La esperanza del pañuelo blanco
Claramente fue la noticia de la semana la llamativa anécdota del pañuelo blanco.
La historia se hizo conocida mediante el testimonio de don Alfredo, quien contó que en un momento de desesperación y pedido de auxilio mediante un pañuelo blanco, un joven llamado Juan Pablo, de 22 años, circulando en una motocicleta les abrió paso con una sirena para que pudieran llegar al sanatorio y así salvar la vida de Federico, de 16 años, que estaba teniendo una crisis respiratoria a causa de una alergia.
El impacto de un hecho como este fue muy notorio en medios de comunicación, también en las redes sociales y hay que decir, fue un alivio después de tantas semanas donde abundaron los sucesos negativos.
Pero lo bueno siempre prevalece y es por ello que todos elogiamos y destacamos que al fin un hecho positivo sea lo más relevante que haya sucedido en los últimos tiempos.
Esta historia llegó como un bálsamo de esperanza a nuestro país, que se nota cansado ante tantos golpes e ineficacias del gobierno para solucionar los conflictos del día a día o para generarlos, incluso, alterando totalmente el humor de la ciudadanía.
Un comentario que se leía en redes sociales es que ser solidarios no debería llamar tanto la atención, ni convertirse en un espectáculo mediático, sino que debería ser algo cotidiano. Esa persona tiene un razonamiento lógico, verdadero y ciertamente, el paraguayo es un ser solidario en esencia.
Estamos viviendo mucho “Desastre ko...”. La gestión política gravita sobre la decepción y el hastío ciudadano que decanta en los reclamos hacia un modelo de gobierno que no está arrojando resultados positivos. La seguridad totalmente cuestionada, un ministro del Interior que se salvó apenas de una interpelación, pero que tiene un rechazo mayoritario según la percepción ciudadana. Cambio de ministros, negociaciones internacionales donde se patea en contra de nuestro país, como el caso del acta entreguista. Estas cosas explican porqué en un momento así una noticia como la citada trajo calma a los corazones.
El pañuelo blanco nos ha dejado una enseñanza no sólo en el sentido de una señal que se utiliza a nivel internacional como pedido de auxilio, sino una lección de vida, de solidaridad, ese valor humano fundamental, tan preciado por los extranjeros que conocen la esencia del paraguayo, no se pierde.
Lo que todos esperamos ahora es que la acción del ángel Juan Pablo se active desde el Estado hacia los ciudadanos. Que esa solidaridad que se espera no tenga que ser activada solamente a través de un grito desesperado en redes sociales. Que ese entusiasmo pueda contagiarse efectivamente para convertirse en un hecho del día a día.
Dicen que una golondrina no hace primavera, pero ojalá que el ejemplo cunda y llegue una primavera de paz a nuestra sociedad sedienta de esperanza, esa bocanada de aire fresco en medio de un ambiente tan tóxico.