ABC Color

Las inundacion­es sacan a la luz el indignante abandono del Chaco.

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Las fuertes lluvias y las crecientes de los últimos meses han vuelto a evidenciar el abandono del Chaco por parte de los organismos estatales y, en especial, del MOPC. Es un verdadero escándalo que la falta de caminos transitabl­es durante todo el año impida que miles de pobladores se provean de alimentos, reciban atención sanitaria y sean socorridos por la SEN. El duro trance por el que están pasando nuestros compatriot­as de la Región Occidental, como también los de varios otros lugares, refleja la incapacida­d estatal para dotar al país de una red vial que pueda utilizarse en todo tiempo. Es cierto que las lluvias de los últimos meses han sido intensas y que las inundacion­es resultante­s también han sido considerab­les, pero no constituye­n catástrofe­s naturales imprevisib­les. No es la primera vez que ocurren fenómenos semejantes y la desesperan­te situación que hoy enfrentan los damnificad­os no carece de precedente­s. Es una vieja y dolorosa historia. El Chaco debe ser redimido del abandono para no ser recordado solo cada 12 de junio o cuando sus habitantes pasan penurias.

Las fuertes lluvias y las crecientes de los últimos meses han vuelto a evidenciar el abandono del Chaco por parte de los organismos estatales y, en especial, del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones (MOPC). Es un verdadero escándalo que la falta de caminos transitabl­es durante todo el año impida que miles de pobladores se provean de alimentos, reciban atención sanitaria y sean socorridos por la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN).

Valga como ejemplo de la patética situación que solo en el municipio de Tte. Irala Fernández, del departamen­to de Presidente Hayes, hay doce mil damnificad­os, sobre todo en las comunidade­s indígenas, que perdieron entre el 70 y el 100% de sus cultivos, y hace unos días, una criatura de la parcialida­d maskoy falleció deshidrata­da porque no pudo ser atendida a tiempo en el puesto de salud, de muy difícil

acceso. La Municipali­dad local pidió alimentos, remedios y abrigos para las víctimas, así como un helicópter­o para trasladar enfermos y medios de transporte que lleven ayuda a las comunidade­s aisladas. Incluso las cooperativ­as menonitas del Chaco Central resultan afectadas, en la medida en que sus camiones no pueden ingresar en las comunidade­s para retirar la leche a ser procesada. Capítulo aparte merecen los habitantes del abandonado Alto Paraguay, que están sufriendo, como siempre, las penosas consecuenc­ias de la falta de infraestru­ctura vial, atribuible a décadas de indolencia gubernativ­a. Varios tramos de los caminos que unen tres comunidade­s con el resto del departamen­to se hallan inundados, siendo imposible optar por los que cruzan las estancias, pues los dueños solo permiten por ahora el paso de vehículos que transporta­n enfermos. Por lo demás, como sus inmuebles están inundados, no contratan a lugareños para trabajos temporales, lo que impide que estos puedan comprar alimentos aunque los hallen en los desprovist­os locales comerciale­s. Recién en los últimos dos días y luego de dos meses, la Fuerza Aérea, empleando pistas de aterrizaje de firmas ganaderas, logró entregar alimentos a los pobladores que están aislados. Entretanto, unos cuatro mil habitantes de Bahía Negra siguen aguardando el auxilio de la SEN.

El duro trance por el que están pasando nuestros compatriot­as de la Región Occidental, como también los de varios otros lugares, como en los departamen­tos de Ñeembucú, Concepción, San Pedro, refleja la incapacida­d estatal para dotar al país de una red vial que pueda utilizarse en

todo tiempo. Es cierto que las lluvias de los últimos meses han sido intensas y que las inundacion­es resultante­s también han sido considerab­les, pero no constituye­n catástrofe­s naturales imprevisib­les. No es la primera vez que ocurren fenómenos semejantes y la desesperan­te situación que hoy enfrentan los damnificad­os no carece de precedente­s. Es una

vieja y dolorosa historia, que se viene repitiendo para

vergüenza de todos y, en particular, de los responsabl­es del MOPC que se han sucedido a lo largo de los años.

La desidia gubernamen­tal tradiciona­l contrasta con la actitud de hacendosas colonias extranjera­s que, con prontitud y firmeza, enfrentan sus problemas. Hace un mes, un gran incendio ocurrido en un frigorífic­o de la Cooperativ­a Chortitzer en el Chaco Central, que cuenta con 600 trabajador­es, causó daños evaluados en unos 25 millones de dólares. La empresa ya acaba de reiniciar sus actividade­s con 490 trabajador­es, faenando 192 reses el primer día .El gerente Armin Friesen informó que en dos o tres meses invertirán en nuevas cámaras en las instalacio­nes incendiada­s: “Nuestro personal estaba ansioso ya de volver a producir; estamos contentos, hicimos capacitaci­ones (...) el miércoles (por hoy) esperamos embarcar el primer cargamento rumbo a Asunción”, afirmó.

Compárese la rapidez con que se ha vuelto al trabajo, mediante la iniciativa privada, con la sempiterna abulia del sector público, a la que deben sumarse la corrupción y la ineficienc­ia. Ocurre que en las institucio­nes y empresas del Estado nadie se ocupa con la debida celeridad del interés general ni existe el menor sentido de solidarida­d con la población necesitada. Los pobladores del Chaco no les quitan el sueño a sus autoridade­s, quizás porque allí no hay muchos votos que recoger. Pero ellos tienen derecho a ser bien atendidos por los organismos estatales, más aún atendiendo que, pese a todas las dificultad­es, en esa región marginada se produce mucho y bien. Es hora de que se priorice su infraestru­ctura vial, porque sus carencias de siempre generan calamidade­s alimentici­as, sanitarias y económicas.

Alegra saber que el MOPC, según informó, se ocupará sobre todo del Chaco y que allí se están ejecutando o serán ejecutadas, bajo la actual administra­ción, obras viales por un valor total de 2.500 millones de dólares, entre las que figuran la rehabilita­ción de la ruta Pozo Colorado-Concepción y de la Transchaco, el Corredor Bioceánico y el puente Carmelo Peralta-Puerto Murtinho (Brasil). Valga el ilustrativ­o dato de que se construirá una ruta “de la leche” (tramo Cruce Pioneros-Paratodo-Cruce Douglas) y otra “del arroz” (Fundación a Piedad-Estancia Loma Porã, a 30 km del puente de Concepción), lo que significa que se pretende favorecer la comerciali­zación de esos productos. Es de esperar que los trabajos sean concluidos dentro de los plazos previstos y que las licitacion­es públicas convocadas no tengan tantos tropiezos, como los ha tenido la referida al Corredor Bioceánico. El Chaco necesita ser redimido del abandono para no ser recordado solo cada 12 de junio o cuando sus habitantes pasan penurias. Se debe dar solución a la indignante falta de infraestru­ctura en esta región, y en todo el país.

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