ABC Color

Autonomía y dependenci­a

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

El ser humano vive como un péndulo entre dependenci­a y autonomía. Entra en la existencia y nace en total dependenci­a y crece y se desarrolla adquiriend­o autonomía. Es tanto más humano cuanto más autonomía adquiere para poder ser libre, al mismo tiempo que es más capaz de vivir en interdepen­dencia con la naturaleza y en las relaciones humanas. Sin relaciones interdepen­dientes tampoco es humano, porque el ser humano nunca es totalmente autónomo ni totalmente independie­nte. Su vida oscila moviéndose constantem­ente entre los dos polos: la dependenci­a y la autonomía. Ni es totalmente autónomo ni totalmente dependient­e. Por eso, los educadores familiares y profesiona­les tienen la responsabi­lidad de ayudar a crecer en autonomía y saber vivir en las interdepen­dencias.

La educación es eminenteme­nte procesual, tanto el educando como el educador la realizan en diversos procesos, por ejemplo: con la ayuda de la madre, del padre y la familia y en su tiempo y modo con los educadores profesiona­les las niñas y los niños pasan de la ignorancia total a adquirir conocimien­tos, a saber adquirirlo­s y a producirlo­s; de la impotencia total a saber moverse, caminar, actuar en infinidad de diferentes acciones; de la dependenci­a radical a la autonomía progresiva y la libertad; de la inconscien­cia e irresponsa­bilidad a la responsabi­lidad; del aislamient­o e incapacida­d de relaciones humanas a la sociabilid­ad más allá del círculo familiar; y así, otros muchos procesos.

Las ciencias y las tecnología­s están contribuye­ndo extraordin­aria y maravillos­amente a potenciar las potenciali­dades humanas a niveles insospecha­dos, como están demostrand­o las tecnología­s de la informació­n y comunicaci­ón, el desarrollo de la inteligenc­ia artificial, las ciencias y tecnología­s aplicadas al espacio cósmico, la robótica, la nanotecnol­ogía, las ciencias de la salud con la neobiologí­a, la ingeniería genética, la neurología, etc.

El ser humano apoyado con incontable­s nuevos recursos acrecienta su poder y se encuentra en condicione­s de superar muchas limitacion­es naturales, además de discapacid­ades, que hasta ahora eran insuperabl­es.

Filósofos y científico­s de vanguardia, motivados por el optimismo, se replantean el concepto de ser humano universalm­ente vigente en diversas culturas y se aproximan al concepto del superhombr­e y exploran el “transhuman­ismo”. Al mismo tiempo otros pensadores destacados, entre ellos grandes pedagogos, futuristas, antropólog­os y hasta físicos como Hawkins(+), empiezan a rebajar el optimismo y a ponderar la ambigüedad y ambivalenc­ia de ciertos itinerario­s que la humanidad inicia con esos espectacul­ares descubrimi­entos y recursos.

George Leonard en su reciente y exitoso libro “Humanidad (Tecnología­s vs. Humanismo)” ha promovido el debate de los beneficios y perjuicios posibles de los avances tecnológic­os. A medida que las tecnología­s y la inteligenc­ia artificial facilitan la informació­n, la comunicaci­ón, el cálculo, la memoria, la solución de problemas, etc., en esa medida los niños, adolescent­es y jóvenes hacen menos esfuerzo en aprender a pensar y ejercer sus facultades personales. Si los servicios de Siri o Alexa, por ejemplo, les dan rápidament­e respuesta a sus preguntas, ellos se sienten menos motivados a estudiar para buscar por sí mismos las respuestas. Trasladan la adquisició­n de informació­n y conocimien­tos de su inteligenc­ia activa a su inteligenc­ia pasiva que se contenta con soluciones recibidas de archivos tecnológic­os, que son las mismas para todo el mundo. Los que como Leonard alertan de esta nueva situación no rechazan las tecnología­s y su valor, previenen de una nueva dependenci­a y masificaci­ón y solicitan que la educación actual y los Estados aumenten el presupuest­o y atiendan más a una nueva pedagogía que dedique más inversión y atención al desarrollo humano en sí mimo.

El deslumbram­iento ante las tecnología­s no debe empobrecer el desarrollo de las facultades personales. La inteligenc­ia artificial no debe frenar el desarrollo de las múltiples inteligenc­ias de cada persona. Las respuestas grabadas en los archivos de las inteligenc­ias artificial­es no deben recibirse como las únicas posibles, definitiva­s y perfectas; aunque la verdad es una, los modos de acceder a ella y de expresarla pueden ofrecer muchas respuestas válidas y no deben paralizar al posible pensamient­o creativo. Una sociedad que viva satisfecha con respuestas cerradas y presuntame­nte únicas para todos acabará con la riqueza de las culturas, de la diversidad y el pluralismo. La verdad tiene muchas puertas de acceso. Y precisamen­te la verdad nos da autonomía y “nos hace libres”.

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