Otra rosca a romper
“Pasaje sube 100 guaraníes”, anunciaron erróneamente los titulares periodísticos esta semana.
La desprolijidad con la que el Gobierno manejó la decisión de aumentar los pasajes generó confusión y desinformación, distrayendo la discusión hacia los avivados que comenzaron a cobrar los aumentos antes de tiempo; e impidiendo que nos concentremos en dos temas que son fundamentales para transparentar un servicio básico y de alto impacto social.
El primero, los pasajes no subieron solo 100 guaraníes, por el subsidio al pasaje metropolitano.
El Gobierno no solo lo mantuvo, sino que lo incrementó. De pagar 47 guaraníes por cada pasajero de cada viaje convencional, pasa ahora a multiplicarlo por 88 guaraníes; y de 375 guaraníes por cada pasajero de colectivos diferenciados, la cifra es ahora multiplicada por 462 guaraníes.
Parece poco, pero son miles de millones anuales, financiados con dinero público.
Además, el subsidio se establece con un número estimado, no preciso de pasajeros de cada línea, con base en un estudio realizado hace algunos años.
En teoría, un subsidio permite compensar una desventaja, pero debe tener un tiempo y objetivo determinados para no convertirse en una distorsión permanente.
Una ficción a la que apelan gobiernos para descomprimir reclamos ciudadanos, por el maquillaje de que algo cuesta en realidad menos de lo que se está pagando por ello.
El ejemplo lo tenemos en la idea de que un viaje diferenciado cuesta 3.600 guaraníes, cuando en realidad el precio ya llegó a los 4.062 guaraníes.
Hasta este momento, nadie de este gobierno ha hablado con claridad sobre qué se hará con el subsidio, establecido ya en el gobierno anterior, y por cuánto tiempo se lo mantendrá.
El otro tema fundamental, el postergadísimo billetaje electrónico. Muchísimos países en la región ya lo implementaron con éxito.
Permite controlar la cantidad de pasajeros transportados, la frecuencia de salida y llegada de los ómnibus, evita que el pasajero deba andar con mucho dinero a cuestas, se constituye en seguro automático y control para el viajero, y aligera el trabajo de cobrador que deben realizar los choferes de los colectivos.
Su implementación permitirá que los transportistas tributen sobre números reales y no sobre un cálculo estimativo.
Por esa mayor transparencia y control, claramente existen fuerzas que se vienen oponiendo a ello, como coincidía en la 730 AM Ignacio Cárdenas, dirigente de la Única Central de Empresarios del Transporte del Área Metropolitana de Asunción (Ucetrama).
“Lo que pasa es que siempre, tradicionalmente, los poderes de turno tienen algún tipo de relación con intereses sectoriales dentro del empresariado; es más, creemos que gente del Gobierno mismo estaba interesada fuertemente… Los chismes abundaban con relación a que gente del Gobierno era por lo menos copropietaria de una de las operadoras del billetaje y que había que ganar tiempo para ellos… Si hacés todas las exigencias, hacés las inversiones acordes, hacés tu prueba piloto, hacés el lanzamiento de tu prueba piloto e integrás varias instituciones públicas para darle transparencia, está todo ok; y dos meses después te cambian todo el decreto reglamentario, como mínimo pensás mal”, disparó.
Algo similar a aquello de: tiene cuatro patas, ladra y es el mejor amigo del hombre.
El billetaje es una herramienta de fiscalización y mayor control que, bien utilizada, impedirá la evasión de impuestos y evitará seguir pagando subsidios indiscriminadamente.
En esta época de mayor fiscalización y control ciudadano, es hora de que la transparencia llegue al sistema de transporte público.