EDITORIAL
Marito, rehén de HC. El presidente Mario Abdo Benítez tiene la espada de Horacio Cartes colgada sobre su cabeza. Es lo que evidencia la decisión del movimiento cartista de esperar el dictamen de una Comisión Bicameral de Investigación (CBI), aún no integrada, con respecto al Acta Bilateral entreguista y la presentación de un pedido de juicio político para las dos principales cabezas del Poder Ejecutivo. La pesquisa podría extenderse durante meses y el resultado dependerá precisamente de los acuerdos a que arriben el Poder Ejecutivo y Honor Colorado sobre temas de interés de ambas partes, ajenos al mayúsculo escándalo generado por el documento del que nadie quiere hacerse responsable en las más altas esferas. A nadie se le puede convencer de que la repentina buena predisposición del cartismo de tenderle una mano al Gobierno “añetete”, que estaba con el agua al cuello, sea desinteresada. Más bien, y así lo interpreta la gente en las redes sociales, el precio ha de ser muy alto, de tal modo que Marito quede como un rehén de HC.
El presidente Mario Abdo Benítez tiene la espada de Horacio Cartes colgada sobre su cabeza. Es lo que evidencia la decisión del movimiento cartista de esperar el dictamen de una Comisión Bicameral de Investigación (CBI), aún no integrada, con respecto al Acta Bilateral entreguista y la presentación de un pedido de juicio político para las dos principales cabezas del Poder Ejecutivo. La pesquisa podría extenderse durante meses y
el resultado dependerá precisamente de los acuerdos a que arriben el Poder Ejecutivo y Honor Colorado sobre temas de interés de ambas partes, ajenos al mayúsculo escándalo generado por el documento del que nadie quiere hacerse responsable en las más altas esferas. A nadie se le puede convencer de que la repentina buena predisposición del cartismo de tenderle una mano al Gobierno “añetete”, que estaba con el agua al cuello, sea desinteresada. Más bien, y así lo interpreta la gente en las redes sociales, el precio ha de ser muy alto, de tal modo que Marito quede como un rehén de HC.
Se toma por idiota a la opinión pública cuando se le quiere hacer creer lo contrario, es decir, que las conclusiones de la CBI determinarán que los diputados cartistas apoyen o no el libelo acusatorio presentado por la oposición para enjuiciar a Mario Abdo Benítez y al vicepresidente Hugo Velázquez. Por las dudas, este último, al parecer, no quiso esperar mucho para volver a los brazos del cartismo, pues tan pronto comenzaron sus problemas ya se lo vio en buenas migas con el expresidente. Tan es así que el líder de la bancada “cartista”, Derlis Maidana, reveló que el vicepresidente ofreció esta semana a Honor Colorado un “cogobierno” para que impida el juicio político. Como la propuesta habrá contado con el aval del jefe del Poder Ejecutivo, se puede concluir que quien denunció con vehemencia la corrupción del anterior Gobierno está dispuesto a pagar un costo muy alto para mantenerse en el cargo. Conste que en su discurso del 1 de agosto, en el Palacio de López, afirmó que “este Presidente no va a negociar con sus principios y con sus ideales”. Pues ahora los está negociando, por interpósita persona –salvo que esta persona sea la que lleva la batuta en el Gobierno–, para salvarse con ignominia y compartir el poder, durante los próximos cuatro años, con quienes convertirán aquello de “caiga quien caiga” en un chiste de pésimo gusto .¿O es que podrá destituir a algún cartista venal, que llegue a integrar el “cogobierno”, sin la venia de su antecesor’? Ver para creer.
En nuestra repudiable práctica política, un “cogobierno” no se acuerda sobre la base de trabajar juntos por el bien del país, presentando proyectos de leyes beneficiosos o apoyando alguna otra iniciativa conveniente para la población. En nuestro medio, significa lisa y llanamente una repartija de cargos. De hecho,
Santiago Peña, exministro de Hacienda y exprecandidato presidencial cartista, reveló que le sondearon desde el Gobierno para la cartera de Hacienda, aunque después afirmó que no hubo ningún ofrecimiento. Sea que sus acólitos estén o no en el Gabinete, HC pasaría a influir decisivamente en el Gobierno. Así, puede preverse que las operaciones contra el tráfico ilegal de cigarrillos, por ejemplo, podrían disminuir en gran medida, pese a la promesa de Marito de que el “Paraguay va a dejar de ser un país conocido por el contrabando, porque no hay un Presidente contrabandista”. Fue más claro el 6 de noviembre de 2016, cuando afirmó en un acto proselitista realizado en San Estanislao que “el mayor contrabandista del país es Cartes”.
De esta manera, si el Gobierno lograra capear el temporal con la nada altruista ayuda del cartismo, el Primer Mandatario tendría que tragarse algunas palabras de no muy larga data. Lo mismo tendrán que hacer los cartistas, como el diputado Basilio Núñez y el senador Sergio Godoy. El 31 de julio, el primero sostuvo que “el peor pecado es entregar a la patria”, aludiendo, obviamente, a los responsables del Acta Bilateral. Ese mismo día, el segundo se mostró “convencido de que para proceder a firmar esa acta hubo mucha plata en juego”, manifestando incluso, tras el vuelco cartista causado por el ofrecimiento vicepresidencial del “cogobierno”, que no compartía la decisión de algunos diputados de su sector, por no estar de acuerdo con la impunidad. Estas obscenas maniobras dicen mucho acerca de la calidad moral de sus autores.
En estos contubernios, el operador político del Jefe de Estado fue Velázquez. Por lo visto, sigue gozando de su plena confianza, pese a las patentes pruebas de que intervino en unas miserables negociaciones. En su último discurso en el Palacio de López, Marito anunció que “desde el Presidente de la República, el Vicepresidente de la República y sea quien sea que tenga que rendir cuentas por sus inconductas, van a rendir cuentas”.
Así las cosas, quizá esta vez no se haya recurrido o se recurra al dinero para lograr cierto resultado en el Congreso con relación al juicio político, pero, sin duda, se entregarán los cargos y se tomarán las medidas que exija el cartismo. Lo que menos importa en esta vomitiva cuestión es lo que indague la CBI, pues su dictamen estará en función de lo acordado en las actuales negociaciones. Es una farsa montada para ganar tiempo y dar a los diputados de la ANR la excusa para no admitir el libelo acusatorio. Para sus mentores es irrelevante que se haya traficado con el interés nacional. Lo que importa es impedir que el partido oficialista pierda el Gobierno, con total independencia de que el Presidente y el Vicepresidente hayan cometido o no delitos o hayan ejercido mal o bien sus cargos. Mayor inmoralidad, imposible.