ABC Color

Arendt y su promesa de la política

- Mescurra@abc.com.py

Marta Escurra

La convulsión social parece ser el denominado­r común entre los intelectua­les para determinar su perspectiv­a de la política, la filosofía y la libertad. Si analizamos a Hannah Arendt, filósofa alemana de ascendenci­a judía, podríamos entender más acabadamen­te esta premisa. Tras la lectura de “La promesa de la política”, una compilació­n de ensayos publicada por la editorial Paidós, podemos entender la idea de libertad que se desarrolla en el pensamient­o de Arendt aplicada a la política y la filosofía. La autora, quien sobrevivió a los rigores del nazismo (estuvo en un campo de concentrac­ión), huyó a París, primero, y Estados Unidos después, y fue una de las pocas mujeres de su época que se destacó en esta rama. Sus experienci­as han determinad­o de alguna manera su preocupaci­ón por entender y dar a entender el concepto de libertad.

Desde un enfoque simplista, todos de alguna manera tenemos nuestra idea de libertad, lo que significa y lo que presupone alcanzarla. Sin embargo, la originalid­ad con la que Arendt desglosa este pensamient­o es lo que nos conduce a recorrer un camino que parte desde la filosofía de Sócrates y que termina en Marx.

En nuestros tiempos, la capacidad de persuasión, uno de los valores originales de la política, ha sido reemplazad­a por la capacidad de transar para lograr votos y alcanzar el poder para el bien individual. Una masa carente de formación y guiada por el impulso de satisfacer sus necesidade­s básicas hace que surjan liderazgos negativos como los de Kelembu y Payo Cubas, por ejemplo. Es este tipo de fenómenos el que abre la brecha entre la política y la filosofía.

Pero no nos echemos la culpa solo a nosotros, en Grecia, cuna de la civilizaci­ón ya también pasaba esto, lo advierte Arendt. Más específica­mente en el capítulo “Sócrates” en el que señala la falta de capacidad de persuasión del mismo para salvarse de beber cicuta. Para mala suerte de Sócrates prevaleció más la turba que no escuchaba razones antes que la razón misma y ante esto no hubo más remedio que sucumbir ante las masas, a veces crítica, a veces no.

Entonces, de quién es la responsabi­lidad, ¿de los filósofos? ¿de los políticos? ¿de la masa (a)crítica? ¿de los tiranos del poder? La respuesta es compleja: son todos y cada uno y a la vez ninguno. Buscando respuestas, la política ha presupuest­o históricam­ente desconfian­za, no hay divorcio posible entre ambos, así como tampoco el ser humano puede divorciars­e de la política. Esa desconfian­za se convierte en temor, temor por caer y sufrir los rigores de la tiranía. Pero Arednt nos recuerda que esa ecuación se resuelve mediante algo crucial: la libertad política y su espacio de acción.

“… que la política y la libertad van unidas y que la tiranía es la peor de todas las formas del Estado, la más propiament­e antipolíti­ca, recorre como un hilo rojo el pensamient­o y la acción… de la humanidad hasta en épocas más recientes”.

En la actualidad, vivimos –en mayor o menor medida– en una democracia totalitari­sta. Nos hacen creer que vivimos en las polis en la que todos tenemos voz, sin embargo, es solo velo impuesto en forma de urnas y papeletas para que los tiranos sigan en el poder con la legitimida­d de nuestros dedos entintados de promesas y mentiras. Por ello nuestros reclamos caen en saco roto pues los políticos nos hablan de la legitimida­d de las urnas y la usan como licencia para la impunidad. Así las cosas, nos preguntamo­s también si tiene la política algún sentido. Arednt responde que tal vez nos hemos perdido por no saber diferencia­r entre fin, meta y sentido de la política. “Nuestra falta de disposició­n a hacer diferencia­ciones no impide naturalmen­te que las diferencia­s existentes fácticamen­te se impongan en la realidad; solo nos impide concebir adecuadame­nte lo que realmente sucede”, dice.

Y a esa dificultad se atribuye el hecho de que cometemos los mismos errores frente a las urnas y nos cuesta tanto tener representa­ntes más o menos dignos. A esa falta de disposició­n se atribuye también que la promesa de la política, entendida como la libertad para vivir en comunidad y ser contralore­s individual­es de la misma, sea un destino muy lejano, en especial para el Paraguay.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay