La caldera del diablo
En la década del 70, el único canal de televisión del país emitía una interminable serie estadounidense muy vista denominada “La caldera del diablo”. Estaba basada en la novela de la escritora estadounidense Grace Metalious (1956) y su fuente de inspiración probablemente fue una cascada del mismo nombre, ubicada en Minnesota (EE.UU.), que desaparece en el interior de una estrecha caldera sin dejar rastro.
Es un misterioso atractivo de la naturaleza, cuyo estudio excita a los hidrólogos y a los fanáticos de sucesos inexplicables. Tan genial es la escritora que comparó este extraño suceso con un drama social y lo plasmó en una novela, que luego se llevó a la pantalla chica como le comentábamos al principio.
Si queremos hacer en Paraguay un remedo o remake –término que se utiliza en el mundo del cine–, podemos ubicar el centro de la historia tranquilamente en el Congreso. Por ejemplo la semana pasada inexplicablemente senadores cartistas y del Frente Guasu apoyaron al legislador Enrique Bacchetta (ANR, Añetete) para que no abandone el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), donde ejerce la presidencia. La misma que alguna vez ocupó el hoy preso Óscar González Daher (ANR, cartista) y desde donde habría cometido supuesto tráfico de influencias, poniendo de rodillas a jueces y fiscales.
Varias conclusiones podemos sacar de esa curiosa votación del jueves pasado en la sesión ordinaria del Senado: 1. Bacchetta realizó un intenso lobby con las bancadas. Si es realmente así, ¿a cambio de qué? 2. ¿La promesa del titular del JEM es solo a título personal o compromete también a toda la bancada de Añetete y llega incluso al Palacio de López? 3. ¿Es apenas una muestra médica de lo que ocurrirá con el contralor general de la República Enrique García, quien soporta un juicio político con causales ampliadas, entre ellas supuesto enriquecimiento ilícito y lavado de dinero?
Llamativamente ni bien fue salvado Bacchetta, se hizo público que un abogado por voluntad propia nomás –según explicó– presentó un escrito en la justicia para que juren como senadores activos los expresidentes Horacio Cartes y Nicanor Duarte Frutos. El viernes se rechazó la pretensión del interesado para que los exjefes de Estado se convirtieran inconstitucionalmente en legisladores.
Ahora no sería nada raro que se reúnan 23 senadores para hacerle jurar a Cartes y Nicanor. Ocurrirá en el momento menos esperado.
Todos estos hechos que parecen aislados tienen un importante punto en común: el intercambio de favores. Para aquellos que creen que el voto legislativo es la consecuencia de una sesuda reflexión personal o grupal, lamentamos decirles que en realidad el mayor condimento es el pacto por intereses personales o sectoriales. Salvo honrosas excepciones.
Varios parlamentarios niegan que la elección de un nuevo ministro de la Corte Suprema de Justicia en sustitución del destituido Sindulfo Blanco y el juicio político a uno de los integrantes del máximo tribunal, César Garay Zuccolillo, formen parte de un gran acuerdo. La decisión de ambos temas se dilatan premeditadamente en la Cámara de Senadores porque la negociación en paquete seguramente es más beneficiosa para las partes interesadas. Es decir, se puede sacar mejor tajada cuando la torta es grande.
En la Cámara de Diputados, el gran desafío consiste en mantener a los planilleros, no en sacarlos. Anunciaron que contratarán a una empresa que hará la auditoría pero la decisión de firmar los despidos quedará a cargo de la clase política. Y ya sabemos cómo terminará esta historia: en la caldera del diablo. El río que corre su curso natural y que misteriosamente desaparece. Que tenga un feliz domingo.