Más evasión o “revolución”
Estrechar alianzas entre políticos de un mismo partido o de otras nucleaciones es normal y hasta si se quiere necesario siempre y cuando se produzcan beneficios importantes para la ciudadanía. Pero en Paraguay estos pactos siempre resultaron muy peligrosos para el país y en este último caso no vemos condimentos que nos haga pensar que será diferente.
El pacto no tuvo un buen debut el miércoles pasado: enviaron al archivo en una cuestionada sesión extra el proyecto de ley que pretendía eliminar la elección de los parlasurianos paraguayos, con el objetivo principal y hasta patriótico inclusive de ahorrar G. 23.000 millones que se despilfarran anualmente. Es decir, la salud y/o la educación públicas dejan de percibir este monto, que tal vez es una gota de agua en una laguna en materia presupuestaria estatal, pero sumado a otras cifras pueden contribuir a la ayuda en la solución de nuestros graves problemas. De paso, se le deja sin oxígeno a un sector político que poco o nada contribuye en la construcción de la República.
Al día siguiente colorados y liberales, con algunas excepciones, apoyaron la elección de Alberto Martínez Simón como nuevo ministro de la Corte Suprema de Justicia en sustitución del destituido Sindulfo Blanco. Hoy el joven magistrado tiene tal vez voto de confianza de algunas personas no vinculadas a la política partidaria por el hecho de ser nuevo en ese cargo, pero su antecedente de favorecer en un juicio a un docente denunciado por acoso sexual por la alumna de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”, sede regional Asunción, es un signo preocupante. Lo grave es que este docente está en un estamento que resolvió incluirle a Martínez Simón en una terna. Se parece bastante a un intercambio de favores.
Pero lo peor parece llegar: los impuestazos. Como dijimos en comentarios anteriores, es una decisión política del Gobierno que busca exprimirle aún más a la población que siempre paga para cubrir los “agujeros negros” que dejan los evasores de distintos segmentos de la sociedad, que se ríen de todos nosotros. Entre ellos los políticos con poder, como gobernadores, intendentes, concejales departamentales y municipales, y en particular varios legisladores y sus aliados.
Felizmente un sector de la ciudadanía está tomando cada vez más conciencia de que este tipo de acuerdos o intenciones no solo nos impactan fuertemente en el bolsillo sino que resulta repugnante porque mientras los políticos se llevan la gran vida, la gente junta monedas para llegar a fin de mes.
No resulta nada simpático trabajar más y más para pagar a zánganos del sector público, groseros beneficios y hasta amantes de políticos. ¿Será que algunos de sus tantos asesores le hicieron ver esta realidad al presidente Mario Abdo Benítez? Por lo menos el que le inventó su eslogan de “Marito de la gente” le tiene que avisar que fuera del Palacio de López las aguas ya le están llegando al cuello a las familias paraguayas.
Desde Hacienda anuncian que luego de la Semana Santa presentarán el paquete de proyectos de ley de impuestazos. Es lo peor que hará Mario Abdo como gobernante en estos momentos. Será políticamente incorrecto: hay miles de familias damnificadas, no circula el dinero porque alguien cerró la canilla del dinero fácil y, en contrapartida, vemos que hay funcionarios que tienen aumentos de hasta G. 6 millones por el simple hecho de ser compueblano, pariente o cuate de un diputado.
Urgentemente Abdo debe frenar su intención de aplicar impuestos más altos porque de lo contrario provocará más evasión o le sobrevendrá “revolución”. Debe estar siempre al lado de la gente o correrá la misma suerte que sus correligionarios del triste “Nuevo Rumbo”.