La victoria de la vida
Para la Iglesia, el domingo de Pascua ya empezó con la celebración de la Vigilia Pascual. Es la fiesta de la resurrección de Jesús: la victoria de la vida sobre la muerte.
Algo completamente inesperado sucede: las mujeres van a la sepultura muy tempranito para hacerle los honores fúnebres que no pudieron hacerle por la prisa del viernes, y encuentran que la sepultura está abierta y vacía. Y que Jesús está vivo, resucitado y glorioso. Al inicio les parece difícil creer que aquel mismo que lo vieron tan desfigurado está ahora con tanta vida. Pero de a poquito cuando lo escuchan llamarles por el nombre, cuando ven las señales de los clavos en sus manos, cuando realiza los mismos milagros de antes o hace los mismos gestos que en la aquella ultima cena, entienden que sí es el mismo Jesús, que está vivo y transformado y ya no necesita más de puertas. La alegría les invade el corazón, la frustración se desvanece y el sueño de una vida nueva retorna ahora con mucho más fuerza. Pierden el miedo de la muerte
La muerte era el peor enemigo de los humanos en esta tierra. Se decía que en la vida para todo se tiene solución menos para la muerte. Sin embargo, ahora con Cristo resucitado ellos encuentran que la muerte ya no tiene la última palabra. Cristo es la solución para la muerte, la vida continúa en la resurrección. Esta certeza les daba una gran seguridad delante del mundo y de la violencia. Cuando les querían callar amenazando de matarles, ellos mostraban no tener más miedo, pues habían descubierto con Cristo resucitado, que la muerte era solo una trasformación, y pasados por ella la vida sería mucho más plena. Los apóstoles, cuando experimentan la fuerza del resucitado, pierden el miedo de la muerte y las amenazas ya no les paralizan. San Pablo llega a decir: para mí vivir es Cristo y morir es una ganancia…