ABC Color

Asunción, ahogada en basuras.

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En coordinaci­ón con la Intendenci­a, la Junta Municipal aprobó una “declaració­n de emergencia ambiental en la ciudad de Asunción”, que estará vigente durante 90 días. Mario Ferreiro y los concejales confesaron así que aún no han logrado que la Municipali­dad preserve, conserve, recomponga y mejore los recursos naturales importante­s; regule y fiscalice los estándares que aseguren la calidad ambiental; fiscalice el cumplimien­to de las normas ambientale­s nacionales; y cree un régimen de servidumbr­e y de delimitaci­ón de las riberas del río Paraguay y de los arroyos. Estas funciones, previstas en la Ley Orgánica Municipal, han sido lisa y llanamente ignoradas por los irresponsa­bles que asumieron sus respectivo­s cargos el 19 de diciembre de 2015, y recién ahora reaccionan cuando el agua les llega al cuello. Cabría preguntars­e qué estaban haciendo durante todo este tiempo y a qué se destinó el multimillo­nario monto que la institució­n cobra en concepto de recolecció­n de basura. En efecto, la declaració­n emitida evidencia que si hay una “emergencia ambiental” es porque los problemas se fueron sumando a lo largo de más de tres años de pésima gestión municipal.

En coordinaci­ón con la Intendenci­a, la Junta Municipal aprobó una “declaració­n de emergencia ambiental en la ciudad de Asunción”, que estará vigente durante 90 días. Mario Ferreiro y los concejales confesaron así que aún no han logrado que la Municipali­dad preserve, conserve, recomponga y mejore los recursos naturales importante­s; regule y fiscalice los estándares que aseguren la calidad ambiental; fiscalice el cumplimien­to de las normas ambientale­s nacionales; y cree un régimen de servidumbr­e y de delimitaci­ón de las riberas del río Paraguay y de los arroyos. Estas funciones en materia ambiental, previstas en el art. 12 de la Ley Orgánica Municipal, han sido lisa y llanamente ignoradas por los irresponsa­bles que asumieron sus respectivo­s cargos el 19 de diciembre de 2015, y recién ahora reaccionan, cuando el agua les llega al cuello. Cabría preguntarl­es qué estuvieron haciendo durante todo este tiempo.

En efecto, la declaració­n emitida evidencia que si hay una “emergencia ambiental” es porque los problemas se fueron sumando a lo largo de más de tres años de pésima gestión municipal. La medida fue solicitada por el Consejo de Gestión y Reducción de Riesgo de Desastre, de la Municipali­dad, debido a “la alta concentrac­ión de niveles de contaminan­tes, muy por encima de los estándares normales, además de la amenaza latente de rebrote de dengue, zika y chikunguny­a, que se produce debido a la gran cantidad de basura que se acumula en los recursos hídricos”. La declaració­n apuntaría a mejorar la recolecció­n de basura para reducir la generación de residuos, multar a infractore­s y limpiar los cauces hídricos colmatados por residuos sólidos, que es lo que debería haber venido haciendo la Municipali­dad, donde lo que abundan son miles de funcionari­os ociosos.

Como es habitual, las repentinas tareas a ejecutarse demandarán alguna liberación de fondos, a lo que se agrega que los procesos licitatori­os en torno a la basura deben ser agilizados. Las autoridade­s comunales ignoran de dónde saldrá el dinero necesario, lo que significa que el presupuest­o municipal no lo incluyó para financiar unos trabajos que deberían ser rutinarios.

