ABC Color

Que termine el festín

- rduarte@abc.com.py Rosendo Duarte

Tras años de lucha, los saltoguair­eños habían logrado que en el 2012 se aprobara la primera ley de Resarcimie­nto por los desapareci­dos Saltos del Guairá o 7 Caídas. Se trata de la Ley N° 4597 “Especial de compensaci­ón al municipio de Salto del Guairá por la desaparici­ón de los Saltos”. La normativa, por primera vez, le daba directa participac­ión a la “madre de la Itaipú” en los beneficios producidos por la venta de los excedentes de la energía eléctrica al Brasil, a razón del 3 por ciento.

Los majestuoso­s saltos, como se sabe, fueron borrados del mapa por la represa de Itaipú, cuyo embalse terminó de llenarse en el año 1982 abnegando para siempre aquellas fabulosas cataratas.

El dinero que vino a partir de ese año tomó de sorpresa a las autoridade­s de turno, quienes no solo vieron los recursos como una herramient­a para el desarrollo de la pobre infraestru­ctura de la ciudad, sino además como una oportunida­d para llenarse los bolsillos.

Nadie, obviamente, se tomó el maletín y lo llevó a casa. Sería muy obvio. Pero empezaron las obras y, con ellas, la oportunida­d de sobrefactu­rar, construir obras de pésima calidad a precio de “oro” y hacer negocios con los amigos.

En la presente administra­ción comunal de Carlos Haitter (PDP) se fueron aún más allá, e inventaron obras innecesari­as en las cuales se tiraron miles de millones de estos recursos económicos, casi con la única finalidad de gastar el dinero y, de paso, los negocios. Tan generaliza­do fue el tema, que según reconocen algunos concejales, en la Municipali­dad, nada se hace sin pensar en sacar un beneficio.

Pero de nuevo empieza la campaña por el poder municipal. Será el tercer periodo “pos resarcimie­nto”, en el cual se tendrá la oportunida­d de empezar todo de nuevo.

Es decir, el pueblo saltoguair­eño va a tener una nueva oportunida­d para elegir doce concejales y un intendente para administra­r estos recursos, que cada año suman unos 8.400.000 dólares, con honestidad.

No va ser una tarea fácil para el elector, porque la gran mayoría de quienes se postulan lo harán con miras al cofre municipal, obviamente camuflados de corderitos o imitando a la recordada madre Teresa de Calcuta, por decir, de alguna manera.

Saber diferencia­r entre pillos y honorables será fundamenta­l para que, en este tercer periodo, termine el festín con el dinero casi sagrado que hemos heredado de nuestro santuario perdido, los Saltos del Guairá.

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