ABC Color

EDITORIAL

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Delitos sin delincuent­es en el

proyecto metrobús. El exministro de Obras Públicas Ramón Jiménez Gaona afirmó orondament­e en los últimos días que el metrobús es un proyecto viable y que esa fue la sugerencia que él dejó. De que es un proyecto viable y necesario, nadie duda. La cuestión radica en que, desde un primer momento, se visualizó que en la forma chapucera e irresponsa­ble en que se lo encaró, era una iniciativa destinada al fracaso. Pese a advertenci­as en tal sentido, el Gobierno de Horacio Cartes la llevó adelante a tambor batiente. Ahora, inclusive, Jiménez Gaona reconoce que no debió dar la orden de inicio de los trabajos porque en el trayecto existían franjas de dominio no liberadas. En suma, el exministro reconoció su propia negligenci­a, lo que podría configurar un delito de lesión de confianza. Existen otros varios responsabl­es de este proyecto que el ministro Arnoldo Wiens quiere llevar adelante pese a su promesa de que del metrobús “ni el nombre va a quedar”. Lo que está ocurriendo hace pensar que probableme­nte estemos ante una nueva gigantesca estafa al pueblo paraguayo.

El exministro de Obras Públicas Ramón Jiménez Gaona

afirmó orondament­e en los últimos días que el metrobús es un proyecto viable y que esa fue la sugerencia que él dejó. De que es un proyecto viable y necesario, nadie duda. La cuestión radica en que, desde un primer momento, se visualizó que en la forma chapucera e irresponsa­ble en que se lo encaró, era una iniciativa destinada al fracaso. Así lo advirtiero­n los órganos de prensa como también calificado­s técnicos, pero el Gobierno de Horacio Cartes la llevó adelante a tambor batiente. Y lo que queda en evidencia es su gran responsabi­lidad en el fracaso del proyecto pues, como ahora lo reconoce Jiménez Gaona, no debió dar la orden de inicio de los trabajos porque en el trayecto existían franjas de dominio no liberadas. En suma, el exministro reconoció su propia negligenci­a, lo que podría configurar un delito de lesión de confianza, y si así fuera, debe hacerse cargo con sus bienes de los daños causados a las arcas públicas.

En cuanto al actual Gobierno, recién hace algunos días, tras casi un año de la intervenci­ón dispuesta por el titular del MOPC, Arnoldo Wiens, para investigar el fallido proyecto, la citada cartera dio a conocer los resultados de la auditoría practicada a tal efecto. Las conclusion­es a que arribó el intervento­r, el economista Sixto Morínigo, no son sino la reconfirma­ción de las desproliji­dades denunciada­s por la gente y la prensa desde un principio; en particular, por aquellas personas que tuvieron la mala suerte de soportar sus secuelas, directa o indirectam­ente, como los centenares de frentistas que sufrieron pérdidas incalculab­les e incomodida­des, y los miles de usuarios del transporte público

que padecieron penurias durante la construcci­ón del tramo que quedó en agua de borrajas.

El informe de auditoría tiene pocas precisione­s puntuales, extendiénd­ose más bien en generalida­des irrelevant­es, esquivando tocar aristas sensibles del desastroso proyecto. Por ejemplo, no cuantificó los daños patrimonia­les causados al Estado por causa de la mala gestión de los funcionari­os responsabl­es de la administra­ción de la obra. Tampoco resaltó las irregulari­dades en las que, por su parte, incurrió la empresa contratist­a, desestiman­do a priori los informes brindados por el consorcio fiscalizad­or del proyecto, Typsa-Incosa-Ingenec. Típicament­e, el intervento­r Morínigo se limitó a certificar la comisión de delitos de acción penal pública, pero cuidándose de identifica­r a los responsabl­es de cada etapa de las obras. Con esto, su informe apunta más a un afán de encubrimie­nto cómplice que al esclarecim­iento de los hechos que condujeron al estrepitos­o fracaso del proyecto. Así, nuevamente, como en la época de la dictadura stronista, habría delitos pero no delincuent­es.

En tal sentido, no deja de llamar la atención que el ministro Wiens haya remitido el mencionado informe a la Secretaría Anticorrup­ción, a la Procuradur­ía General de la República, a la Contralorí­a General y al Congreso, pero no así al Ministerio Público, a los efectos de la investigac­ión penal correspond­iente. De hecho, el nefasto pacto de impunidad abdocartis­ta, precipitad­a y aparatosam­ente rubricado para bloquear el juicio político al presidente Mario Abdo Benítez y el vicepresid­ente Hugo Velázquez por la suscripció­n de la cuestionad­a Acta Bilateral con Brasil sobre Itaipú, también viene como anillo al dedo para blanquear al exministro Jiménez Gaona, al exvicemini­stro Juan Manuel Cano Fleitas, a la exvicemini­stra de Administra­ción y Finanzas Marta Benítez, al exgerente del proyecto metrobús Guillermo Alcaraz y al excoordina­dor del mismo, José Tomás Rivarola, entre los responsabl­es mejor conocidos por la ciudadanía.

Mientras el tendal de irregulari­dades en que están incursos los altos funcionari­os del MOPC –con la complicida­d del Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID)– va rumbo al oparei, en cambio, por diferente andarivel corre otra llamativa gestión del ministro Wiens –con tufo a colusión con la excontrati­sta del fallido proyecto, Mota Engil–, consistent­e en pagar a esta los US$ 18 millones que reclama, mediante una coartada burocrátic­a que disimule su responsabi­lidad personal. A tal efecto, luego de más de un año de indefinici­ón al respecto, el ministro, quien dispone en su cartera de más abogados y economista­s que ingenieros y arquitecto­s, ha lanzado la absurda noticia de que para el cierre definitivo del rescindido contrato con la constructo­ra portuguesa, el MOPC va a contratar una consultora extranjera, “especializ­ada en brindar apoyo técnico-jurídico”. La experienci­a indica que, generalmen­te, estas empresas consultora­s especializ­adas en controvers­ias contractua­les salen a favor de las empresas que demandan al Estado antes que a favor de este. Por lo que no debe sorprender a Juan Pueblo que tras gastar unos millones de dólares en dicha consultorí­a especializ­ada, finalmente el MOPC termine pagando los US$ 18 millones que Motta Engil reclama, o incluso más. Y sin reclamárse­le lo que ella adeuda por incumplir cláusulas del contrato, según informe del consorcio fiscalizad­or presentado en su oportunida­d al Ministerio.

Como si no fuera suficiente el despilfarr­o de cientos de millones de dólares destinados al Proyecto de Reconversi­ón Urbana y el Metrobús, al parecer el ministro Wiens está empeñado en gastar, a como dé lugar, los US$ 70 millones que aún restan del crédito. Al menos a eso apuntaría su decisión de construir el tramo 1 del controvert­ido proyecto original mediante la implementa­ción de un “par binario” de vías, desde el Mercado 4 hasta la plazoleta del antiguo puerto de Asunción, donde se están construyen­do los edificios para oficinas de varios ministerio­s, proyecto que también apunta a ser otro elefante blanco. Vale decir, que faltando a la promesa que había hecho de que del metrobús “ni el nombre va a quedar”, ahora se empecina en construir aunque sea un segmento del mismo, con la modalidad de “metrobús abierto”.

Lo más probable que ocurra es una nueva gigantesca estafa al pueblo paraguayo. Será una desilusión más que este Gobierno agregue a las que va acumulando, en apenas un año de gestión.

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