Hong Kong, un complejo quebradero de cabeza para la dictadura china
¿Ceder ante los reclamos de las protestas populares o enviar los tanques? El régimen comunista de Pekín no tiene una solución ante el desafío de los manifestantes de Hong Kong, en esta época en que busca presentarse con un nuevo rostro al mundo.
A causa de un proyecto de ley, hoy suspendido, que habría permitido extradiciones desde la liberal Hong Kong hacia la dictadura comunista de China, la disputa se convirtió en un reto al poder de Pekín.
En otros tiempos, el “terror masivo”, como lo indicaban los propios líderes comunistas, era la receta aplicada para erradicar cualquier disenso y asentar la dictadura comunista.
Aguantar el chaparrón
Pekín podría decidir seguir la misma estrategia que desde comienzos de los disturbios en junio: apoyar a la policía hongkonesa, así como a la jefa del ejecutivo local, la pro China Carrie Lam, indica AFP.
Con la esperanza de que el movimiento prodemocrático se deshilache, como ocurrió durante la “Revolución de los Paraguas” de 2014, saldada con la detención de sus líderes y sin concesiones de las autoridades.
“Pekín ha adoptado una estrategia de intimidación y
se mantiene a la espera, al menos hasta septiembre (comienzo del nuevo año administrativo)”, destacó el politólogo hongkonés Dixon Sing, señalando que muchos manifestantes son estudiantes universitarios o de secundaria.
Además, el presidente Xi Jinping debería abstenerse de tomar cualquier postura antagónica antes del 1 de octubre, fecha del 70º aniversario de la fundación de la República popular. Una escalada de tensiones podría ensombrecer el gigantesco desfile militar previsto en Pekín para celebrar la unidad del país.
Ceder
Otra posibilidad es satisfacer las exigencias de los manifestantes, que piden la partida de Lam, investigar los métodos de la policía y el entierro definitivo del proyecto de ley sobre extradiciones, por ahora sólo suspendido.
“No es imposible que Pekín haga algunas concesiones menores en septiembre”, según Sing, por ejemplo, sacrificando a Lam, convertida en “un chasco político colosal, tanto a nivel local como internacional”.
Apretar las tuercas
La propaganda de Pekín se volvió más amenazante la semana pasada, con la difusión de un video del Ejército chino haciendo demostraciones de operaciones antidisturbio en las calles de Hong Kong.
Además, los principales medios de China continental se revelan cada vez más agresivos hacia los manifestantes, calificándolos como una minoría radical independentista.
Objetivo: reforzar la perspectiva de una intervención armada para convencer a los manifestantes de que se queden en sus casas.
Enviar al ejército
Pekín ha advertido que su guarnición local, con varios miles de hombres en el corazón de Hong Kong, podría verse obligada a “mantener el orden”.
Pero esta intervención, un último recurso, podría conducir a un desastre financiero en la metrópoli, así como a una condena internacional.
“Esto comprometería seriamente la legitimidad política de Xi Jinping (dictador chino) y del Partido Comunista de China (único permitido), a nivel interior como exterior, con una condena internacional similar a la que provocó la represión en la plaza Tiananmen, en Pekín en 1989”, advierte Michael Raksa de la escuela S. Rajaratnam de estudios internacionales de Singapur.
Pero, para un régimen que no tolera ninguna protesta interior, la agitación hongkonesa “significa una grave pérdida de prestigio”, señala.