 2020, bien podrían haber acordado un gobierno de emergencia y de consenso para ordenar y sanear la administración. Pero, ni siquiera se consideró esa posibilidad.
Esta elección podría ser la oportunidad histórica para que un opositor ocupe el sillón del Ejecutivo comunal por primera vez desde 1993, pero las rencillas internas entre los diversos partidos y movimientos evitan la posibilidad de un gran acuerdo. Todo apunta a que habrá dos candidatos que se repartirán el voto no colorado.
En la oposición, por un lado, está el candidato liberal Teodoro, “Teddy” Mercado, que cuenta con el respaldo de Tekojoja (escindido en este caso del Frente Guasu).
Por el otro, está el candidato independiente Miguel Prieto, que tiene el respaldo de las demás fuerzas y movimientos de la oposición.
Los motivos de la falta de entendimiento entre estos dos sectores son diversos, pero se podrían resumir en el peso de las ambiciones particulares y la falta de habilidad para mirar un poco más allá de sus narices.
Prieto cree que los liberales no pueden digerir que un independiente sea el mejor posicionado y, antes que aceptar la realidad, prefieren ir por su lado, sabiendo que no llegarán solos, antes que intentar un acuerdo de mutua conveniencia.
Los liberales, en tanto, acusan a Prieto de haber lanzado apresuradamente su candidatura sin siquiera intentar una conversación previa con ellos, pactando con los partidos más pequeños y despreciando así el peso de la estructura del PLRA.
Los colorados iniciaron la carrera cargando con el gran inconveniente de que la intendenta destituida por indicios de corrupción era de su partido y. por tanto, el cambio podía generar una crisis que afectaría sus posibilidades electorales, al dividir sus votos, favoreciendo así a la oposición.
Desde Asunción, el Poder Ejecutivo, rápido de reflejos, envió como emisario al vicepresidente de la República Hugo Velázquez un viejo zorro conocedor del terreno (fue fiscal adjunto varios años) y con buena llegada a todos los sectores internos colorados (recordar que fue fiel cartista antes de convertirse al abdismo).
El resultado de las gestiones de Velázquez se reflejaron la semana pasada en la cuenta de Twitter del senador Javier Zacarías Irún anunciando que Honor Colorado, por decisión de su cúpula, no presentaba candidato a intendente e instando a sus huestes a votar después por el candidato que surgiera de la interna.
El caso judicial que afecta a Zacarías y señora posiblemente vaya para largo, tal vez hasta después que culmine el periodo de Abdo Benítez, gracias al manejo que aún conserva el clan de los hilos judiciales y contando además con la inestimable ayuda de “amiwis” muy influyentes en el poder como el mencionado Velázquez.
Así las cosas, este escenario de un clan dictatorial defenestrado pero no castigado que va a un “exilio político”, mientras los miembros de su equipo se mimetizan con el nuevo poder y una oposición que no logra consolidar un solo bloque, se parece mucho al del Paraguay post-stronista.
Solo resta desear que los esteños elijan bien, sin presiones y sobre todo pensando que nunca más una estructura corrupta y autoritaria debe volver a empotrarse en su Municipio.