Riña en San Pedro
El departamento de San Pedro vive uno de sus peores momentos, con desastres de la naturaleza que azota con fuerza, las constantes lluvias que mantienen aisladas a las comunidades rurales y la falta de liderazgo positivo. Por un lado, la Iglesia que históricamente tuvo gran protagonismo a la hora de hacer reclamos sociales ahora se mantiene cauto y conservador, mientras los políticos colorados, encabezados en un sector por el gobernador Carlos Giménez y por el otro por el diputado abdista Freddy D’Ecclesiis, protagonizan una disputa descomunal por la supremacía de liderazgo y a costa de “zoquetes” para sus leales en instituciones públicas procuran imponer fuerza. En tanto, la oposición está cada vez más dividida y lejos de constituirse en esperanza para el sufrido y necesitado pueblo sampedrano.
Los caminos rurales están destrozados, no se desarrollan las clases con normalidad en escuelas y colegios, los pocos cultivos agrícolas para consumo familiar y de renta fueron destruidos por las lluvias. La mandioca, uno de los pocos rubros que se pudo salvar, actualmente se vende a un precio promedio de G. 250 el kilo.
Con rabia e impotencia el productor decide vender, pero es cuando encuentra con otro obstáculo: los caminos intransitables.
En las dependencias de salud pública también las atenciones se vieron afectadas por el aislamiento y el servicio se habilita de 07:00 a 15:00.
Las autoridades municipales, la Gobernación de San Pedro y del Gobierno tampoco reaccionan para proyectar e implementar alternativas para reactivar la economía de la zona. El gobernador Giménez y el diputado D’Ecclesiis no desarrollan proyectos en favor de la sufrida población sampedrana. Al contrario, con la disputa personal por el liderazgo perjudican enormemente a los habitantes.
Con la oposición divida entre sectores que dicen ser de izquierda y liberales, sin ideas claras y sin rumbo, los comités de bases no operan, viven improvisando y apelan al oportunismo para conseguir espacios de poder. La sociedad civil también carece de líderes creíbles.
Con este panorama, en San Pedro no se avizoran tiempos mejores.
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