Fariseos hipócritas
“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad” (Mateo 23:27-32)
Una de las más grandes blasfemias colectivas hicieron el jueves pasado en el Senado. Capitaneados por María Eugenia Bajac (PLRA) se mofaron de todos nosotros al ritmo de oraciones, salmos y plegarias más falsas que Judas Iscariote.
Si Dios hubiera podido corporizarse, hubiera hecho aquella entrada magistral que se le atribuye a Jesús de Nazareth cuando con un látigo en la mano expulsó del templo a todos los impuros gritándoles: “¡Quiten estas cosas de aquí! ¡Dejen de hacer de la casa de mi Padre una casa de mercancías!” (Juan 2, 13-25).
Si usáramos el parámetro de los mandamientos, encontraríamos que varios parlamentarios han estado violando con pasión y entusiasmo la tabla de Moisés. No se puede amar a Dios por sobre todas las cosas cuando sobre Dios están la ambición, el poder y el dinero. Cuando los pecados capitales son su mayor capital en pecados.
Toman el nombre de Dios en vano todo el tiempo. Jurando y perjurando en su nombre toman decisiones que violentan la más importante de todas, “amar al prójimo”.
El no matar es casi una afirmación diaria. Matan cuando trafican influencias y dinero; matan cuando sodomizan la ley y los presupuestos. Cuando destinan millonarias cifras para sus intereses, matan cuando usan dinero público para contratar sus placeres carnales. Mataron a Rodrigo Quintana con la violencia incubada desde sus actos.
Cometen actos impuros en cada violencia a la Constitución Nacional, en cada burla a la razón y a la lógica. En cada grosería que corporizan con el verbo y los epítetos.
El “no robarás” debe ser el mandamiento más violado. Roban en viajes improductivos con viáticos millonarios, en el combustible que no usan para el país, en los vehículos que sirven a sus antojos y en los planilleros que engordan a costa de nuestros pucheros. Roban cuando cobran pero no trabajan, cuando dejan sin quorum para tratar salud, educación, vida digna y empleos. Cuando no son capaces de presentar un solo proyecto y utilizan sus energías solo para recaudar.
El “no decir falso testimonio ni mentir” nos releva de más detalles. Muchos de ellos viven acusando falsamente y mintiendo sin ruborizarse para conseguir torcer la verdad y la justicia. “Yo no miento, no robo, ni no jodo”, decía uno de ellos. Hoy es preso VIP.
Hablar del “no codiciar bienes ajenos” es ya una redundancia cuando han usado sus influencias para despojos orquestados desde el Congreso.
Sí, se han burlado de los contribuyentes... pero también del cristianismo se han mofado. Una fiel representación de “a Dios rezando y a manos llenas facturando”.