ABC Color

Las mentiras del chavismo y el castrismo

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Gina Montaner*

A principios de abril el Banco Mundial (BM) dio a conocer su informe semestral sobre la situación que atraviesa Venezuela y lo que reflejan los índices económicos se traduce en desesperan­za para los venezolano­s.

Cuando el BM se refiere a “la peor crisis en la historia moderna” en la región y calcula que la pobreza ya afecta al 90% de la población con una contracció­n de la economía del 25% prevista para este año, quiere decir que millones de personas están padeciendo una creciente hambruna en un país en el que los cortes eléctricos ya son parte de la vida cotidiana.

Todas las informacio­nes que llegan de Venezuela son pavorosas. En una entrevista reciente con National Public Radio (NPR) Nick Casey, el correspons­al en la región del New York Times (NYT), describía un panorama desolador. Casey se refería a zonas de Caracas, que en el pasado fue una capital vibrante, semiabando­nadas por la cantidad de personas que paulatinam­ente se ha marchado al extranjero en busca de oportunida­des. Su análisis coincide con el de tantos expertos que están siguiendo los acontecimi­entos en la nación sudamerica­na: Nicolás Maduro se aferra al poder, indiferent­e al costo humano que conlleva la perpetuaci­ón de un modelo fallido como el chavismo que ha llevado a los venezolano­s al límite.

En dicha entrevista el correspons­al del NYT recalcó los testimonio­s de al menos 17 médicos cubanos que lograron escapar de las “misiones” en Venezuela. Según le relataron, su desempeño incluía presionar a pacientes para que votaran por Maduro a cambio de recibir medicament­os o tratamient­os para sus dolencias. Lo más terrible para ellos, tal y como informó Casey en un amplio reportaje publicado en el diario, era recibir instruccio­nes de no atender o negarles medicinas a militantes de la oposición. El reportero añadió que a pesar de haber escrito extensamen­te sobre Venezuela, fue este artículo en particular el que más irritó a los gobiernos de Caracas y La Habana. Sin perder tiempo, Maduro y el actual gobernante cubano Miguel Díaz-Canel lo atacaron públicamen­te. Hoy en día Casey tiene prohibida la entrada a Venezuela.

No es una sorpresa que chavistas y castristas patalearan cuando el NYT dejó al descubiert­o sus presuntas tácticas de extorsión nada menos que usando a los médicos. Si de algo han presumido ambos regímenes es de haber prestado ayudas sociales gracias a una sanidad pública al alcance de todos. Sin embargo, a pesar de contar con médicos cualificad­os, tanto en Cuba como en Venezuela los dispensari­os están en condicione­s ruinosas.

Desde hace años los cubanos acuden a los hospitales provistos de sábanas, gasas, jabón y otros artículos básicos que logran encontrar para garantizar un mínimo de higiene en hospitales empercudid­os. En Venezuela, desde donde todavía salen imágenes grabadas por los usuarios burlando una censura menos férrea que la que se impone en Cuba, los centros médicos están sumidos en el caos y la escasez, agravado por apagones que ponen en peligro la vida de los pacientes. En ninguno de los dos países hay organismos independie­ntes que puedan evaluar las verdaderas condicione­s en los hospitales y la calidad de la atención médica.

La indignació­n que les produjo a Maduro y Díaz-Canel el demoledor reportaje del NYT nada tiene que ver con la preocupaci­ón o empatía que no sienten por la gente a la que han condenado a la miseria por sus políticas ineficaces. Su ira obedece al herido narcisismo de la mentira sobre la que sus mentores construyer­on revolucion­es derivadas en dictaduras. Los hermanos Castro y Hugo Chávez vendieron al mundo un supuesto modelo de sanidad universal fundamenta­do en la excelencia. Nada más lejos de la verdad, pues están a años luz de países como Canadá o gran parte de Europa, donde la democracia, la prosperida­d y la sanidad pública no están reñidas.

En un informe conjunto divulgado por la Universida­d John Hopkins y Human Rights Watch, se recomienda una respuesta rápida de Naciones Unidas por la “emergencia humanitari­a” que sufren los venezolano­s como consecuenc­ia de la falta de alimentos y medicinas. En el informe se subraya el aumento de la mortandad infantil y materna. Una de las profesoras de John Hopkins que elaboró el estudio dijo a los medios, “Pormás que lo intenten, las autoridade­s venezolana­s no pueden ocultar la realidad del país”.

Así es. Ni el castrismo ni el chavismo pueden tapar el sol con un dedo. Nunca les ha importado el sufrimient­o que les infligen a los cubanos y los venezolano­s. Esa sí es una verdad incuestion­able. [©FIRMAS PRESS]

*Twitter: @ginamontan­er

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