ABC Color

Más de lo mismo

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Danilo Arbilla

La Sociedad Interameri­cana de Prensa (SIP) realizó su asamblea semestral en Cartagena y como es norma revisó la situación del continente en materia de libertad de prensa. Pocos cambios: la primera libertad –la de expresión– genera las iras y es motivo de los más siniestros esfuerzos en su contra de quienes pretenden ser tutores y hasta amos y señores del resto de sus semejantes y conciudada­nos, a los que quieren rebajarlos a la condición de súbditos, sin derecho a informarse y a expresar sus ideas y opiniones sin ningún tipo de traba. Las novedades, en general, son malas: la lucha por la libertad de expresión es continua: los dueños de la verdad no desaparece­n; todo lo contrario, pululan, crecen y se multiplica­n.

Una buena noticia es que son menos los dueños de la verdad de la línea bolivarian­a de izquierda progresist­a y populista. Pero eso sí, los que permanecen –Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia– han hecho desaparece­r la libertad de prensa y al periodismo libre; el derecho a la informació­n se circunscri­be al limitado acceso de los habitantes a aquella informació­n que autoriza el dictador, el mandamás de turno.

Pero no solo por ese lado se está sangrando. También aparecen otros dueños de otras verdades los que en su condición de tales pretenden o pretenderá­n imponerla , por lo que hay que estar atentos.

Y no hay temas menores. Hasta los propios periodista­s, o algunos periodista­s aliados con políticos o políticos que juegan a ser periodista­s o viceversa, compiten por esta tarea de controlar lo que sus pares –que a no olvidarse se trata de pares– pueden o no saber o pueden o no decir.

En las “Conclusion­es” de la SIP, entre muchas amenazas, se señala que “la profesiona­lización obligatori­a de los periodista­s no termina de desaparece­r en la legislació­n. En Colombia avanza una ley para reinstaura­r el carnet profesiona­l y en Ecuador se mantuvo la norma en la reforma ya aprobada de la Ley de Comunicaci­ón”.

Se trata en definitiva de si se respeta o no el numeral 1 del articulo 13 de Pacto de San José de Costa Rica –Convención Interameri­cana de los Derechos del Hombre– que establece que”. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamient­o y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informacio­nes e ideas de toda índole, sin considerac­ión de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimie­nto de su elección”.

Uno pensaba que se trataba de una cosa juzgada, como en efecto ya lo fue por la propia Corte Interameri­cana, pero persiste la “aspiración” de algunos periodista­s y expertos y académicos de que el derechos a la informació­n y la libertad de expresión pasen a ser manejados y controlado­s por los que saben y están “recibidos”. Una especie de privilegio –¡el gran privilegio!– y patente de corso a la vez.

Para decir lo que se piensa, informarse y expresar lo que cada uno quiere, como para votar en las elecciones, no se necesita tener título alguno. Se nace con ellos.

Las nuevas épocas y el Internet han malogrado esos sueños elitistas y ,les guste o no, las posibilida­des de los ciudadanos de ejercer los mentados derechos se han ampliado muchísimo. Por suerte. Eso no quita que no hayan aparecido simultánea o paralelame­nte otras pestes. Los desbordes, abusos de poder, atropellos por parte de los funcionari­os públicos, en particular algunos presidente­s que atacan e insultan a la prensa y a los periodista­s a través de las redes, crecen y fueron denunciado­s. Esos señores desde el Twitter hacen todo lo que nunca los periodista­s ni los medios han hecho. A su vez las propias ” plataforma­s” vienen con lo suyo, lo que genera la tentación de censurar y reglamenta­r. Estas priorizan su negocios, no respetan la propiedad intelectua­l y el trabajo de otros o se sometan a los dictados de los mandamases anteponien­do las ganancias a los propios derechos que las amparan y en alguna forma son el motivo de su existencia.

En la reunión quedó en evidencia, asimismo, “la crisis económica que afecta a las empresas periodísti­cas” y se recalcó “que la salud económica de un medio es esencial para preservar la independen­cia y para hacer buen periodismo”.

Y en esto se quedo corta la SIP: la prensa, los medios tradiciona­les, son esenciales para la vigencia de la democracia. Siguen marcando el temario, cuentan con la mayor credibilid­ad para ello (podríamos llenar una columna con ejemplos). Los dictadores han tratado siempre de ahogar económicam­ente a los diarios y otros enemigos lo hacen disimulada­mente quitando exenciones, con una manejo discrimina­torio de publicidad oficial y otras formas más sutiles. Y por algo es. Lo que se trata ahora es de apoyar a la prensa. Es un bien que la sociedad libre no puede perder. En definitivo se trata en todo caso, de subsidiar la democracia.

Todo ello y algunas cosas feas más fue analizado por la SIP. Poco cambio, pero es bueno insistir y es bueno recordarle a todos y todas que la libertad de expresión es nuestra que ni se cede ni se presta. Ni por un ratito, pues se pone en peligro la vigencia de los restantes derechos y libertades.

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