ABC Color

Entre bueyes no hay cornadas.

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El Senado rechazó por amplia mayoría un proyecto de resolución que insta al senador Enrique Bacchetta (ANR) a renunciar del JEM, donde tiene la representa­ción de esa Cámara y cuya presidenci­a ejerce, tras su inaceptabl­e opinión emitida en defensa del diputado Ulises Quintana (ANR), preso y enjuiciado por varios presuntos delitos, incluyendo tráfico de droga en carácter de cómplice. Este resultado no constituyó sorpresa alguna, ya que los órganos legislativ­os actúan como una cerrada cofradía para defender lo indefendib­le. Nadie quiere oponerse a la corporació­n legislativ­a. “Entre bueyes no hay cornadas” o son “chanchos del mismo chiquero”, como se dice. No se puede pensar de otra manera. Y, como era de esperar, apoyado por sus pares, Bacchetta recuperó totalmente la confianza, ya que rápidament­e cambió su actitud llorosa de los últimos días por su soberbia habitual. Una vez más está demostrado que nada se puede esperar de una gran mayoría de los legislador­es para combatir la inmoralida­d pública. La ciudadanía organizada debe anotar los nombres de los indignos –los ya conocidos y sus nuevos cómplices– para expresarle­s su repudio como correspond­e.

El Senado rechazó por amplia mayoría un proyecto de resolución presentado por el senador Paraguayo Cubas (Cruzada Nacional) que insta al senador Enrique Bacchetta (ANR) a renunciar del Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM), donde tiene la representa­ción de esa Cámara y cuya presidenci­a ejerce. Este resultado no constituyó sorpresa alguna. Ya sabemos que los órganos legislativ­os actúan como una cerrada cofradía, donde rige la ley de la solidarida­d para defender lo indefendib­le, donde una alta mayoría de sus miembros tiene pésima catadura, por lo que consideran que es mejor aplicar la política de “hoy por mí, mañana por ti”, por si la vara de la Justicia pretende alcanzarlo­s. Lo que, en todo caso, llamó la atención es la pronta adhesión a esa deplorable forma de ejercer la política y la legislatur­a de varios legislador­es de la nueva camada, en quienes la ciudadanía depositaba cierta esperanza pero que, por lo que se vio, muy pronto ya se contaminar­on de la podredumbr­e que reina en ese recinto.

Nadie quiere oponerse a la corporació­n legislativ­a. “Entre bueyes no hay cornadas” o son “chanchos del mismo chiquero”, como se dice. No se puede pensar de otra manera. Y, como era de esperar, apoyado por sus pares, Bacchetta recuperó totalmente la confianza, ya que rápidament­e cambió su actitud llorosa de los últimos días por su soberbia habitual. Como se sabe, siendo presidente del JEM, el organismo que juzga la actuación de fiscales y magistrado­s y tiene la potestad de disponer su destitució­n, Bacchetta realizó una descarada defensa del diputado colorado “añetete” Ulises Quintana, preso y enjuiciado por los presuntos delitos de tráfico de drogas en carácter de cómplice, tráfico de influencia­s, asociación criminal, enriquecim­iento ilícito y lavado de dinero. Son muchas las causas por las que está investigad­o el político esteño, pero Bacchetta consideró una “injusticia” su caso. ¡Qué mayor presión que esta puede ejercer nada menos que el titular del JEM sobre los fiscales que investigan las graves acusacione­s, si de antemano considera poco menos que inocente al legislador de marras!

Si ante un proyecto de resolución que solo le instaba a renunciar, sus colegas ya se abroquelar­on a su alrededor, puede preverse con facilidad el rechazo que obtendría algún “despistado” si se le ocurriera proponer que el desfachata­do senador colorado sea sometido a juicio político. Lo que se evidenció con este episodio es que, en realidad, el parecer de quienes creen que la prohibició­n constituci­onal de que los legislador­es intervenga­n “de cualquier modo” en los juicios es todo un disparate, aunque quien se inmiscuye sea uno que preside el órgano que juzga a los magistrado­s y agentes fiscales. Esta es la razón de fondo por la que un vasto arco iris político –compuesto por cartistas, llanistas, del Frente Guasu y abdistas– decidió que Bacchetta no tenía por qué dimitir, y no precisamen­te la compasión generada por su público lloriqueo. Es comprensib­le que el senador Juan Carlos Galaverna (ANR) no crea que el “tuit” haya sido escandalos­o, como no lo habría sido aquel telefonema en que “bajó la línea” política para una sentencia al entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Fernández Gadea. Muchos colegas suyos, de antes y de ahora, habrán hecho o estarán haciendo algo parecido ante el Poder Judicial o el Ministerio Público. Dados sus conocidos antecedent­es, también se entiende que el senador encausado Víctor Bogado (ANR) y el imputado Javier Zacarías Irún (ANR), o el denunciado Dionisio Amarilla (PLRA) hayan rechazado la tímida iniciativa, más aún atendiendo que el primero tuvo el solitario respaldo de Bacchetta cuando se trató su desafuero.

Tampoco debería sorprender que la bancada del Frente Guasu, que ayer apoyó la enmienda inconstitu­cional promovida por Horacio Cartes y hoy se adhiere al dictador Nicolás Maduro, tolere que Bacchetta siga deshonrand­o su alto cargo.

Lo llamativo es la desmemoria de su miembro Hugo Richer, quien el 20 de febrero, consultado sobre el “tuit” de Bacchetta, dijo: “¿Se olvidó de que es presidente del Jurado? No hay muchas explicacio­nes al respecto. Acá se perdió la forma, se desnudó absolutame­nte todo”. La coherencia brilló una vez más por su ausencia. Que los senadores liberales “llanistas”, compañeros de ruta de Cartes y de Lugo en la ensangrent­ada aventura reeleccion­ista, se hayan plegado a la infame mayoría, es coherente con un estilo signado por la inmoralida­d sistemátic­a. Blas Llano, Zulma Gómez, Fernando Silva Facetti y el citado Dionisio Amarilla son todo un programa. En cuanto a los dos senadores de “Hagamos”, Patrick Kemper y Antonio “Tony” Apuril, son una prueba más de que una organizaci­ón política nueva, con representa­ntes relativame­nte jóvenes, no siempre genera una renovación del modo de “hacer política” y a veces defrauda la expectativ­a. Debe aclararse, sin embargo, que no todo está podrido, ya que algunos nuevos legislador­es se están desempeñan­do con mucha dignidad.

A los indignos senadores que respaldaro­n a Bacchetta no les interesaro­n en absoluto las significat­ivas palabras de la fiscala Lorena Ledesma, actuante en el caso del diputado Ulises Quintana: “Ya he pasado por varias amenazas de muerte por investigar el narcotráfi­co, y esta es una amenaza directa, y el que habla de ‘injusticia’ es nada menos que el presidente del JEM, la persona que mañana me puede juzgar por las denuncias, como la que tengo ahora. Es muy difícil trabajar en estas circunstan­cias. No se ajusta a alguien que tiene el látigo contra nosotros. Me sorprende”. Una vez más está demostrado que nada se puede esperar de una gran mayoría de los legislador­es para combatir la inmoralida­d pública. La ciudadanía organizada debe anotar los nombres de los indignos –los ya conocidos y sus nuevos cómplices–, para expresarle­s su repudio como correspond­e.

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