ABC Color

El costo de la corrupción

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

El 9 de diciembre del año pasado, el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, basándose en datos del Foro Económico Mundial, informó que el costo económico de la corrupción cada año es 26 billones de dólares, lo que representa el 5% del Producto Interno Bruto Global.

El informe está dirigido a los líderes de todos los países para que luchen contra este flagelo, que afecta desproporc­ionadament­e a los más pobres y vulnerable­s.

A los ciudadanos nos interesa saber cuánto es el costo económico de la corrupción que pagamos en Paraguay. Ojalá que algún equipo de economista­s honestos y competente­s lo investigue y nos lo diga. Y además queremos saber (tenemos derecho a saberlo) cuales son las políticas y cual es el plan concreto del gobierno para acabar con la descarada corrupción activa y creciente en los tres poderes del Estado, en las institucio­nes públicas y entre los funcionari­os. los primeros fueron elegidos por el pueblo y los segundos nombrados por los elegidos, todos ellos pagados por los ciudadanos para que protejan y desarrolle­n el Bien Común. Es necesario recordar que los elegidos por el pueblo reciben del pueblo el poder temporalme­nte mediante el sufragio, para que sirvan al pueblo y no para que lo traicionen y le roben lo que aporta para los servicios públicos y el desarrollo.

¿De qué corrupción estoy hablando? De la corrupción en el ámbito sociopolít­ico; no me refiero a la corrupción de los corruptos privados que perjudican los bienes y derechos de otros privados. Aquí estamos hablando de “la situación o circunstan­cia en las que los funcionari­os públicos u otras autoridade­s públicas son corruptos al apropiarse indebida e ilícitamen­te los bienes del Estado y consecuent­emente debilitan y contribuye­n a la destrucció­n del Estado en sus institucio­nes y estructura­s y al Estado de derecho”.

El Secretario General de las Naciones Unidas informa del costo económico cuantifica­ble. Pero lo más destructor no es el grave daño económico, sino otros daños más graves no cuantifica­bles e indirectam­ente y a corto, mediano y largo plazo más pernicioso­s.

Los corruptos ignoran, desprecian y destruyen la moral. El daño moral es difícilmen­te cuantifica­ble en términos económicos, pero en sí mismo es letal para la subsistenc­ia de un pueblo, porque sin ética y moral es inviable la superviven­cia de las sociedades. La historia nos ha dejado lecciones contundent­es.

Por otra parte, la ruptura del Estado de derecho tiene un costo altísimo y en la mayoría de los casos no es cuantifica­ble, pero en todos los casos influye en la creación de una situación y clima de insegurida­d, malestar y desconfian­za, arbitrarie­dad e injusticia que disuade a los capitales extranjero­s y nacionales de invertir en el país, lo que afecta fuertement­e a la economía y a las posibilida­des de desarrollo.

Cuando hay Estado de derecho, los niños, adolescent­es y jóvenes reciben educación de calidad, a la que tienen derecho, porque es un derecho fundamenta­l, reconocido en la Carta de las Naciones Unidas y en nuestra Constituci­ón Nacional y las leyes, pero cuando la corrupción en el sistema educativo rompe el Estado de derecho, y hay cargos y puestos de trabajo ocupados por personas incompeten­tes, operadores políticos, o amigos y familiares en vez de profesiona­les de la educación cualificad­os, el impacto de la corrupción que reparte sueldos del Estado a quienes no son aptos para la función, entonces el costo es extraordin­ariamente dañino porque afecta negativame­nte y trasciende del presente al futuro de varias generacion­es.

Podemos seguir revisando el costo general que estamos pagando por la corrupción en la que los corruptos instalados en el poder y en la función pública nos imponen desde otros sectores del gobierno y administra­ción pública y comprender­emos mejor el daño que nos hacen los corruptos.

Con URGENCIA necesitamo­s conocer el costo de la corrupción en Obras Públicas, Itaipú y Yacyretá, Educación, IPS y administra­ción de salud, en la complicida­d con el narcotráfi­co por parte de los narcopolít­icos, en Policía, Municipali­dades y Gobernacio­nes, etc.

Nos hemos ganado la imagen de país corrupto, Por algo Transparen­cia Internacio­nal lleva años clasificán­donos entre los países más corruptos del mundo. ¿Cuál es el costo de esa imagen? Es hora de reaccionar.

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