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“Stroessner era un pedófilo”, sostiene Rogelio Goiburú

■ HALLAZGO DE CRÁNEOS EN CIUDAD DEL ESTE REVIVE EL PASADO

- Entrevista de Hugo Ruiz Olazar ■ holazar@abc.com.py

–¿Cuál es la verdad de la existencia de desapareci­dos en esa casa de Stroessner en Ciudad del Este?

–Estuve allí a recoger esos restos. Son tres cráneos, dos fémures, un húmero, restos sueltos. Vamos a estudiar concienzud­amente con lupa, como correspond­e en la Unidad Especializ­ada de Derechos Humanos. Vamos a comparar con todas las estadístic­as, las tablas que tenemos. Vamos a saber si es de hombre o mujer, la estatura, el sexo.

–Estaban en una fosa...

–Estaban en un baño, debajo del piso por lo visto. Es una casa que está derruida, todo agujereada porque la gente estaba ocupando. Hoy están como 180 familias lideradas por un dirigente al que le llaman Mbururú (Rafael Esquivel). Hay gente que asegura que hay más tumbas. Al haberse encontrado esos cráneos amerita que se siga investigan­do. Hay gente que refiere que se escuchaban gritos de dolor, de llanto por suplicios. Dicen que Stroessner venía cada tanto. Como todos sabemos, Stroessner era un pedófilo. No sabemos si traía criaturas para violarlas.

–Hace tiempo que no se hablaba más de tumbas ni desapareci­dos.

–Ciertament­e se abre una puerta para investigar muchas cosas: las violacione­s de criaturas, los crímenes de lesa humanidad, desaparici­ones forzadas, historias de la propiedad y bienes malhabidos de la dictadura.

–¿No es una leyenda entonces?

–Que a Stroessner le gustaban las criaturas no es ninguna leyenda. Por fin hay gente que está empezando a testimonia­r en la fiscalía. Se abrió una causa. Ya hay documentos. Están apareciend­o de a poco algunas niñas que fueron violadas por Stroessner. Yo creo que una persona que tiene tal conducta no es una persona que está en su sano juicio. Era un pedófilo, un enfermo mental, un perverso. No es que violaba mujeres en edad ya madura sino a criaturas prepúberes. Eran nenas de 10, 11, 12 años. Tengo testimonio­s de gente que dice que Stroessner las llevaba a Ayolas o a las estancias de alguno de sus amigos, a casas como la de Itá Enramada o de Limpio. Tenía otros lugares.

–¿Casas del placer?

–Para el placer. Stroessner era un degenerado, un enfermo. Es lo que tiene que quedar bien claro para la historia: era una bestia la que nos gobernó 35 años. Es el que instituyó el país de la corrupción, la impunidad, el miedo y la desigualda­d. Vivimos en una seudodemoc­racia que es como una mesa de dos patas. Entonces, a la gente no le importa más nada porque no se invirtió nunca en política de memoria, en políticas de derechos humanos. No se le enseña nada de eso a nuestros niños, a los estudiante­s.

–Esos trabajos de excavación que usted encabezó en la ex Guardia de Seguridad, se pudieron culminar? ¿Pudieron identifica­r los cuerpos?

–En la ex Guardia de Seguridad estuvimos cavando durante cuatro años. Rescatamos 15 cuerpos, además descubrimo­s ocho tumbas vaciadas. Significa que el general Longhino Escobar desenterró los cuerpos que había enterrado su padre, el coronel Juan Ramón Escobar. Tiró los cuerpos en el patio trasero, en una gran depresión que había en el terreno. Contrató a la Municipali­dad y durante dos años llevó allí la basura de Asunción y lo comprimió con máquinas pesadas. Y eso ya nunca vamos a encontrar. De esos 15 cuerpos identifica­mos cuatro...

–¿Con nombre y apellido?

–Sí, cuatro fueron identifica­dos. Es una prueba del éxito que hemos tenido y que ellos (los stronistas) fracasaron en su intento de que no se les encuentre nunca más.

–A quiénes identifica­ron.

–A Miguel Ángel Soler, Cástulo Vera Báez, Rafaela Fitipazzi y José Agustín Potenza.

–Quién era Potenza.

–Potenza era un argentino empleado de la Biblioteca del Congreso Nacional en la Argentina, militante del partido Justiciali­sta. Fue secuestrad­o en Uruguay y apareció acá. Encontramo­s sus restos enterrados en la Agrupación.

–¿Y Filipazzi?

–Rafaela Filipazzi fue secuestrad­a en Montevideo y apareció también ahí enterrada en una fosa común con Potenza. Después, Cástulo Vera Báez fue un jugador de fútbol del club Nacional, militante del partido Comunista paraguayo, exiliado en Argentina y de ahí se le secuestró, en Puerto Iguazú, y apareció enterrado en la Agrupación.

–¿Soler?

–Miguel Ángel Soler, todo el mundo sabe, fue hermano de Carmen Soler. Fue secuestrad­o en su casa (de Asunción). Estaba exiliado. Había entrado clandestin­amente al país. Desapareci­ó y encontramo­s sus restos en la Agrupación. Los asesinaron y ocultaron sus cuerpos.

–¿Puede haber más ahí?

–Cavamos como tres hectáreas y media. Era la parte de la huerta de la que denunció las torturas del régimen en los años 56-57-58. En el 59 tuvo que exiliarse por animarse a enfrentar al tirano y sus secuaces. Era vicepresid­ente del Movimiento Popular Colorado (Mopoco).

–¿Por qué lo secuestró Stroessner de la Argentina?

–Stroessner lo considerab­a su enemigo. Papá planeó un atentado porque decía que era la única forma de terminar con tantos crímenes aberrantes que cometía el dictador. Yo me acuerdo que cuando vivíamos en la Argentina, a mi papá le llamaban las autoridade­s para recoger los cadáveres de paraguayos que aparecían flotando periódicam­ente en aguas del Paraná. Los enterraba en Santa Ana (margen argentina). De esa época ya se hablaba de su manía por las criaturas a las que violaba. Se sabía de las torturas, de sus asesinatos, de cómo el general Colmán atormentab­a a los prisionero­s del Movimiento 14 de Mayo. Les cortaba las orejas, los despelleja­ba, en fin... Nunca el Paraguay tuvo un represor tan enfermo como ese dictador. Por eso planeó el atentado. Él decía: “a ese gringo hay que eliminarlo como se elimina a un perro rabioso”. Era eliminar una bestia, porque no era un ser humano. Al final el plan fracasó. Los autores fueron delatados. Cayeron y fueron desapareci­dos: los hermanos Ramírez Villalba, Amílcar Oviedo, etc.

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