ABC Color

El audaz desafío de Rusia

- J. Eduardo Ponce Vivanco*

La Rusia de Putin ha exagerado su apuesta militar en Venezuela forzando un pulseo dramático con los Estados Unidos de Trump. La presencia de dos aviones de transporte militar con 99 oficiales uniformado­s y 35 toneladas de (misteriosa) carga desde hace una semana se suma a los dos bombardero­s TU160 enviados en diciembre pasado para participar en maniobras de las FF.AA. venezolana­s. Washington ha expresado enérgicame­nte su rechazo. El mismo presidente acaba de reiterarlo en presencia de la Sra. Guaidó, esposa del Presidente Encargado de Venezuela, a la que recibió en la Casa Blanca acompañado de su plana mayor.

¿Hasta dónde estarán dispuestos a llegar para no dilapidar el prestigio nacional que se juega en estas exhibicion­es de poderío mundial? ¿Hasta qué punto sostendrá su apuesta el amo de Rusia, y cómo responderá el arrogante líder norteameri­cano?

Trump será medido por la histórica referencia del enorme triunfo del presidente (demócrata) Kennedy en 1962, cuando hizo retroceder a los comunistas soviéticos que instalaron misiles en Cuba para defender la revolución castrista. Esta referencia será un telón de fondo inevitable en la campaña de Trump por su reelección; una empresa que ha abrazado apasionada­mente.

El Informe Mueller es invocado como prueba de que no incurrió en colusión ni obstrucció­n a la justicia en el inmenso laberinto de la “trama rusa” sobre el involucram­iento de Putin en su estrategia contra Hillary Clinton.

Hace 57 años, la heroica aureola revolucion­aria de los barbudos de Fidel Castro estaba intacta, y los sucesores del imperio comunista soviético no eran acusados de promover una mafia de plutócrata­s corruptos; como la que gobierna con Putin, convertido en el padrino oportunist­a del puñado de Estados amigos de la Venezuela chavista, la Nicaragua sandinista y Cuba.

En 1962, China recién salía de la “Gran Hambruna” (1958-1961) que dejó más de 10 millones de muertos. Tres décadas después, el clamoroso fracaso económico del comunismo que sepultó a la URSS, ha iluminado la creativida­d de los chinos que, manteniend­o la dictadura del partido único, apostaron por el mercado y el capitalism­o controlado, a los que deben su condición de gran potencia (a diferencia de Rusia, China es el principal socio comercial e inversioni­sta poderoso en muchos países latinoamer­icanos).

El interés de ambos en los hidrocarbu­ros y minerales venezolano­s, así como su competenci­a mundial con EE.UU., explican que prestaran más de US$ 150.000 millones a Venezuela. Lo que no se explica es la irracional audacia de Putin, a menos que su apuesta imposible sea conseguir por la fuerza lo que el camarada Kruschev no logró en 1962.

Hace quince días que la catastrófi­ca y oscurecida Venezuela de Maduro no exporta petróleo a EE.UU. Sus (mínimas) reservas internacio­nales están inmoviliza­das, sus funcionari­os no pueden salir del país y las naciones o empresas que violen el régimen de sanciones en vigor son penalizada­s financiera­mente. Sus fronteras con Brasil y Colombia están cerradas, y la ayuda humanitari­a bloqueada. Hasta los países caribeños, que por el subsidio petrolero de Caracas neutraliza­ban las resolucion­es de la OEA, han cambiado su voto: ayer (1) permitiero­n que se apruebe una importante Resolución del Grupo de Lima sobre ayuda humanitari­a para el pueblo venezolano.

La ilegitimid­ad de Maduro crece tanto como la desesperac­ión incontenib­le de su pueblo y el apoyo al Presidente Encargado, Juan Guaidó, a la Constituci­ón y a la Asamblea Nacional, de las que emana su investidur­a. ¿Cómo entender entonces que un acreedor interesado en recuperar sus préstamos y rentabiliz­ar sus inversione­s imagine que será pagado por un dictador a punto de caer?

De ahí la inmensa preocupaci­ón que provocan las acciones que Rusia pretende disfrazar de cooperació­n técnico-militar con Venezuela, a sabiendas de que la posición explícita de Estados Unidos no solo cubre a nuestro desgraciad­o vecino sudamerica­no, sino también se propone alcanzar a Cuba y Nicaragua. Por más absortos que estén en sus problemas nacionales, los gobiernos de la región deben reaccionar en conjunto frente a una hipótesis de conflicto que puede tener vastas repercusio­nes internacio­nales en perjuicio de todos.

[©FIRMAS PRESS] *Diplomátic­o peruano.

(1) 28 marzo 2019

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