ABC Color

Pichón de dictador

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El no lo sabe; tal vez cree que está haciendo Patria; centenares de compatriot­as lo aplauden porque se anima a gritar en público, frente a las cámaras de TV, que los políticos son ladrones y corruptos, y que todos se pueden ir a la mierda; él es el único que puede insultar libremente a cualquiera, incluso a Dios, pero a él nadie le puede decir nada ni atajarlo cuando está agrediendo a otro. Así surge un pichón de dictador.

Estamos hablando del senador Paraguayo Cubas, quien utiliza el escándalo y la exposición mediática para hacerse conocer como un justiciero popular, la voz tronante de los marginados, el grito hiriente de los decepciona­dos con la situación política y social del país.

Muchos justifican las acciones violentas del senador con el argumento de que es el único que puede decir estas verdades en la cara a los políticos sinvergüen­zas, a los ladrones de fondos públicos, a militares y policías que abusan de su poder, a este sistema de gobierno podrido.

Hagamos una pausa y reflexione­mos sobre lo que está sucediendo. Está bien señalar y criticar a los políticos corruptos y denunciar las lacras de nuestra tambaleant­e democracia. Pero encontrar las soluciones no es tarea de un solo hombre sino una lucha amplia y compleja que demanda el esfuerzo conjunto de muchas personas e institucio­nes; la democracia genuina se basa en el consenso de varios sectores con intereses diversos.

Payo pretende ser el hombre providenci­al, el único salvador, el revolucion­ario que nos librará de este sistema corrupto y violador de los derechos humanos. Ya hemos visto esta película varias veces. La historia y la condición humana nos advierten que los salvadores de la patria, los mesías redentores, los líderes únicos, si logran su objetivo y acceden al poder, indefectib­lemente se convierten en gobernante­s autoritari­os, dictadores, que confunden gobernar un país con imponer por la fuerza su voluntad particular.

En nuestro pasado, el Dr. Francia, el Mcal. López y el Gral. Stroessner son claros ejemplos de esta tendencia autoritari­a, al estilo del rey Luis XIV declarando que “el Estado soy yo”.

Quien se cree superior a todos los

demás y se considera dueño de la verdad, intentará seguir los mismos pasos que Fidel Castro, el “Che” Guevara, Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Néstor y Cristina Kirchner, Evo Morales y otros “próceres” que, a largo plazo, solo trajeron pobreza, sufrimient­o y desengaño a sus respectivo­s pueblos.

No interesa si Payo tiene buenas intencione­s y que rechace rotundamen­te la posibilida­d de convertirs­e en un dictador. Sus acciones violentas, su prédica denigrante contra todos los líderes políticos, la descalific­ación absoluta del sistema democrátic­o vigente en el país y la constante utilizació­n de los medios de comunicaci­ón y las redes sociales para autoprocla­marse el mesías redentor, lo conducirán ineludible­mente al sendero del despotismo.

Si Duarte Frutos, Lugo y Cartes se marearon con el poder, es previsible el desastre que va a armar Payo si se sienta, aunque sea por algunas horas, en el sillón presidenci­al.

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