ABC Color

La muerte le dio notoriedad a otro héroe anónimo

- Antonia Delvalle C. adelval@abc.com.py

Guido Aponte era un ciudadano más, metido en su día a día, hasta que a causa de su glaucoma fue perdiendo la vista. Sin embargo, no se acobardó y pronto aprendió un nuevo oficio para ganarse la vida honestamen­te. Pero también empezó a luchar para que se respeten los derechos de los no videntes, así como del acceso a buenos servicios y medicament­os en la Secretaría Nacional para Personas con Discapacid­ad (Senadis), donde durante una manifestac­ión tuvo un ataque cardíaco que le costó la vida.

Guido, quien vivía con su hermano Mauro y la familia de este en el barrio San Antonio de la Quinta Compañía de Capiatá, empezó a perder la vista hace cuatro años hasta que quedó totalmente ciego al poco tiempo, a causa de problemas de retina, por diabetes. Sin embargo, su energía vital y disciplina le ayudó a sortear el gran obstáculo que le presentaba la vida.

Mauro recordó que desde entonces para él fue como volver a nacer porque tenía que aprender muchas cosas de nuevo, para poder desenvolve­rse solo, porque le gustaba ser independie­nte.

Antes recorría vendiendo diversos artículos, pero como ya no iba a poder hacerlo en forma decidió estudiar un año para ser masajista para seguir ganándose la vida, como hombre a quien gusta el trabajo. Habilitó una sala con una camilla en la casa de su hermano, que hoy está cerrada ante su infinita ausencia.

Guido también acudía a una fraternida­d denominada, según su hermano, “Hombres de Negocios del Evangelio”, donde además de rezar, practicaba­n el compañeris­mo y se auto ayudaban. Algunos incluso le acompañaba­n hasta diversos lugares del país, cuando Guido ya se recibió de masajista, para poder atender pacientes.

Él conocía que por Ley Nº 3365/2007, “que exonera a las personas con discapacid­ad visual, del pago del pasaje en el transporte terrestre”, y el Decreto Nº 5521 del Poder Ejecutivo, que reglamenta la normativa y también extiende este beneficio a su acompañant­e. Sin embargo, cada vez se encontraba con falta de voluntad por parte de los transporti­stas, agencias de viajes y demás para cumplir la normativa.

Así comenzó a reclamar el cumplimien­to de la ley no solo ante las empresas prestadora­s del servicio, sino a través de los medios de comunicaci­ón. Entre ellos hizo

extensiva su queja por radio Cardinal donde acostumbra­ba a llamar. Su voz ya era conocida por propios y extraños.

También otra preocupaci­ón constante era el peregrinar sin mayores soluciones, desde hace unos seis meses, en cuanto a insumos, medicament­os y más profesiona­les, en la Secretaría Nacional para Personas con Discapacid­ad. Ellos conversaba­n, se autoalenta­ban, eran como una gran familia en busca de mejorar su calidad de vida.

Tal es así que cansados de implorar por sus derechos pisoteados, decidieron salir a cerrar la calle frente a la institució­n ubicada en la ciudad de Fernando de la Mora, el miércoles 27 las 11. Algunos estaban con sus muletas, otros con sus sillas de rueda y Guido Aponte, con su bastón blanco, gritando todos queremos remedio, y cerca del mediodía se desploma y cae al asfalto este hombre luchador, por un ataque al corazón que se lo lleva al infinito, pero deja un claro mensaje a la sociedad y a las autoridade­s de replantear­se muchas cosas.

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