En qué gastan los impuestos
A toda costa, el Gobierno busca establecer un nuevo sistema de impuestos a fin de aumentar los ingresos a las arcas del fisco. Esto debería ser rutinario en una sociedad normal, pero en nuestro caso surgen muchas voces de protesta porque, en los hechos, se notan el malgasto y el despilfarro del dinero público.
Todas las semanas se conocen más y más casos de gastos innecesarios y malversaciones de los fondos que provee el Ministerio de Hacienda luego del cobro de los impuestos a la ciudadanía.
Los diputados y senadores realizan cada año centenares de viajes al exterior, con cuantiosos viáticos, para asistir a congresos, reuniones o simples excursiones cuya utilidad para nuestra Nación es bastante dudosa.
Hay múltiples cargos en las diversas instituciones públicas que no tienen sentido ni justificación, como los médicos, enfermeras, odontólogos y obstetras en la Cámara de Diputados, quienes cobran buenos salarios por no hacer nada.
Los diputados “parlasurianos” existen desde hace años, con un jugoso sueldo, y nadie sabe exactamente qué hacen o para qué sirven. Ahora anuncian que dentro de cuatro años eliminarán este gasto inútil.
Los ministerios, entidades autárquicas, las gobernaciones y municipios cuentan con miles de empleados contratados temporalmente, sin funciones específicas que, tras pocos años, exigen su “derecho” a ser nombrados oficialmente y continuar así el proceso de engorde del funcionariado estatal.
En los centros de salud, el servicio que se presta a los pacientes es muy pobre; faltan médicos y enfermeras, hay carencia de equipos de diagnóstico y algunos pocos medicamentos se sortean entre miles de enfermos.
Nuestras rutas, puentes y caminos en el interior, en general, se encuentran en mal estado, con evidentes faltas de reparación y mantenimiento.
La educación que reciben los niños en las escuelas públicas deja mucho que desear y por eso figuramos en el nivel más bajo de calidad de enseñanza entre las naciones latinoamericanas.
Solo tres de cada 10 trabajadores cuentan con seguro médico y posibilidad de jubilación. Los otros siete laburan en la informalidad, sin cobertura médica y de jubilarse ni hablar.
Entonces, cuando nos hablan de la necesidad de aumentar los impuestos, tenemos el legítimo derecho a preguntar: ¿para qué quiere el Gobierno más plata y, sobre todo, en qué gastará lo recaudado adicionalmente a lo que ya percibe en la actualidad?
Teniendo en cuenta los gastos innecesarios en los que incurre el Gobierno, la conclusión obvia en torno a la polémica sobre los aumentos de impuestos es que la prioridad debe ser disminuir las erogaciones estatales, eliminar los gastos superfluos, adoptar una administración mucho más eficaz y más austera.
Es verdad que, en términos comparativos, los paraguayos pagamos pocos impuestos, la presión tributaria es baja, pero también constituye una certeza enorme que hay millones y millones de guaraníes que se gastan de balde, al santo cohete, en un despilfarro inexplicable. Que el Gobierno se apriete el cinto, que brinde servicios de mejor calidad y luego hablaremos de cómo y quiénes deberían aportar más al fisco.