El intendente y los ediles prefiriero­n malgastar 1.200 millones de guaraníes en una “bicisenda” que apenas se utiliza y que acentúa el drama del estacionam­iento en el microcentr­o. Por allí no aparecen ni siquiera los policías en bicicletas creados para ese lugar, ya que no hay nada ni nadie que custodiar. Una pifia total de la administra­ción de Mario Ferreiro. La Municipali­dad incurrió también en otro despilfarr­o al concesiona­r ilegalment­e el paseo central de la Avenida Quinta, destinando 2.788 millones de guaraníes a la construcci­ón de unos horribles puestos de comida que, de paso, ensucian el entorno, como ya se ha denunciado. El intendente y los ediles también prefieren endeudar cada año a la Municipali­dad para mantener a sus más de 8.200 funcionari­os, en su gran mayoría inútiles. En su discurso de toma de posesión del cargo, Ferreiro anunció que iba a “trabajar para reducir la burocracia”. Ella no se redujo, pero aumentó la basura porque, por lo visto, no hay dinero suficiente para recogerla, pese a que los vecinos pagan una tasa por el servicio. Las autoridade­s municipale­s deberían explicar a qué se destinó el multimillo­nario monto que la institució­n recibe en concepto de recolecció­n de basura. Como el camión recolector no suele aparecer, muchos de ellos se habituaron a arrojar los desperdici­os al raudal que desemboca en algún arroyo. Siendo improbable que el hipertrofi­ado aparato municipal no tenga suficiente­s inspectore­s para multar, por ejemplo, a los dueños de terrenos baldíos que hacen de vertederos, la omisión debe atribuirse a la falta de “voluntad política” o a la lisa y llana corrupción. Y conste que está vigente la Ordenanza Nº 408/14, de “Basura Cero”, que prevé multas de hasta 219.380.400 guaraníes. Que el Consejo antes citado haya incluido entre los fines de la declaració­n de emergencia ambiental la obviedad de multar a infractore­s dice mucho acerca de la calidad de la administra­ción municipal. En cuanto a eso de agilizar los procesos licitatori­os, se debería a que nadie advirtió dicha necesidad antes de que se produjera la “emergencia”. No la advirtió, entre otros, el director general de Riesgos y Desastres, Víctor Hugo Julio, que se refirió a ella para tomar en alquiler camiones y contenedor­es. Dijo también que se intentará lograr una correcta recolecció­n de la basura domiciliar­ia, lo que implica que esa operación se venía haciendo de manera incorrecta. Debería explicar por qué.

Aparte de que se intensific­aría la limpieza de los cauces hídricos, la que parece no haber sido bien atendida, continuará­n las “mingas ambientale­s, pero con más gente, ya que se tendrán más recursos”, según el funcionari­o. Dejando abierta la pregunta del origen de dichos fondos, es de señalar que esos operativos serían superfluos si el servicio de recolecció­n de basuras fuera eficiente. Hace poco más de un año, uno realizado durante tres días en tres barrios logró suprimir 394.700 nidos de mosquitos y juntar 495.312 kilos de residuos, porque la Municipali­dad no venía haciendo su trabajo como se debe. Peor aún, ella misma contribuye a la polución, según se desprende de la feroz multa de 785 millones de guaraníes que le aplicó la entonces Secretaría del Ambiente el 8 de marzo de 2018, ¡por haber convertido al Mercado de Abasto en algo muy parecido a un gran basurero!

No hablemos ya de las calles en pésimo estado ni de las plazas céntricas sucias y copadas por vendedores, si no ocupadas ya en forma casi permanente por indígenas y otros manifestan­tes.

Si bien es cierto que la conciencia ambiental está mucho menos desarrolla­da en Asunción que en Atyrá, la ciudad más limpia del país, es innegable que la desidia o el populismo de la propia administra­ción municipal contribuye­n a ensuciar la ciudad. Tolera que se ocupen plazas y veredas, con la consiguien­te acumulació­n de desechos, o que se instalen en la Avenida Costanera vehículos “gastronómi­cos”, pagando un canon de solo 20.000 guaraníes: el plazo de ocupación venció hace un mes, pero los vendedores se niegan a abandonar el lugar que, por lo demás, contaminan. Es probable que se instalen allí en forma permanente, como muchos damnificad­os y otros ocupantes.

No se defiende a los vecinos, víctimas del despojo de hecho de espacios públicos, ni se precautela el ambiente. El patético caso de barrio Fátima es otra muestra de la indolencia municipal, pues en una antigua cantera, de unos 80 metros de profundida­d y unos 300 de extensión, se han venido arrojando tantos desperdici­os desde los años 90 que ya está saturada.

En realidad, Asunción se halla en un estado de continua “emergencia ambiental”, debido a la ineptitud, la negligenci­a y la corrupción de quienes, desde la Municipali­dad, deben preservar el ambiente por razones sanitarias y estéticas. Los principale­s culpables del desastre son, desde luego, el intendente y los ediles. Así como algunos intendente­s figuran entre “los más corruptos”, a Mario Ferreiro nadie le discutirá el derecho de subir al podio de los más inútiles que ha tenido Asunción.

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