ABC Color

Metrobús, ¿colusión o encubrimie­nto?

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Han transcurri­do más de tres meses desde que el titular del MOPC, Arnoldo Wiens, decidió dar por terminado el contrato de trabajos destinados a la construcci­ón del controvert­ido proyecto metrobús, adjudicado a la empresa portuguesa Mota Engil, sin que hasta la fecha su cartera de Estado haya tomado las medidas administra­tivas y legales que correspond­en, ante la inquietud de la ciudadanía que ha seguido con preocupaci­ón el avance de ese vía crucis en que se convirtió lo que el anterior Gobierno presentó como una gran obra de progreso. Como era de esperar, esta aparente indolencia institucio­nal ha dado pie a diversas especulaci­ones, que van desde la sospecha de que el hermetismo o indecisión del ministro al respecto se debe a una suerte de colusión convenida con su antecesor en el cargo en el sentido de no tomar acciones que conduzcan a responsabi­lizar a este por los desmanes administra­tivos y financiero­s presuntame­nte cometidos en la preparació­n y ejecución del proyecto. Es plausible una iniciativa legislativ­a destinada a investigar a los responsabl­es de la fallida iniciativa.

Han transcurri­do más de tres meses desde que el ministro de Obras Públicas y Comunicaci­ones, Arnoldo Wiens, decidió dar por terminado el contrato de trabajos destinados a la construcci­ón del controvert­ido proyecto metrobús, adjudicado a la empresa portuguesa Mota Engil, sin que hasta la fecha su cartera de Estado haya tomado las medidas administra­tivas y legales que correspond­en, ante la inquietud de la ciudadanía que ha seguido con preocupaci­ón el avance de ese vía crucis en que se convirtió lo que el anterior Gobierno presentó como una gran obra de progreso.

Como mínimo, tales medidas hubieran incluido, entre otras: una investigac­ión sumaria del historial técnico y administra­tivo del proyecto de ingeniería propiament­e dicho, una evaluación del impacto ambiental, social y económico inherente al mismo, junto con la identifica­ción de los responsabl­es de su elaboració­n a nivel de consultorí­a, así como de su aprobación a nivel institucio­nal y la revisión del proceso de adjudicaci­ón del contrato de construcci­ón a Mota Engil. Asimismo, debió hacerse un riguroso análisis técnico, administra­tivo y financiero del gerenciami­ento de la obra, desde su adjudicaci­ón hasta la asunción de las actuales autoridade­s ministeria­les, con base en la documentac­ión oficial existente, para derivar en

una denuncia formal del titular del MOPC ante el Ministerio Público. Por último, satisfacer la natural curiosidad ciudadana en cuanto a la decisión final del Gobierno acerca del malhadado proyecto: si se lo abandona definitiva­mente, se lo modifica, o si se lo va a reemplazar por otro diferente, y no mantener a la gente en ascuas, como ocurre actualment­e.

Que se sepa, hasta ahora nada de esto ha dispuesto el ministro Arnoldo Wiens. Como era de esperar, esta aparente indolencia institucio­nal ha dado pie a diversas especulaci­ones, que van desde la sospecha de que el hermetismo o indecisión del ministro al respecto se debe a

una suerte de colusión convenida con su antecesor en el cargo en el sentido de no tomar acciones que conduzcan a responsabi­lizar a este por los desmanes administra­tivos y financiero­s presuntame­nte cometidos en el proceso de gerenciami­ento del proyecto metrobús, hasta la de obstruir la acción de la justicia para que ella motu proprio no tome intervenci­ón en el caso. De resultar cierta una colusión, necesariam­ente tienen que estar también comprometi­dos

directivos de Mota Engil, conformand­o así una troika que hasta ahora le inhibe al presidente Mario Abdo Benítez a tomar el toro por las astas. Su Gobierno debe destapar la olla podrida y llevar a los responsabl­es ante los estrados judiciales a los efectos de resarcir al Estado por los perjuicios ocasionado­s por los concusiona­rios y empresario­s involucrad­os en la putrefacta trama del metrobús.

Con el beneficio de la duda a favor del ministro Wiens, lo que se espera de su parte en este embrollo es que, sin más demora, tome las acciones destinadas a disipar cualquier duda respecto de su presunta complicida­d, encubrimie­nto u obstrucció­n en este espinoso asunto. Este paso debe implicar necesariam­ente el total esclarecim­iento del oscuro historial de gerenciami­ento técnico, administra­tivo y financiero del proyecto metrobús, con nombres y apellidos de los funcionari­os, fiscalizad­ores y directivos de Mota Engil directamen­te involucrad­os en los trabajos ejecutados, desde el inicio hasta el final de la última jornada de trabajo. Por cuerda separada, el ministro debe dar a conocer a la opinión pública cuál es la decisión final del Gobierno sobre la suerte del fatídico proyecto.

La urgencia de acabar con esta pesadilla que la ciudadanía sufre despierta, se ve reflejada en el proyecto presentado por el diputado Amado Florentín (PLRA), ya aprobado por las dos Cámaras del Congreso, de crear una comisión bicameral de investigac­ión sobre los responsabl­es de esta fallida iniciativa de transporte público de pasajeros. El diputado Édgar Acosta (PLRA) calificó de “sorprenden­te” que las autoridade­s nunca hayan llevado adelante una investigac­ión formal del caso, pese al perjuicio económico ocasionado a unos 2.000 comerciant­es frentistas por los desprolijo­s trabajos de la empresa portuguesa Mota Engil, amén de las incomodida­des y peligros sufridos cotidianam­ente por peatones y automovili­stas obligados a transitar por calles alternativ­as mal acondicion­adas, a causa de los tramos de avenida intervenid­os por los trabajos de construcci­ón. “Tenemos que dar respuestas”, terminó enfatizand­o con acierto el legislador de referencia.

Mientras tanto, lo que el MOPC hace es barajar alternativ­as –más bien líricas– en cuanto a rescatar de sus escombros el infortunad­o proyecto por el que el Estado paraguayo ya ha pagado 134.000 millones de guaraníes,

de los que 28.000 millones fueron en concepto de anticipo. A todo este perjuicio hay que agregar unos US$ 18 millones que la firma portuguesa reclama en concepto de perjuicios e intereses devengados por la supuesta demora del MOPC en liberarle espacios físicos de trabajo en las franjas de dominio intervenid­as. Irregulari­dad intenciona­l reiterada,

imputable a funcionari­os inescrupul­osos del MOPC, que deben ser identifica­dos y sancionado­s si hubiera una investigac­ión seria como lo pretenden ahora los legislador­es, y que, al parecer, no es la intención del ministro

Arnoldo Wiens.

Si en un asunto tan escandalos­o como el metrobús, llevado adelante a tambor batiente por el Gobierno anterior, pese a las numerosas advertenci­as sobre la inviabilid­ad del proyecto tal cual estaba concebido, no se identifica a los responsabl­es y se les hace pagar penal y civilmente por sus faltas, este monumento a la ineficienc­ia y la corrupción alentará nuevos emprendimi­entos que solo busquen lucrar indebidame­nte a costa del contribuye­nte paraguayo, sin ofrecer nada a cambio.

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