Loas al dictador
Nada extraño en la expresión del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que aplaudió al exdictador del Paraguay, general Alfredo Stroessner, en su discurso pronunciado en Itaipú. Esto demuestra que el autoritarismo está a la vuelta de la esquina, más aún teniendo en cuenta la fragilidad de los pilares de la democracia, y no solo en Paraguay.
En San Juan Bautista, Misiones, en el lugar llamado Abraham Cue, actual sede de la jefatura de la Policía Nacional, unos 400 campesinos de las Ligas Agrarias fueron torturados por el régimen de Stroessner en el año 1976. Mientras haya politiqueros con mentalidad prebendaria y clientelista; mercantalista y populista y que usan el poder para sus beneficios de grupos, el país corre el peligro de volver a ese terrible pasado.
Los dirigentes han demostrado que sus intereses personales y partidarios están por encima del bien común y de la Patria. Pasaron tres décadas de apertura democrática, pero la transición está endeble porque no se hicieron bien los deberes para fortalecer la democracia. No se priorizaron la educación ni la salud, ni la justicia, seguridad y lucha contra la corrupción institucional.
Las escuelas se caen a pedazos, los hospitales carecen de infraestructura adecuada y medicamentos. Mientras, los políticos sin escrúpulos hacen ostentación del dinero público.
La idea totalitaria es una doctrina que sigue vigente y que puede resurgir si fracasan los principios de libertad y democracia. Este binomio indisoluble pertenece a la ciudadanía, y no es prerrogativa de los que detentan el poder político.
En el Paraguay ocurre lo contrario, los principios de libertad y democracia son manejados al antojo de autoridades y la clase política. Es decir, la ciudadanía no hace uso de sus derechos y vive maniatada por las necesidades, pobreza y la desigualdad social.
Las autoridades electas deben administrar con honradez los bienes de la República (cosa pública). Tienen la responsabilidad, con su accionar, de promover los principios de libertad, democracia e igualdad para fortalecer las ideas democráticas. Es una forma de combatir la idea autoritaria.