Cosas que salvaron, por ahora, a Marito
La lista de actores y circunstancias que, por el momento, salvaron del juicio político al presidente Mario Abdo Benítez y al vicepresidente Hugo Velázquez es nutrida, por más que el cartismo quiera, por obvias razones, atribuirse todo el mérito.
Para empezar, puede decirse que Marito se salvó a sí mismo, si creemos que es muy astuto y por eso, en su momento, eligió como candidato a vicepresidente a Hugo Velázquez, personaje al que muchos creen de cuidado, por antecedentes y vínculos. Ponerlo como alternativa se constituyó así en una suerte de blindaje para él.
En la misma línea, también puede pensarse que fue un acierto de Añetete respaldar la designación como presidente del Senado, en línea directa de sucesión presidencial, al liberal Blas Llano, otro cuya posible entronización en el sillón de López, despierta mucho resquemor.
Después están los respaldos internacionales que aparecieron públicamente, unos más, otros menos, como el embajador norteamericano Lee McClenny, el presidente Brasileño Jair Bolsonaro y el presidente argentino Mauricio Macri.
Los motivos de esta ayuda internacional son entendibles. En el caso del norteamericano, este Gobierno es un seguidor disciplinado de la política regional del país del Norte. De hecho, Abdo Benítez, durante la campaña electoral, fue a tomar algún cursito por esos lares.
Con Bolsonaro –además de la afinidad ideológica y la evidente relación amistosa, aunque sea la que surge de la relación de alguien con su mascota– existen algunos negocios que vinculan al mandatario brasileño con la venta de energía de Itaipú , por lo que reveló el “Dr. Joselo”.
Lo de Macri se entiende por una afinidad ideológica y, según se comenta, algunos negocios en nuestro país.
También hay cuestiones de pragmatismo político colorado que salvaron al mandatario. Un dirigente del oficialismo señalaba que cuando se instaló la crisis saltaron como fusibles las cabezas del canciller, el director de Itaipú, el presidente de la Ande y el embajador en Brasil. Después, la oposición exigió las del vicepresidente y del presidente. Acceder, implicaba una admisión de fracaso estrepitoso y una entrega del poder que, además de todo, dejaría muy mal parado al Partido Colorado con vistas a futuras elecciones, decía, con cierta lógica, este dirigente.
Otra cuestión “salvadora” fue la proverbial división de los partidos de oposición que tuvieron miradas dispares acerca de lo qué era más conveniente.
Algunos sectores de la oposición dijeron que enjuiciar al presidente y al vice era prestarse al juego de “la mafia cartista”. Paradógicamente, al haberse frustrado el juicio político, el cartismo es el sector más beneficiado en términos de fortaleza, al quedar como quien tiene la “llave” para decidir.
El futuro próximo de Abdo Benítez y su vicepresidente Velázquez no parece halagüeño. Ambos cargan con acusaciones graves, desconfianza y estarán condicionados.
El presidente da la imagen de estar acorralado. Recurrió a toda la parafernalia simbólica colorada para intentar mostrar que tiene respaldo: los seccionaleros reuniéndose en la Junta de Gobierno para “defender” al gobierno, echando pestes contra sus mismos correligionarios que apoyaban el juicio, las coordinadoras de funcionarios colorados dejando su trabajo para ir a apoyar al Ejecutivo, pseudosindicalistas y pequeños productos arreados por ministros para ir rendir pleitesía a quien está al mando del Gobierno y, de yapa, discursos sosos del mandatario que nada aportaron para creer que puede salir bien del atolladero.
Si Marito sigue aún en el poder no es precisamente por la reacción popular a su favor o porque haya dejado atrás las dudas sobre su actuación o se confíe en lo que vendrá. Sigue porque ciertos poderes políticos y fácticos evalúan que no les conviene aún deshacerse de él.
Su continuidad dependerá del desarrollo de los acontecimientos, de las nuevas revelaciones que surjan y de que haya un panorama más claro sobre las alternativas de cambio que se puedan negociar.