Oportunidades
Sin lugar a dudas, en un país lleno de miseria, como el nuestro, tener una “canilla libre” de dinero como lo tiene Salto del Guairá –y en dólares– es una ventaja única que lo diferencia del resto de los 250 municipios del país. Sin ningún esfuerzo, desde hace seis años, la Municipalidad tiene 8.400.000 dólares anuales (unos G. 50.000 millones al cambio actual del dólar) para infraestructura con una visión estratégica de crecimiento organizado y direccionado hacia el gran negocio de este siglo: el turismo. Dichos recursos vienen al municipio en compensación por los Saltos del Guairá o Siete Caídas.
Ciertamente, ningún dinero del mundo podrá pagar las bellas cataratas que la Itaipú sepultó con su nacimiento. Así como Salto perdió su gran capital turístico, Paraguay perdió su oportunidad de ser “otro Paraguay” gracias a los vende patrias que mal negociaron el primer Tratado de Itaipú. Pero la vida todo el tiempo está produciendo nuevas oportunidades; y la oportunidad de Salto ya se inició, incluso antes de la firma del nuevo Tratado de Itaipú, que debe darse en el 2023.
Además de la compensación anual, Salto recibió este fin de semana 5 millones de dólares de la Itaipú para acelerar la construcción de su playa con costanera, emblemática y necesaria obra de la estructuración turística del municipio. Y propios y extraños notan la gran diferencia que hizo hasta aquí los recursos del resarcimiento.
Lamentablemente, la sombra de la corrupción se apoderó del municipio desde el 2012, cuando se inició el “chorro” del resarcimiento. Obras sin sentido, construcciones a todas luces sobrefacturadas por gobiernos que no supieron administrar el 100% de esos vitales recursos para destinar hacia la dirección correcta.
Como lo reconociera públicamente el concejal Luis Fleitas (PLRA), en la municipalidad, en el entorno del Intendente César Haitter (PDP) pululan funcionarios ineptos que solo están interesados en qué ventajas pueden sacar de cada compra, licitación u obra. Y está plenamente demostrada que la deshonestidad y la ineficiencia en el manejo de los recursos públicos son los grandes enemigos que, aun con mucho dinero, pueden hacer fracasar o retardar los sueños de una comunidad ávida de empezar de nuevo y salir adelante.