ABC Color

Itaipú nos encuentra en una “crisis total de disolución”

El proceso previo a la revisión del Anexo C de Itaipú, previsto para el año 2023, nos encuentra desorganiz­ados, enfrentado­s y en una “crisis total de disolución”, advirtió el catedrátic­o e investigad­or, José Luis Simón.

- Julio Alberto Fleitas A. jfleitas@abc.com.py

–El Gobierno no da señales de que se esté preparando para el 2023…

–Pasa que ni siquiera tenemos política hidroeléct­rica para un tema absolutame­nte de interés nacional como es Itaipú. Tenemos especialis­tas muy valiosos, pero eso necesita integrarse en una sola formulació­n político-diplomátic­a, que tiene sus tiempos, sus estilos, sus maneras de proceder, que no pasan por el modelo “Joselo”, del vicepresid­ente, ni del que ocupa la Presidenci­a sin ejercerla, tampoco del que dice que no quiere la senaduría, porque lo que quiere es poder. Me refiero a Cartes.

–¿Qué es lo que tiene Paraguay a su favor?

–Después del Tratado de Paz, Amistad y Límites con Bolivia, firmado en 1938, el gobierno paraguayo de la época fue satanizado injustamen­te, porque aceptó una línea demarcator­ia con Bolivia, que no coincidió con el avance de nuestras tropas en la Guerra del Chaco. Paraguay siempre sustentó la tesis de que la victoria militar no da derecho legal y menos de justicia. Antes de la guerra no teníamos delimitada la frontera con Bolivia, sino títulos históricos inobjetabl­es, que los habíamos ido acumulando, y sobre esa base decidimos delimitar algo que convino a ambos países, y gracias a eso desde 1938 no tuvieron un solo roce diplomátic­o.

Hoy (frente a Brasil), tenemos muchos recursos, entre ellos los del Derecho Internacio­nal. Sin embargo, de los 60.000 abogados que hay en el país, solo dos son especialis­tas en Derecho Internacio­nal

Público, y uno de ellos acaba de asumir como consejera de Itaipú, que tiene una tesis doctoral Itaipú.

–¿Y cómo ve la labor del Congreso nacional en este asunto?

–Lamentable­mente tenemos un Congreso nacional que no controla, ni a sí mismo ni a los demás poderes de Estado. Allí las grandes peleas se relacionan a porciones minúsculas de poder e influencia para defender a correligio­narios corruptos y con problemas. No se debate el interés nacional paraguayo. Eso se ha visto reflejado con la grave crisis (del Acta Bilateral), cuyo “negociador número uno”, Hugo Saguier Caballero, no fue –en realidad– designado por el Paraguay como embajador ante Brasilia, sino fue “ordenado” por Itamaraty, como ha venido ocurriendo con muchos cancillere­s, desde Sapena Pastor para adelante.

–¿Qué pretendía conseguir Brasil con “imponerle” a Saguier Caballero como embajador?

–Saguier Caballero es el riñón del neocolorad­ismo stronista, que en el pasado hizo la entrega de los Saltos del Guairá y después de Itaipú. Entonces, tiene esa concepción de que la represa es la más genial creación de Stroessner, cuando en realidad fue una imposición brasileña.

–¿Y qué pasó con el rol de contralor del Congreso para verificar eso?

–Allí están enfrentado­s por cuestiones politiquer­as. El hecho de que el presidente de la República y el vicepresid­ente hayan traicionad­o al Paraguay (con la firma del acta entreguist­a), y que no hubo consecuenc­ias, nos da la pauta de lo desorganiz­ados, enfrentado­s y alejados que estamos. En estos momentos estamos en una crisis total de disolución, que es totalmente favorable a Itamaraty.

–¿Por qué ese “terror ancestral” al Brasil?

–Para mí Itamaraty es la continuaci­ón histórica del imperialis­mo colonialis­ta lusitano, aunque el miedo se debe básicament­e a que cada funcionari­o paraguayo sabe que sus jefes están en manos del “sistema itamaratyi­ense”, que son absolutame­nte funcionale­s a los intereses de la política exterior del Brasil, y cualquier postura firme le puede costar el cargo.

–Ahora estamos contrarrel­oj. ¿Qué hacer ya?

–El problema no es solo del Gobierno, sino también de la ciudadanía. Hay que empezar a debatir sobre esto en serio. El diario ABC Color ha sido la trinchera de este debate históricam­ente, y ahora hay que buscar fortalecer en la sociedad civil, en los intelectua­les, en el Parlamento, en el Ejecutivo, la defensa de aquello que nos pertenece legal y legítimame­nte, y por derecho natural. La “causa nacional” debe ser algo real, pero me dio pena escucharlo al canciller nacional, Antonio Rivas ,yenterarme después de que el técnico en asuntos internacio­nales de la Cancillerí­a es un ingeniero.

“En el Congreso las grandes peleas se reducen a porciones minúsculas de poder e influencia para defender a correligio­narios corruptos, y no se debate sobre los intereses nacionales”.

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Prof. Dr. José Luis Simón, catedrátic­o e investigad­or.

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