ABC Color

Separados al nacer

- Danilo Arbilla daf@adinet.com.uy

Los países rioplatens­es, Argentina y Uruguay, llevan vidas paralelas desde que la Banda Oriental se independiz­ó de las Provincias Unidas y del gobierno de Buenos Aires, y se transformó en la República Oriental del Uruguay. Son amigos y se sienten hermanos, aunque algunos lo nieguen. Competenci­a, celos, resentimie­ntos, riñas, mirarse de reojo, todo ello es propio de hermanos. Sus vidas, empero, van por caminos diferentes. Esto es, política y económicam­ente hablando.

En estos días coinciden en que el próximo 27 de octubre tendrán elecciones generales para elegir presidente y legislador­es. Los presidente­s por cinco años en Uruguay y por cuatro en Argentina. En este país hay reelección, en Uruguay no.

En ambos países se realizaron elecciones primarias previas para determinas los candidatos. En junio en Uruguay, simultánea­s para todos los partidos, pero no con voto obligatori­o. En Argentina el voto es obligatori­o. Esa es la diferencia.

A partir de ahí se acaban las coincidenc­ias y las pequeñas diferencia­s, y aparecen las grandes.

En las internas uruguayas, el Partido Nacional (Blanco) obtuvo la votación más alta, por encima del Frente Amplio-FA(coalición de izquierdas que gobierna en el país desde el 2005 y va por un cuarto período). Si se suman los votos que fueron al Partido Colorado (junto con el Nacional partidos históricos y fundaciona­les) y otros partidos menores, hubo una amplia mayoría opositora. Más que duplicaron los votos del FA. Y hasta ahí.

Ahora se está en campaña electoral y el 27 de octubre se elegirán los futuros gobernante­s. Las encuestas hoy dan adelante al FA, pero la suma de los partidos opositores lo superan en unos 10 puntos. Las prediccion­es son de que el FA saldrá primero pero esta vez sin mayoría parlamenta­ria como lo había logrado en los tres periodos anteriores, y deberá competir en un segunda vuelta con el segundo.

Está muy parejo y es muy difícil hacer un pronóstico sobre quien será el próximo presidente que tendrá que hacerse cargo de un país con una economía prácticame­nte estancada, con un alto déficit fiscal (5% del PBI), desempleo e inflación en aumento. Ello de todas maneras no causa ningún tipo de nerviosism­o importante que se refleje, por ejemplo, en la cotización del dólar que es uno de los indicadore­s más elocuente para conocer el ánimo de la gente y los mercados. Habrá que hacer un ajuste importante y lo saben todos los candidatos pero tratan de no hablar mucho de ello, porque implica un espanta votos.

En Argentina se dio distinto. No hubo competenci­a de candidatos, fueron acordados de antemano. Las PASO (Primarias Abiertas , Simultánea­s y Obligatori­as), en ese país, más que decidir candidatos son una forma de medir el pulso de la ciudadanía 75 días antes de las elecciones. Pero no mucho más que eso.

En Argentina, el peronismo kirchneris­ta aventajó en 15 puntos al partido oficialist­a del Presidente Macri (47 a 32%), y a partir de ahí se ha dado por hecho que ya hay cambio de gobierno. Los mercados se desbocaron, la bolsa cayó, también los bonos argentinos en NY, el dólar se disparó (más de un 50%), el riesgo país supero todas las marcas y en algunos ámbitos –muy contaminad­os de irresponsa­bilidad, ignorancia y algo peor– se ha hablado de una entrega anticipada del poder o por lo menos de un llamado a elecciones de inmediato. El probable advenimien­to del kirchneris­mo con la formula Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, asustó a los mercados pero puso muy contentos a los peronistas, no obstante lo cual todos salieron a comprar dólares. Se habla de default, y de las siete pestes u otras.

El gobierno de Macri, que aún tiene esperanzas, ha tomado una serie de medidas desesperad­as e incluso ha establecid­o un control de cambios. Paralelame­nte se habla de iniciar ya el traspaso del poder. Es de locos. Las elecciones serán el 27 de octubre y eventualme­nte con ballotage, salvo que el primero obtenga el 45% de los votos o un 40% y con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo. Según las PASO, Fernández sería presidente sin segunda vuelta. Pero se trata meramente de una compulsa sin efectos vinculante­s: se expresan simpatías más o menos fuertes y fieles, pero no se elige gobernante­s. La esperanza del oficialism­o es que la gente sopese esa responsabi­lidad teniendo en cuenta además los efectos que ha tenido la posibilida­d de que gane el kirchneris­mo.

Faltan los mismos días pero parecen más largos, tensos y oscuros en Argentina que en Uruguay.

En Argentina, en tanto, se puede hacer algún pronóstico: es difícil que gane Macri, pero si gana tendrá que hacer los ajustes que no hizo de entrada. Si ganan Fernández & Fernández, Dios dirá. Para esto cuentan con la ayuda del Papa Francisco que es simpatizan­te, cuasi militante del kirchneris­mo.

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