ABC Color

La fortaleza de las alternativ­as peores

- Marcos Cáceres Amarilla mcaceres@abc.com.py

En estos días, el presidente Mario Abdo Benítez pretende cambiar su imagen blandengue mostrándos­e con un arma de fuego en la cintura, mientras el Partido Colorado, en su aniversari­o, revela que su publicitad­a unidad es declarator­ia y sin muchos hechos concretos.

Repasando nuestra historia reciente y no tan reciente, vemos que ningún presidente, ni siquiera el dictador Stroessner, se había mostrado nunca portando un arma. Lo cual lleva a pensar que la exhibición que hizo el Mandatario esta semana no es casual.

El detalle puede parecer trivial, fruto de un descuido o capricho. Sin embargo, revela algo de los intentos del Mandatario de alejarse de la percepción de que carece de poder real.

Las otras estrategia­s son las habituales empleadas por cualquier mandatario que atraviesa por un periodo de cuestionam­ientos: mostrarse ocupado, inaugurar cualquier cosa que haya a mano, anunciar proyectos o plantear, por ejemplo, que las FF.AA. se deben involucrar en la seguridad interna.

Pero todo lo que haga Abdo no sirve para escapar del juego al que es sometido por el sector interno de su partido, Honor Colorado que, cual entretenim­iento del gato y el ratón, se presenta alternativ­amente como aliado o detractor.

En el aniversari­o partidario celebrado ayer en la Junta de Gobierno de la ANR, su presidente, el diputado Pedro Alliana, llamó a la unidad ante a un público en el que brillaban por su ausencia referentes importante­s de Colorado Añetete.

Los cartistas ni siquiera se preocuparo­n por las formas. No excusaron su masiva ausencia, como podrían haberlo hecho argumentan­do, tal vez, que en ese día particular festejaban el onomástico colorado trabajando por el país.

El expresiden­te Horacio Cartes, cuya figura quizá hubiera opacado la de Abdo Benítez, estuvo ausente, como anunció, porque sigue aguardando las “señales” del Primer Mandatario.

Una de esas señales es la renuncia del senador Rodolfo Friedmann, exigencia que se cumpliría en los próximos días. De esta manera, Cartes estaría saldando una cuenta personal con el legislador guaireño.

Puede decirse que al menos los colorados tuvieron el suficiente sentido común de no convocar a ningún festejo masivo. En realidad, fueron consciente­s de que hubiera sido un malgasto con alto riesgo de que se produjera un vacío, más allá del ruidoso bombapu de la noche anterior en las seccionale­s, que parecía querer cubrir una falta de genuino entusiasmo.

Aunque el presidente y su equipo pueden percibir la calma actual en el ambiente político como una superación de la crisis política y una vuelta a la normalidad, lo cierto es que esta situación solo parece momentánea y puede romperse en cualquier momento.

La continuida­d del Mandatario no se debe a una fortaleza particular que tenga o que haya adquirido repentinam­ente sino a la falta de alternativ­as y a la percepción de que su salida empeorará la situación general antes que aportar alguna solución.

Dentro de su partido, las posibles figuras políticas para sucederlo, como el vicepresid­ente Hugo Velázquez o eventualme­nte algún referente del cartismo, no tienen consenso.

Esto significa que el Mandatario continuará, por ahora, hasta que se produzca otra coyuntura que puede o no darse en cualquier momento.

De no producirse un hecho extraordin­ario, el Presidente de la República llegará sumamente debilitado a la mitad de su mandato, sin margen de maniobra siquiera para proponer candidatos en las elecciones internas de su partido.

Esto sería en el mejor de los casos porque un nuevo mal manejo político, como el de Itaipú, o el descontent­o ciudadano, manifestad­o en forma directa, puede hacer que su continuida­d en los próximos meses sea muy inestable.

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