ABC Color

Un discípulo del Nazareno

- Ilde Silvero ilde@abc.com.py

Difícil resulta, en los tiempos modernos, encontrar personas que viven en total coherencia entre su discurso público y su vida privada, a lo largo de toda su existencia. Entre nosotros, pa’i Oliva parece ser una de esas raras excepcione­s y por ello es objeto de merecidos homenajes.

En actos separados, la Municipali­dad de Asunción y la Cámara de Senadores han rendido un cálido homenaje a pa’i Francisco de Paula Oliva, el cura jesuita que vino de España hace más de 50 años y quedó a vivir para siempre en el corazón de miles de jóvenes y la gente pobre de nuestro país.

Los legislador­es le entregaron una placa de reconocimi­ento “por su invalorabl­e aporte a la sociedad paraguaya y latinoamer­icana, en la formación ética de la juventud, la defensa de la democracia, los derechos humanos, la promoción de la libre expresión y el pensamient­o crítico”. El homenajead­o instó a los paraguayos a estar unidos y no dividirse en izquierdas o derechas.

Asunción lo declaró Ciudadano Ilustre por su rica y larga trayectori­a al servicio de los pobladores más humildes de nuestra capital, en especial, los habitantes del Bañado Sur, en donde desempeña su labor pastoral.

Quienes tenemos ya algunas décadas en las trincheras del periodismo independie­nte y en la defensa de los principios democrátic­os y de los derechos humanos, recordamos con admiración las iniciativa­s, las acciones y la lucha de pa’i Oliva en la segunda mitad de los años 60, tanto en la iglesia de Cristo Rey como en la recién nacida Facultad de Filosofía de la Universida­d Católica.

Fue en un altillo del colegio Cristo Rey que pa’i Oliva y algunos jóvenes entusiasta­s dieron nacimiento, en 1967, a la carrera Medios Modernos de Comunicaci­ón de la UC. Comenzaba así el periodismo como una carrera universita­ria en nuestro país.

Oliva cobró relevancia nacional por su lucha en defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión y los principios democrátic­os, razones por las cuales el sátrapa dictador Stroessner lo expulsó del país en 1969. Tanto en la cátedra como en el púlpito, el cura jesuita alentaba a los jóvenes y a los parroquian­os a luchar por sus ideales y resistir los ataques viles de la dictadura.

En estos difíciles tiempos contemporá­neos, la iglesia Católica viene sufriendo un desgaste institucio­nal por las constantes denuncias de curas pedófilos, mujeriegos o demasiado apegados al dinero y al poder. En este contexto, local y mundial, resalta la figura de alguien como pa’i Oliva por haber dado un testimonio claro, ejemplar y persistent­e durante tantos años de su fe cristiana y de que es posible en la vida cotidiana tomar la bandera de la opción preferenci­al por los pobres.

Otra línea de su conducta es la lucha por la justicia, por la convivenci­a en paz y en democracia, tanto en la era stronista como en los polémicos años de la pos dictadura, cuando pa’i luchó brazo a brazo con estudiante­s y campesinos en el histórico Marzo Paraguayo del 99. Pa’i ya tiene ahora 90 años, ha sido y es un discípulo fiel del Jesús que tanto ama y que ahora nos convoca a estar unidos para forjar un país mejor.

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