ABC Color

Estafando a los más pobres

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La maldad de algunas personas y la estupidez de otras constituye­n una deplorable muestra de hasta dónde puede llegar la insensatez humana. En varios casos, supuestos “líderes sociales” han estafado a campesinos sin tierras y a gente pobre sin hogar.

Desde hace algunos meses, la historia volvía a repetirse en una propiedad de la Copaco en Luque, en donde se instalaron, sin permiso alguno, unas 400 familias lideradas por una avivada estafadora de nombre Cristina Aquino Saucedo, quien cobró importante­s sumas a las personas carentes de un techo propio.

La modalidad de engaño consistía en obligar a cada familia a pagar 300.000 guaraníes para ocupar un lugar en el terreno invadido y luego abonar una cuota mensual de 20.000, así como también sumas adicionale­s para conectarse clandestin­amente a los servicios de luz y agua. Se estima que en nueve meses de ocupación, la “lideresa” recaudó alrededor de 1.000 millones de guaraníes.

Todas las familias instaladas en el predio de Copaco fueron desalojada­s por la policía con una orden judicial, tras un violento enfrentami­ento pues los ocupantes atacaron a los agentes del orden con honditas, balines de acero, petardos, palos, armas de fuego y bombas molotov. El suboficial Cristian Galeano (23) perdió el ojo izquierdo por el impacto de un balín de acero.

En varios asentamien­tos precarios del campo también se ha comprobado la existencia de dirigentes inescrupul­osos que lucran con la necesidad de los campesinos desamparad­os. La historia reciente registra varios casos de invasiones de terrenos fiscales o privados por parte de grupos bien organizado­s por “líderes” que cobran por sus servicios, aunque estos sean absolutame­nte ilegales.

Los politiquer­os nunca faltan en estas fechorías. A veces, fingen ser militantes de una izquierda revolucion­aria que combate a los oligarcas capitalist­as; en otras, son operadores políticos de seccionale­s o comités de bases de los partidos tradiciona­les que prometen la anhelada tierra propia a cambio de votos.

Hechos de esta naturaleza se repiten periódicam­ente debido a dos factores: la gran cantidad de familias sin terreno ni casa propia y los sinvergüen­zas avivados

que se aprovechan de la ignorancia y la necesidad de tanta gente pobre.

Es difícil determinar si la ingenuidad, la ignorancia o la estupidez, o las tres cosas a la vez, contribuye­n a generar en las personas de muy escasos recursos la actitud de creer en promesas constantem­ente desmentida­s por la realidad. ¿Por qué una persona humilde, que sobrevive a duras penas en algún precario rancho, decide emprender la aventura de invadir un terreno ajeno con la esperanza de que el Estado, la sociedad o el Espíritu Santo le regalen un pedazo de tierra propia?

Un factor subyacente pero no menos importante es el generaliza­do pensamient­o de que no importa mucho si algo es legal o ilegal; total, las autoridade­s gubernamen­tales también roban y solo van a la cárcel los pilinchos. Este es el problema de fondo: que las leyes y los principios éticos nos importan un pepino.

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