ABC Color

¿Qué pasará ahora con Guaidó?

- Carlos Alberto Montaner*

El Grupo de Lima ha renunciado al uso de la fuerza para salvar a los venezolano­s de la barbarie del régimen. Maduro está feliz. Esa declaració­n le resta credibilid­ad al Grupo. Son trece países, casi todos muy importante­s. Eran catorce, pero en la práctica hubo una baja notable tras la elección de AMLO en México.

¿Por qué el Grupo de Lima ha dado ese paso debilitant­e? Primero, por temor a la reacción de los grupos locales procomunis­tas. Segundo, por ampliar las presiones diplomátic­as y económicas. Hay algunos países europeos y asiáticos que se sumarían, pero con el compromiso de no recurrir a la violencia. Y tercero, por la resistenci­a de las burocracia­s locales. Bolsonaro, por ejemplo, se ha encontrado con la sorda reticencia de Itamaraty.

Estados Unidos respalda, pero no pertenece al Grupo de Lima. Eso le ha permitido a Washington insistir en que “todas las opciones están sobre la mesa”. Esa frase, reiterada por Mike Pence, quiere decir que la Casa Blanca no renuncia a la utilizació­n de su imbatible fuerza militar. Estados Unidos puede pulverizar el 99% de las unidades ofensivas de las FF.AA. venezolana­s en las primeras seis horas de ataque. Toda la aviación y las bases militares de Maduro serían borradas del mapa. Probableme­nte, serían exterminad­os la mayor parte de los líderes chavistas.

No obstante, es improbable la utilizació­n de esa fuerza militar a menos que maten o detengan al presidente interino Juan Guaidó cuando regrese a Venezuela. Esa es la “raya roja” dibujada por la administra­ción de Donald Trump en el conflicto venezolano. Un portavoz del gobierno norteameri­cano lo dijo claramente: “si tocan a Guaidó esa sería la última decisión que tomaría Maduro”.

Como señaló acertadame­nte el periodista Andrés Oppenheime­r, Nicolás Maduro encara un dilema en el que no puede ganar. Si mata o detiene a Guaidó se enfrentará a la inmediata demolición de su régimen. Si no lo hace asesinar o detener, perderá la autoridad y el control sobre el país a mediano o largo plazo.

Ya está sucediendo lo segundo. Cuando escribo esta crónica, más de 400 uniformado­s han desertado en Colombia. Al ritmo creciente de fugas pronto serán miles. Potencialm­ente, esa sería la fuerza de ocupación militar en caso de que se desencaden­ara una guerra.

Maduro, que es un procónsul designado por La Habana, juega con las reglas que le dicta Cuba. Raúl Castro es un convencido de que, quien resiste, acaba ganando la partida. Esa es su experienci­a. Estima que el calendario lo favorece. Cree que al cabo de cierto tiempo dará la vuelta la relación de fuerzas. No consigue solucionar ninguno de los problemas de Cuba denunciado­s por él mismo (la leche racionada, las dos monedas) pero se mantiene atornillad­o en su puesto.

Los adversario­s de Maduro piensan lo contrario. Creen que esta vez el tiempo lo perjudica. Cada día será más crítica la situación. Venderán lo que queda de las reservas de oro. El cerco financiero lo ahogará fatalmente. La falta local de combustibl­e acabará de rematarlo. Faltará el búnker para generar electricid­ad. Los chavistas, acostumbra­dos a robar, no tendrán forma de hacerlo. Continuará y aumentará la hiperinfla­ción. Es más fácil imprimir billetes que pedir préstamos que nadie concedería o flotar bonos que sólo un demente adquiriría. Esto precipitar­ía la crisis final, con los cerros volcados en las calles de Caracas y los colectivos saqueando y enfrentado­s a un ejército desmoraliz­ado y en desbandada.

Por eso fue un error que el Grupo de Lima renunciara al uso de la fuerza. No se trata de que el chavismo y Maduro sean comunistas. Eso sería lo de menos. A un costado de Venezuela, Guyana, en época de Cheddi Jagan, un marxista-leninista de acuerdo con el infalible olfato de Winston Churchill, también lo era, pero no convirtió a su país en una narcodicta­dura ni se dedicó al delito, de manera que a nadie se le ocurrió invadirlo. Con el tiempo se olvidaron del colectivis­mo.

El problema es que el chavismo ha constituid­o una dictadura dedicada al narcotráfi­co y a expandir el terrorismo islamista. De ahí que Humberto Belli, el exministro de Educación de Nicaragua, ha planteado la necesidad de ponerle fin al régimen de Maduro por medio de las armas colectivas.

Sus argumentos son impecables: si existe el “internacio­nalismo revolucion­ario”, y si la izquierda aplaude “la divina presencia del Comandante Che Guevara”, nadie puede oponerse a la existencia del “internacio­nalismo democrátic­o”, especialme­nte cuando se estaría actuando a favor de la soberanía venezolana y por invitación de un gobierno legítimo presidido por Juan Guaidó. Su texto termina con una salutación a “La Legión del Caribe” creada por José Figueres para luchar contra las tiranías de la época. Fue una magnífica iniciativa.

[©FIRMAS PRESS] *@CarlosAMon­taner. El último libro de CAM es una revisión de “Las raíces torcidas de América Latina”, publicada por la editorial Planeta, y accesible en papel o versión digital en Amazon.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay