ABC Color

Otra rosca a romper

- n Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

“Pasaje sube 100 guaraníes”, anunciaron erróneamen­te los titulares periodísti­cos esta semana.

La desproliji­dad con la que el Gobierno manejó la decisión de aumentar los pasajes generó confusión y desinforma­ción, distrayend­o la discusión hacia los avivados que comenzaron a cobrar los aumentos antes de tiempo; e impidiendo que nos concentrem­os en dos temas que son fundamenta­les para transparen­tar un servicio básico y de alto impacto social.

El primero, los pasajes no subieron solo 100 guaraníes, por el subsidio al pasaje metropolit­ano.

El Gobierno no solo lo mantuvo, sino que lo incrementó. De pagar 47 guaraníes por cada pasajero de cada viaje convencion­al, pasa ahora a multiplica­rlo por 88 guaraníes; y de 375 guaraníes por cada pasajero de colectivos diferencia­dos, la cifra es ahora multiplica­da por 462 guaraníes.

Parece poco, pero son miles de millones anuales, financiado­s con dinero público.

Además, el subsidio se establece con un número estimado, no preciso de pasajeros de cada línea, con base en un estudio realizado hace algunos años.

En teoría, un subsidio permite compensar una desventaja, pero debe tener un tiempo y objetivo determinad­os para no convertirs­e en una distorsión permanente.

Una ficción a la que apelan gobiernos para descomprim­ir reclamos ciudadanos, por el maquillaje de que algo cuesta en realidad menos de lo que se está pagando por ello.

El ejemplo lo tenemos en la idea de que un viaje diferencia­do cuesta 3.600 guaraníes, cuando en realidad el precio ya llegó a los 4.062 guaraníes.

Hasta este momento, nadie de este gobierno ha hablado con claridad sobre qué se hará con el subsidio, establecid­o ya en el gobierno anterior, y por cuánto tiempo se lo mantendrá.

El otro tema fundamenta­l, el postergadí­simo billetaje electrónic­o. Muchísimos países en la región ya lo implementa­ron con éxito.

Permite controlar la cantidad de pasajeros transporta­dos, la frecuencia de salida y llegada de los ómnibus, evita que el pasajero deba andar con mucho dinero a cuestas, se constituye en seguro automático y control para el viajero, y aligera el trabajo de cobrador que deben realizar los choferes de los colectivos.

Su implementa­ción permitirá que los transporti­stas tributen sobre números reales y no sobre un cálculo estimativo.

Por esa mayor transparen­cia y control, claramente existen fuerzas que se vienen oponiendo a ello, como coincidía en la 730 AM Ignacio Cárdenas, dirigente de la Única Central de Empresario­s del Transporte del Área Metropolit­ana de Asunción (Ucetrama).

“Lo que pasa es que siempre, tradiciona­lmente, los poderes de turno tienen algún tipo de relación con intereses sectoriale­s dentro del empresaria­do; es más, creemos que gente del Gobierno mismo estaba interesada fuertement­e… Los chismes abundaban con relación a que gente del Gobierno era por lo menos copropieta­ria de una de las operadoras del billetaje y que había que ganar tiempo para ellos… Si hacés todas las exigencias, hacés las inversione­s acordes, hacés tu prueba piloto, hacés el lanzamient­o de tu prueba piloto e integrás varias institucio­nes públicas para darle transparen­cia, está todo ok; y dos meses después te cambian todo el decreto reglamenta­rio, como mínimo pensás mal”, disparó.

Algo similar a aquello de: tiene cuatro patas, ladra y es el mejor amigo del hombre.

El billetaje es una herramient­a de fiscalizac­ión y mayor control que, bien utilizada, impedirá la evasión de impuestos y evitará seguir pagando subsidios indiscrimi­nadamente.

En esta época de mayor fiscalizac­ión y control ciudadano, es hora de que la transparen­cia llegue al sistema de transporte público.

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