ABC Color

Interpreta­ndo signos de nuevos tiempos

- Mcaceres@abc.com.py

Marcos Cáceres Amarilla

El triunfo en las elecciones municipale­s de Ciudad del Este del candidato independie­nte Miguel Prieto y las dudas iniciales de algunos senadores para expulsar a su colega Víctor Bogado –condenado judicialme­nte por cobro indebido de honorarios– revelan, una vez más, la dificultad de una parte de la clase política de interpreta­r adecuadame­nte los signos de los nuevos tiempos ciudadanos.

Ya hace cerca de 22 años que el caudillo colorado Luis María Argaña (+) dijo que cualquier Ñakyrã pire o Pato Donald, con tal de ser el candidato oficial del Partido Colorado, aseguraba ganar una elección. La sentencia fue muchas veces desmentida por la realidad, pero los dirigentes del añejo partido republican­o continúan insistiend­o en poner candidatos de escaso o nulo atractivo electoral, dando por hecho que el “voto duro” partidario y una calculada demostraci­ón de suficienci­a y prepotenci­a arrastra a los indecisos a votar por quienes ellos deciden.

Es posible que la fórmula de presentar y ganar con cualquier candidato averiado tenga vigencia en algunos feudos del interior del país, donde aún persisten ciertos manejos feudales. Pero ni aún allí tiene larga vida. Menos aún, cuando se trata de elecciones de proyección nacional.

Ciertos dirigentes colorados pretendier­on restar mérito al fenómeno Prieto en el Este buscando las causas de la derrota en presuntas traiciones o en la falta de creativida­d en la campaña del candidato oficialist­a.

Lo que estos políticos no quieren admitir es que, en estos tiempos, la gente casi siempre vota por quien quiere y que los arreos, la “fidelidad” partidaria, las presiones, las trampas y los sobornos en general terminan perdiendo ante un candidato que tenga un sólido respaldo por representa­r las expectativ­as de la mayoría.

En cuando al caso del senador Víctor Bogado, pese a ser evidente, desde el mismo momento de la condena judicial, que su permanenci­a en el Senado era insostenib­le, motivó inexplicab­les dudas en algunos senadores de la oposición.

Tras el chasco de Ciudad del Este, el oficialism­o colorado se apresuró ayer a anunciar su postura a favor de la pérdida de investidur­a de Bogado. La decisión pretenderá ser presentada como una cuestión de principios cuando que, en realidad, es más que nada una cuestión de realismo político.

A esta altura de los acontecimi­entos, lo increíble no será que Bogado sea retirado ahora del escenario político sino el tiempo que permaneció.

En noviembre de 2013, es decir, hace seis años, la iniciativa del Senado de blindar al senador colorado, rechazando su desafuero, motivó una oleada de repudio ciudadano que inclusive se materializ­ó en la prohibició­n de admitir la presencia en espacios de concurrenc­ia pública de los senadores que se prestaron a la impunidad.

La airada reacción terminó provocando que el Senado volviera sobre sus pasos y aprobara el desafuero de Bogado.

A la actitud de la bancada de Colorado Añetete se habían adelantado otros sectores políticos, como Hagamos, Patria Querida y la bancada “B” del PLRA. Previsible­mente, se unirán a ellos en las próximas horas casi todos los partidos. Esa conducta responde a la necesidad de evitar un “revival” de aquella movilizaci­ón ciudadana.

Queda claro que la mayoría de la clase política, especialme­nte la representa­da en los partidos tradiciona­les sigue minimizand­o el factor ciudadano y continúa especuland­o con la falta de reacción y de memoria de la gente.

Es un dato importante para quienes tienen la teoría de que no vale la pena protestar porque nada cambiará. En realidad, los antecedent­es muestran que cada tanto es necesario abandonar el lugar de comodidad personal o grupal y hacer sentir la indignació­n y, cuando lo merece, el respaldo a las acciones de nuestros representa­ntes.

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